En la actualidad, nos encontramos inmersos en un mundo en el que nos es cada vez más difícil abordar una temática cualquiera sin tener que remitirnos a la cuestión de género dentro de dicho tema; el concepto género es una construcción histórica y social que asocia un conjunto de roles y valores con el sexo femenino o masculino, asimismo, la dinámica social ha establecido una jerarquización en la cual lo femenino se encuentra subordinado a lo masculino.
Las relaciones de género pueden definirse en términos de juego como prácticas históricas que se distinguen de acuerdo a lo femenino y masculino (teorías, ideologías y creencias religiosas); prácticas institucionales (Estado y mercado), y condiciones materiales (la naturaleza y distribución de capacidades materiales a lo largo de líneas de género).
El feminismo es una corriente teórica, política y social que busca la reivindicación del papel de la mujer dentro de la sociedad, a partir del reconocimiento de la jerarquización de géneros. Cabe mencionar que el feminismo, desde su surgimiento en el siglo XIX, ha evolucionado y expandido a diversos campos de acción.
El ámbito económico no es la excepción, pues a partir de la Segunda Guerra Mundial, la participación de la mujer en el mercado laboral creció significativamente a raíz del enlistamiento de una gran cantidad de hombres en los ejércitos de sus respectivos países. Para mantener el patrón de producción, la urgencia de mano de obra hizo que las mujeres se insertaran en el ámbito laboral, tomando el lugar de los hombres en el proceso productivo.
La inserción laboral de la mujer se desarrolló desde sus orígenes de manera desigual por varias cuestiones, la deficiencia en la preparación profesional o técnica, el quehacer doméstico no remunerado que realiza además de su empleo formal, y que disminuye a su vez el tiempo de trabajo en relación con el del hombre, o bien, los estereotipos sociales que permean en el imaginario colectivo y que han establecido marcadas diferencias entre el trabajo que puede realizar un hombre del que puede realizar una mujer.
En el conjunto de los desarrollos teóricos, conceptuales y empíricos que incorporan la variable de género para el análisis económico, existen dos vertientes identificables, aquellos que realizan economía con perspectiva de género, de aquellos que hacen economía feminista.
La economía de género intenta visibilizar las diferencias existentes entre varones y mujeres. Al hacerlo desde la noción de género, incluye la aceptación de que tales diferencias no derivan, en estricto sentido, de la racionalidad económica, sino que proceden de la construcción social y cultural de las relaciones de género.
Por su parte, la economía feminista, pone en el centro la voluntad de transformación de las situaciones de inequidad de género, dicho lo cual, no sólo hace énfasis en la relevancia de las relaciones de género para entender la posición económica subordinada de las mujeres, sino que genera conocimiento para la transformación de dicha situación.
Es profesora de Desarrollo Económico y Medio Ambiente en la Universidad de Manchester en Reino Unido. Anterior a esto, se desarrolló como Directora y profesora de Economía en el Instituto de Crecimiento Económico en la Universidad de Delhi. Se formó en las Universidades de Cambridge y Delhi. Ha ocupado puestos importantes en distintas universidades, incluidas Harvard, Princeton, Michigan, Minnesota y la Escuela de Leyes en la Universidad de Nueva York.
Ocupó la presidencia Winton en la Universidad de Minnesota, también ha fungido como Presidenta de la Sociedad Internacional de Economía Ecológica y Vicepresidenta de la Asociación Internacional Económica; asimismo, Presidenta de la Asociación Internacional de Economía Feminista. Ha trabajado en el Consejo de la Red Global de Desarrollo y fue miembro de la Comisión para la Medición de Desempeño Económico y Progreso Social, liderado por el Premio Nobel, Joseph Stiglitz.
Ha trabajado en diversos comités de Naciones Unidas para el desarrollo, continúa siendo asesora de Naciones Unidas y de otros cuerpos Internacionales; así como también forma parte del consejo editorial de diversas revistas académicas. Es Doctora honoris Causa por el Instituto de Estudios Sociales de Países Bajos y la Universidad de Amberes, Bélgica.
Los estudios de Bina son a la vez teóricos y empíricos en su alcance, poseen un enfoque de la visión de los menos favorecidos. Agarwal es una economista con un gran interés en la exploración interdisciplinaria e internacional, sus publicaciones incluyen nueve libros y más de setenta artículos profesionales sobre temas como la tierra, el sustento y los derechos de propiedad, el medio ambiente y el desarrollo, seguridad alimentaria, economía política de género, pobreza y desigualdad, leyes, agricultura y cambio tecnológico.
Entre sus obras más conocidas se encuentran: Derechos de Género y la tierra en el sur de Asia (Cambridge University Press, 1994), que fue galardonado con el AK Coomaraswamy Book Prize 1996, el Edgar Graham Book Prize 1996, y el Premio Batheja KH 1996. El jurado del premio Edgar Graham llamó "un magnífico análisis", "una obra clásica de referencia" y un "hito duradero". En 2002 recibió el premio Malcolm Adhiseshiah por sus contribuciones distinguidas a Estudios para el Desarrollo, y en 2005 el premio Ramesh Chandra de "sobresalientes contribuciones a la economía agrícola".
Sus escritos colocaron la cuestión de los derechos de las mujeres de forma centralizada en la agenda de los gobiernos, grupos de la sociedad civil y organismos internacionales. En 2005 impulsó una exitosa campaña para la reforma integral de la ley de herencia hindú para favorecer la igualdad de género.
En su libro más reciente de Género y Gobernabilidad Verde (Oxford University Press 2010), Agarwal explora el impacto de la presencia de la mujer en la gobernanza forestal y la conservación. Elinor Ostrom, 2009 Premio Nobel de Economía, se expresa del libro de la siguiente manera: "Bina Agarwal ha elaborado un libro de gran importancia para el mundo actual. [...] Con analítico y originalidad, Agarwal, teje un puente entre las grandes lagunas de nuestro entendimiento sobre la diferencia que las mujeres pueden hacer, cuando están activamente envueltas en la gobernanza forestal”.
En el 2008, Agarwal recibió el premio Padma Shri del Presidente de India por su contribución a la educación, y en el 2010 el Premio Leontief de la Universidad de Tufts (Massachusetts) por “avanzar en la frontera del pensamiento económico”.
Sitio Web: http://www.binaagarwal.com/
Gita Sen es profesora de Políticas Públicas en el Instituto Indio de Gestión en Bangalore desde 1993 y ha sido profesora visitante en el Centro de Estudios de Población y Desarrollo de la Universidad de Harvard (desde 2002), y miembro del Centro de Estudios para el Desarrollo en Trivandrum, India.
Combina una distinguida carrera académica con la promoción de políticas y el activismo de las ONG. Ella es pionera en el campo de género y desarrollo.
Su activismo académico y de políticas en este campo ha sido una inspiración para toda una generación de investigadores, responsables políticos del sur y del norte, y los activistas no gubernamentales. Su trabajo reciente incluye investigación y la promoción de políticas sobre las implicaciones de género de la globalización y la liberalización económica, las dimensiones de género de las políticas de población, y la población entre enlaces y el medio ambiente.
Es autora, coautora o coeditora de varios libros sobre estos temas relacionados con el género. Es miembro fundadora de DAWN (Alternativas de Desarrollo con la Mujer en la Nueva Era), una red de investigadores del Tercer Mundo, activistas y responsables políticos comprometidos con el desarrollo alternativo y la justicia de género.
Ella es miembro del consejo de Health Watch (Indi) y del Instituto de Estudios Sociales Trust (India). Es miembro de la Junta Directiva del Instituto de las Naciones Unidas de Investigación para el Desarrollo Social (UNRISD) y en varias otras organizaciones internacionales y los grupos de asesoramiento. Entre los muchos honores que recibió el Premio Ambiental Volvo en 1994 y un doctorado honorario de la Universidad de East Anglia en el Reino Unido en 1998.
Ha servido en varias juntas y comités, incluyendo el Consejo de UNRISD y el IDS, Sussex y en la actualidad, entre otras cosas , un miembro de la Global Consejo Asesor de la Fundación Open Society, de alta el UNFPA de la Fuerza de Tareas de Alto Nivel para la CIPD, el Alto Nivel del Grupo de Expertos de la Comisión de Planificación de la India, el Grupo de Dirección de Misión de la Misión Nacional de la India de la Salud Rural, y el Consejo del Centro Nacional de Recursos de Salud Systems. Ella ha recibido varios premios y distinciones como el Premio Volvo de Medio Ambiente, y doctor honoris causa por la Universidad de East Anglia, el Instituto Karolinska (Estocolmo), la Open University (Reino Unido) y la Universidad de Sussex, así como una Fullbright Fellowship. Ella ha emitido una serie de conferencias dotadas a nivel nacional e internacional, y ha publicado numerosos trabajos sobre género y desarrollo, la equidad en salud, y las políticas de población.
Prof. Dr. Sen tiene una Maestría en Economía de la Universidad de Delhi, India, y un doctorado en Economía de la Universidad de Stanford en los Estados Unidos.
DAWN: Alternativas de Desarrollo con Mujeres para una Nueva Era.
América Latina experimentó una disminución en la desigualdad del ingreso familiar en la década de 2000, en agudo contraste con la creciente desigualdad en otras regiones del mundo. Esto se ha atribuido a la política macroeconómica, el gasto social y el mayor rendimiento de la educación.
Este documento explora este tema desde una perspectiva de género al evaluar econométricamente cómo los cambios en la estructura económica y las políticas han afectado el empleo y las tasas de desempleo de género, así como la desigualdad de género en estas variables, utilizando datos de panel a nivel nacional para un conjunto de 18 países latinoamericanos entre 1990 y 2010.
Tres variables se destacan por tener efectos uniformes de igualdad de género en el mercado laboral: gasto social, salarios mínimos e inversión pública. Menos importantes o consistentes fueron los efectos de los factores externos (como los términos de intercambio), la estructura económica y el crecimiento del PIB.
The pandemic affects public health and the social, political, and economic life of society, deepening existing inequalities. The effects of the COVID-19 crisis are felt mainly by vulnerable groups, especially women, who are more affected by poverty, unemployment, and unpaid care work. This paper will discuss how the pandemic affects women's working environments and personal lives.
According to Deloitte Global, the pandemic has affected approximately 80% of professional women, impacting their professional lives and their family and personal spheres. They have to take on an increased workload in their homes. In addition, almost 60% of women with children reported having increased responsibilities by also being in charge of their children's distance learning.
These effects have reached all corners of the world. For example, according to data from the Statisches Bundesamt - Germany's official source of statistics - since the pandemic, women in Germany have held most of the jobs designated as essential (in the health and cleaning sectors), and these are the lowest-paid jobs. At the same time, women reported spending 9.6 hours on childcare during a working day instead of 5.3 hours for men, so women are expected to work gruelling hours and take care of children for almost twice as many hours as possible as their male counterparts.
In China, according to Deloitte Global, it is estimated that because of COVID-19, 56% of women will quit their jobs in the next two years, while 16% plan to give up looking for work altogether, as they have no support or flexibility in their workplaces. Chinese women have experienced a decline in inclusion in their jobs. Since early in the pandemic, they are excluded from essential boards, belittled by their male colleagues, or treated with little respect.
In Latin America, official UN data show that more than half of women work in the sectors most affected by the economic downturn. These include domestic work, tourism, manufacturing, administrative services and the health sector. About 12% of Latin American women work as domestic workers, and 77% do not have social security because they work informally. In addition, 74% of women domestic workers have been affected by unemployment or lost hours and wages. It is due to the precariousness of the sector given low wages and lack of legal benefits.
Another effect of this is the increase in gender-based violence. Since the confinement in Mexico phone calls to emergency numbers for domestic violence increased by 20% in 2020 compared to 2019. Nationally, family violence was the reason for the most 911 contacts in 2020, with just over half a million records, followed by violence against women with 260,000 and intimate partner violence with 236,000. In Mexico City, the Attorney General's Office reported just over 27,000 investigation files for domestic violence in 2020, equivalent to 76 complaints per day.
In Argentina, daily rings to the helpline for victims of domestic violence ranged between 266 and 287 before the pandemic. After the confinement began, these rose to an average of 340 per day. As for femicides, the number of women murdered dropped during the pandemic. It went from 344 murders from March 2018 to March 2019 to 288 from March 2019 to March 2020. However, the percentage of femicides in the victim's home rose by 4.9%.
The number of femicides in Peru dropped during the pandemic. Between January and August 2020, the number of murdered women fell by 25% compared to the same period a year earlier. However, cases of domestic violence increased. Línea 100 is a Peruvian hotline dedicated to assisting people affected by domestic or sexual violence. During March 2020, the line registered just over 10,000 contacts. By the following month, with confinement decreed, the number had risen to almost 19,000, with psychological violence as the main reason for seeking support.
The pandemic has undoubtedly affected everyone, but it has done so in different ways. The highest number of cases and deaths are indeed among men, so they are the ones most affected by the virus. On the other hand, women tend to be the most affected by political, social, and economic decisions regarding the management of the crisis. COVID-19 strongly influences the work and personal development of women in the world and makes the inequalities experienced by women even more evident.
La pandemia no solo afecta la salud pública sino también la vida social, política y económica de la sociedad, profundiza las desigualdades ya existentes. Los efectos de la crisis por COVID-19 son resentidos por los grupos vulnerables, especialmente el de las mujeres, al ser más impactadas por la pobreza, el desempleo y el incremento del trabajo de cuidado no remunerado. En el presente texto se hablará de cómo la pandemia afecta el entorno laboral y la vida personal de las mujeres.
Según Deloitte Global, a nivel mundial se estima que la pandemia ha afectado a aproximadamente el 80% de las mujeres profesionistas, a quienes impacta tanto en la vida profesional como en la esfera familiar y personal, al tener que asumir una mayor carga de trabajo en sus hogares. Además, casi el 60% de las mujeres con hijos reportaron tener un aumento en responsabilidades al también ser encargadas de la educación a distancia de sus hijos.
Estos efectos han llegado a todos los rincones del mundo. Por ejemplo, de acuerdo con datos del Statisches Bundesamt -la fuente oficial de estadísticas alemana-, a partir de la pandemia las mujeres en Alemania son las que ejercen la mayoría de los trabajos decretados como esenciales (en sector salud y de limpieza) y estos son los trabajos con menor paga. A su vez, las mujeres declararon dedicar 9.6 horas al cuidado de los hijos durante un día laboral a diferencia de las 5.3 horas dedicadas por los varones, por lo que las mujeres además de trabajar horas extenuantes se espera que se encarguen del cuidado de los hijos en casi el doble de horas que sus compañeros hombres.
En China, de acuerdo con Deloitte Global, se estima que por la COVID-19 el 56% de las mujeres renunciarán a su empleo en los siguientes 2 años, mientras que el 16% planea abandonar la búsqueda de empleo por completo, al no tener apoyo ni flexibilidad en sus lugares de trabajo. Desde el comienzo de la pandemia las mujeres chinas han experimentado un decremento en la inclusión en sus trabajos, ya sea al ser excluidas de juntas importantes, al ser menospreciadas por sus colegas varones o incluso al ser tratadas con poco respeto.
En América Latina, datos oficiales de la ONU muestran que más de la mitad de las mujeres laboran en los sectores más afectados por la contracción económica tales como el trabajo doméstico, el turismo, la manufactura, servicios administrativos y sector salud. Alrededor de un 12% de las mujeres latinoamericanas trabajan como empleadas domésticas y el 77% de ellas no tiene acceso a seguridad social pues laboran de manera informal. Además, el 74% de las mujeres empleadas domésticas se han visto afectadas por el desempleo o la pérdida de horas y salarios. Esto debido a la precariedad del sector por los bajos salarios y falta de prestaciones de ley.
Otros efectos de esta es el aumento de la violencia de género. Desde el confinamiento, en México las llamadas a los números de emergencia por violencia doméstica incrementaron en un 20% en el 2020 en comparación con el 2019. A nivel nacional la violencia familiar fue el motivo por el cual se recibieron más llamadas al 911 en el 2020 con poco más de medio millón de registros, seguido por violencia contra la mujer con 260 mil y violencia de pareja con 236 mil. En la Ciudad de México, la Fiscalía General de Justicia reportó poco más de 27 mil carpetas de investigación por violencia familiar en el 2020, equivalente a 76 denuncias al día.
En el caso de Argentina, antes de la pandemia las llamadas diarias a los números de ayuda a las víctimas de violencia doméstica oscilaban entre 266 y 287, después de iniciar el confinamiento las llamadas se elevaron a un promedio de 340 al día. En cuanto a los feminicidios, el número de mujeres asesinadas bajó durante la pandemia. Pasó de 344 asesinatos de marzo del 2018 a marzo del 2019 a 288 de marzo del 2019 a marzo del 2020, sin embargo, el porcentaje de feminicidios en la vivienda de la víctima se elevó en un 4.9%.
La cantidad de feminicidios en Perú bajó durante la pandemia. Entre enero y agosto del 2020 el número de mujeres asesinadas bajó en un 25% con respecto al mismo periodo de un año antes. Sin embargo, se elevaron los casos de violencia doméstica. La Línea 100 es una línea telefónica peruana dedicada a la atención a personas afectadas por violencia familiar o sexual. Durante marzo del 2020 la línea registró poco más de 10 mil llamadas y para el mes siguiente, ya decretado el confinamiento, el número ascendió a casi 19 mil con violencia psicológica como principal causa de búsqueda de apoyo.
La pandemia ha afectado a todos sin duda alguna, pero lo ha hecho de forma diferenciada. Es cierto que la mayor cantidad de casos y, por consecuente, de muertes son de varones por lo que ellos son los más afectados por el virus. Las mujeres por su parte suelen ser las más afectadas por las resoluciones a nivel político, social y económico con respecto al manejo de la crisis. La COVID-19 influye duramente en el desenvolvimiento laboral y personal de las mujeres en el mundo, y hace aún más evidentes las desigualdades vividas por ellas.
Talent is one of the most essential factors for growth and competitiveness. To build future economies that are both dynamic and inclusive, we must ensure that everyone has equal opportunity. When women and girls are not integrated—as both beneficiary and shaper—the global community loses out on skills, ideas and perspectives that are critical for addressing global challenges and harnessing new opportunities.
This report finds that, globally, gender parity is shifting into reverse this year for the first time since the World Economic Forum started measuring it. Yet there are also many countries that have made considerable progress, understanding that talent is a critical factor for growth. These countries are poised for further success. This year’s analysis also reveals gender gaps at the industry level and, in particular, highlights that even though qualified women are coming out of the education system, many industries are failing to hire, retain and promote them, losing out on a wealth of capacity.
As the world moves from capitalism into the era of talentism, competitiveness on a national and on a business level will be decided more than ever before by the innovative capacity of a country or a company. In this new context, the integration of women into the talent pool becomes a must.
While no single measure can capture the complete situation, the Global Gender Gap Index presented in this report seeks to measure one important aspect of gender equality: the relative gaps between women and men across four key areas: health, education, economy and politics.
The Index was developed in part to address the need for a consistent and comprehensive measure for gender equality that can track a country’s progress over time. The Index does not seek to set priorities for countries but, rather, to provide a comprehensive set of data and a clear method for tracking gaps on critical indicators so that countries may set priorities within their own economic, political and cultural contexts. The Index also points to potential role models by revealing those countries that—within their region or income group—are leaders in distributing resources more equitably between women and men, regardless of the overall level of available resources.
The Forum’s work in the System Initiative on Shaping the Future of Education, Gender and Work provides a platform for leaders from all stakeholder groups to collaborate, devise solutions and share best practices to close gender gaps. In particular, because progress on education has not resulted in equivalent gains for women in earning opportunity, economic independence and leadership, the Forum’s Closing the Gender Gap project aims to accelerate the pace of change on gender parity through global dialogue and a national public-private cooperation model currently practiced in several futureready countries.
On behalf of the Forum, I would like to express my appreciation to Till Alexander Leopold, Vesselina Ratcheva, Richard Samans and Saadia Zahidi for their leadership of this project. We greatly appreciate, too, the innovative data collaboration with LinkedIn and the ongoing support of Ricardo Hausmann and Laura D. Tyson. I would also like to thank the whole team engaged in the System Initiative on Shaping the Future of Education, Gender and Work for their support in shaping this project. Finally, we are inspired by the leadership of the Stewards and Partners of the System Initiative on Shaping the Future of Education, Gender and Work.
It is our hope that this latest edition of the report will serve as a call to action to governments to accelerate gender equality through bolder policy-making, to businesses to prioritize gender equality as a critical economic and moral imperative and to all of us to become deeply conscious of the choices we make every day that impact gender equality globally. We call upon every reader of this report to join these efforts.
Key Findings
The Global Gender Gap Index was first introduced by the World Economic Forum in 2006 as a framework for capturing the magnitude of gender-based disparities and tracking their progress over time. This year’s edition of the Report benchmarks 144 countries on their progress towards gender parity on a scale from 0 (imparity) to 1 (parity) across four thematic dimensions—Economic Participation and Opportunity, Educational Attainment, Health and Survival, and Political Empowerment— and provides country rankings that allow for effective comparisons across regions and income groups. The rankings are designed to create global awareness of the challenges posed by gender gaps and the opportunities created by reducing them. The methodology and quantitative analysis behind the rankings are intended to serve as a basis for designing effective measures for reducing gender gaps. The methodology of the Index has remained stable since its original conception in 2006, providing a basis for robust cross-country and time-series analysis.
The 2017 Report’s key findings are:
En todo el mundo, las mujeres realizan importantes aportes a la economía y al mercado laboral por medio del trabajo pago y no pago que llevan a cabo en la esfera pública y privada. La continua desigualdad respecto del goce de los derechos económicos, sociales y culturales contribuye a la permanente subordinación de las mujeres y las vuelve particularmente vulnerables a la violencia, la explotación y otras formas de abuso. La realización de los derechos económicos, sociales y culturales de las mujeres puede tener un efecto transformador, no solamente al asegurar que se satisfagan sus necesidades materiales inmediatas, sino al modificar fundamente relaciones de poder desiguales.
En la actualidad, las mujeres representan aproximadamente el 70% de los 1.200 millones de personas pobres de todo el mundo. La desigualdad respecto del goce de los derechos económicos, sociales y culturales es una realidad central en la vida de las mujeres de todas las regiones del mundo y es, en sí misma, el resultado de la discriminación contra la mujer y la condición de inferioridad en la que se encuentran en las sociedades patriarcales.
El mayor reconocimiento del aporte esencial de las mujeres a la economía global por medio de su trabajo productivo y reproductivo, así como el reconocimiento de su continua marginalización social, incluyendo nuevas tendencias en la vida social y cultural que buscan limitar el acceso de la mujer a los procesos de decisión política pública, han llevado la cuestión de los derechos económicos, sociales y culturales de las mujeres al primer plano.
En el mundo cada vez son más conscientes los temas como la violencia contra la mujer, la negación de los derechos de la mujer a la propiedad y la herencia, la discriminación contra la mujer en el campo de la salud, la educación, el empleo y la participación política, la negación de sus derechos reproductivos y sexuales, la experiencia de las mujeres en los desalojos forzados, el impacto de la pandemia del VIH/SIDA sobre los derechos de las mujeres y las niñas, la discriminación en términos del acceso de la mujer al agua y la seguridad alimenticia están todos fundamental y estrechamente relacionados.
Las normas de los derechos humanos internacionales que consagran y protegen el derecho de las mujeres a la igualdad, así como los derechos económicos, sociales y culturales sustantivos de las mujeres, fueron establecidas en los principales los tratados de derechos humanos, así como en distintos documentos de la Organización Internacional del Trabajo y la Organización Mundial de la Salud.
Los órganos que lideran los procesos de establecimiento de estándares en el área de los derechos económicos, sociales y culturales de las mujeres a nivel global son el Comité de la ONU sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer [órgano de supervisión de la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW)], que se basa en el principio de que el Estado está obligado a eliminar todas las formas de discriminación contra la mujer sin demoras y empleando todas las medidas apropiadas. También establece estándares específicos relacionados con la igualdad de género en las esferas de la educación, el empleo, el cuidado de la salud y otras áreas de la vida económica y social, y el Comité de la ONU sobre los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Comité DESC) órgano de supervisión del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) articula los derechos económicos, sociales y culturales sustantivos, incluyendo el derecho a un nivel adecuado de vida, el derecho a la vivienda, el derecho al trabajo, el derecho al alimento, el derecho al nivel más alto posible de salud, el derecho a la seguridad social, el derecho a la seguridad en caso de desempleo y el derecho a la educación, y los Estados Partes se comprometen a asegurar a los hombres y a las mujeres igual título a gozar de todos los derechos económicos, sociales y culturales. El PIDESC también prohíbe la discriminación basada en el género.
Al menos 52 millones de personas en el mundo – la mayoría mujeres – están empleadas como trabajadores domésticos, de acuerdo con el primer estudio de este tipo realizado por la OIT. Estos trabajadores representan 7,5 por ciento del empleo asalariado de las mujeres en el mundo, y en algunas regiones un porcentaje mucho mayor, sobre todo en Asia y el Pacífico y América Latina y el Caribe. Entre mediados de los años 1990 y 2010, hubo un incremento de más de 19 millones de trabajadores domésticos. Muchos migran a otros países en búsqueda de trabajo.
Es probable que las cifras incluidas en el informe subestimen los números reales de los trabajadores domésticos, que en realidad podrían ser decenas de millones más. Las cifras también excluyen a los niños trabajadores domésticos menores de 15 años que no están comprendidos en las encuestas utilizadas por el informe. En 2008, su número fue estimado por la OIT en 7,4 millones.
El informe se elaboró a partir de la adopción en junio de 2011 del nuevo Convenio y Recomendación de la OIT sobre trabajo doméstico, en el que se establecen normas internacionales para garantizar condiciones de trabajo y remuneración decentes para las personas empleadas en el hogar.
Esta semana se conocieron los resultados del Índice Global de la Brecha de Género 2017 que produce anualmente el World Economic Forum (WEF) y, por primera vez desde que comenzó ese registro en el 2006, este índice que mide disparidad en oportunidades y acceso entre hombres y mujeres en las áreas de salud, educación, política y economía ha empeorado. La magnitud de la profundización de la brecha implica que cerrarla, si no se hacen políticas activas, ya no ocurrirá en 83 sino en 100 años. En el caso de América Latina, esta brecha tardaría en cerrarse 79 años. Pero los promedios esconden enormes diferencias: cerrar la brecha en educación tardaría en promedio 13 años, mientras que la brecha en oportunidades económicas es mucho más profunda y tardaría 217 años en cerrarse. Claramente, el laissez faire, cuando se ha tratado de inclusión económica para las mujeres, no ha sido efectivo.
El Perú está hoy en el puesto 48 de 144 economías que mide este indicador del WEF, una mejora relativa de 12 puestos respecto del 2016. Son cuatro componentes los que mide el índice y –mirando al detalle– la situación es menos auspiciosa: educación 82, salud 49, economía 98 y política 33. Lo que explica el avance de 12 puestos respecto del 2016 es el subindicador que captura incorporar mujeres en los gabinetes ministeriales, ya que en este subindicador obtenemos la mejor posición (17) de todos los componentes que mide el índice. Si bien este indicador es per se positivo –un Gabinete diverso, como cualquier cuerpo colegiado diverso, toma mejores decisiones y además tener mujeres en puestos de liderazgo tan visibles ayuda a que cientos de miles de jóvenes cuenten con modelos que emular–, también es cierto que no da cuenta de cambios estructurales (y en el Perú es la foto de un momento feliz más que una realidad permanente).
El Índice de Brecha de Género del WEF nos ubica en el puesto 98 en el componente que mide participación y oportunidades económicas y este componente tiene a su vez varios subindicadores. Sin embargo, si bien por un lado se ha avanzado en escolarizar a niñas y jóvenes ya no solo a nivel de primaria y secundaria, sino también a nivel de educación superior. El índice del WEF captura estos avances en las carreras profesionales de las mujeres. También captura el avance en la incorporación al mercado laboral y a posiciones gerenciales medias. Los indicadores que vemos en el WEF en materia de oportunidades económicas son muy consistentes con la historia que, desde instituciones como el BID, hemos visto en el Perú y el resto de América Latina: enormes esfuerzos por la universalización de la educación, y mujeres acudiendo masivamente a la educación superior –aunque tienden a estar sobrerrepresentadas en empleos típicamente femeninos (enfermeras o maestras) y subrepresentadas en empleos “masculinos” (abogados, trabajadores de maquinaria pesada o trabajos en las ciencias y tecnologías)–.
En este mismo componente de oportunidades económicas, en lo que respecta a la brecha en el campo salarial, el subindicador ubica al Perú en el puesto 128. Este es el indicador de peor desempeño para el Perú de todos los indicadores medidos. En materia de discriminación salarial, la situación de América Latina parece ser bastante generalizada. Aun cuando Nicaragua sorprende por sexto año consecutivo al ubicarse en el top 10 de paridad –el único país de la región en posición tan expectante–, ocupa el puesto 111 en términos de igualdad salarial. Nuestros socios de la Alianza del Pacífico comparten ominosos lugares: Colombia en el 113, México en el 125 y Chile en el 127. Esto es consistente con la data que da cuenta de que, en América Latina, las mujeres reciben cerca de 40% menos que los hombres en términos salariales.
La evidencia empírica que se ha venido produciendo a lo largo de los mismos años que se ha venido elaborando el índice del WEF (desde el 2006) da cuenta de que la falta de un acceso equitativo de la mujer en la empresa, la sociedad y la política es una limitante para el buen desempeño de nuestras sociedades. La buena noticia es que, dados los niveles de preparación de las mujeres y lo que sabemos hoy, podemos tener esperanza de tener economías y sociedades cada vez más inclusivas. Solo en lo económico, en el BID calculamos que la inclusión plena de la mujer elevaría el PBI regional en 14% al 2025. Una mayor inclusión de la mujer en lo laboral genera empresas más productivas; los directorios diversos son más inteligentes, así como los parlamentos más inclusivos generan consensos más sostenibles. Lo anterior no son buenos deseos, sino verdades con sustento factual.
Un tema que no mide el índice del WEF es el de la violencia de género, tema que se ha discutido ampliamente en las últimas semanas a partir de terribles casos de violencia concretos y la difusión de unos ránkings específicos que ubican a Lima y al Perú muy rezagadamente respecto de países relativamente modernos y prósperos, con los cuales solemos compararnos. Esfuerzos por medir el costo económico de este flagelo lo calculan entre 1,2% y 3,7% del PBI. Pero lo más importante no es el monto en sí, sino que nos desnuda como una sociedad primitiva y abusiva. Ni una menos.
Tradicionalmente, cuando se diseñan e implementan decisiones de política fiscal, solo se analizan sus resultados en relación con los grandes agregados macroeconómicos y, en el mejor de los casos, se evalúa su efecto redistributivo en la población en general. Sin embargo, la política fiscal no es neutra y tiene impactos diferenciados en hombres y mujeres, dados los roles y responsabilidades socialmente asignados a ellos. Además, que pueden contribuir a incrementar o a reducir las brechas de género.
En los últimos años está situación se ha empezado a revertir. El presente documento proporciona elementos conceptuales, sistematiza los principales compromisos internacionales y documenta experiencias positivas en países de América Latina y el Caribe relacionadas con la incorporación del enfoque de género en la política fiscal.
Pese al crecimiento del 6,6% que experimentaron las economías de América Latina el año pasado y las mejoras en los principales indicadores laborales regionales, con un crecimiento del empleo y un descenso de la tasa de ocupación, la recuperación laboral “ha sido lenta, incompleta y desigual”.
Así lo señala un nuevo informe conjunto de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe y la Organización Internacional del Trabajo donde ambos organismos destacan el retraso en la recuperación de los niveles de empleo previos a la pandemia, en comparación con la recuperación de la actividad económica.
El estudio destaca que a fines de 2021 varios de los países de la región habían recuperado su nivel de PIB anterior a la crisis, mientras que los índices de empleo, en muchos casos, aún estaban por debajo.
Estos retrasos a nivel ocupacional sugieren la necesidad de reforzar los instrumentos que faciliten la reincorporación de las personas al mercado laboral, señala el documento.
La creación de empleo solo se aceleró a finales de 2021
Tras la pronunciada contracción que registró el número de personas ocupadas en la región durante 2020 (8,2%), en 2021 se produjo una importante recuperación de ese indicador, que fue del 6,8% entre el cuarto trimestre del año pasado y el mismo período de 2020.
Pese al considerable aumento laboral a lo largo del año, el número de personas ocupadas en la región solo alcanzó el nivel registrado al cierre de 2019 a partir del cuarto trimestre de 2021.
Crece la brecha laboral entre hombres y mujeres
Por otro lado, durante el año pasado se profundizaron las brechas laborales entre hombres y mujeres.
“Si bien se ha registrado una mejora del empleo y de la participación tanto de los hombres como de las mujeres, esta ha sido mayor en el primer caso que en el segundo”, detalla el informe.
Una de las principales causas que cabe atribuir a esta situación es que la crisis generada por la pandemia de COVID-19 afectó de manera más significativa el empleo femenino, registrándose un retroceso equivalente a más de 18 años en los niveles de la tasa de participación de las mujeres.
“La lenta recuperación de las actividades que concentran el empleo femenino y el mayor peso que recae sobre las mujeres en las tareas de cuidado de enfermos, niños y personas mayores, contribuyen a explicar esta marcada diferencia en la dinámica de la tasa global de participación”, razona el análisis.
Los salarios y la inflación no evolucionan a la par
Otro aspecto económico que destaca el informe es el fuerte impacto que la pandemia produjo en la evolución de los salarios. La evolución al alza de la inflación se ha notado con mayor claridad en las personas que perciben salarios mínimos al disminuir su capacidad de compra. Además, la media regional salarial se situó un 6,8% por debajo de los niveles anteriores a la pandemia, quedando más rezagados que la actividad económica y el empleo.
Ambos organismos señalan que esta situación podría agravarse en 2022 debido a un mayor aumento de la inflación.
“Se vuelve fundamental la activación de instrumentos institucionalizados, como la negociación colectiva y la determinación de los salarios mínimos, para que a nivel de las unidades productivas y las ramas de actividad se discutan ajustes salariales que permitan responder a las necesidades de los trabajadores y las empresas”, señalaron el secretario ejecutivo interino de la CEPAL, Mario Cimoli, y la directora regional interina de la OIT para América Latina y el Caribe.
Añadieron que las medidas implementadas para facilitar la inserción laboral de los asalariados —como los subsidios a la contratación— orientadas a los grupos más vulnerables no solo contribuirán a la recuperación más acelerada de la ocupación de estos colectivos, sino que además favorecerán condiciones salariales que no impliquen una precarización respecto de los niveles prepandemia.
Las perspectivas laborales para este año son negativas
El estudio prevé una desaceleración del nivel de creación de empleo para 2022, aunque prevé que los avances en el proceso de vacunación contra la COVID-19, la disminución de las restricciones a la movilidad y la reapertura de las escuelas impulsarán una recuperación de los niveles de participación laboral, en especial de los femenina.
Sin embargo, también se advierte que el efecto combinado de una mayor participación laboral y de un bajo ritmo de creación de empleos podría provocar un aumento de la tasa de desocupación durante el año.
Ambos organismos concluyeron que, en un contexto en el que todavía hay margen para que el empleo recupere los niveles anteriores a la pandemia, es clave la posibilidad de realizar correcciones de los salarios mínimos que compensen las pérdidas provocadas por el aumento de la inflación.
En ese sentido, la reactivación de los canales de diálogo entre gobiernos, trabajadores y empleadores encaminados a determinar los ajustes de los salarios mínimos posee un gran potencial para conciliar las necesidades de los agentes del mercado laboral.
De este modo, se podrían aplicar aumentos del salario mínimo que compensen el aumento de la inflación, a la vez que se tiene en cuenta su efecto tanto en los costes de producción -especialmente para las micro, pequeñas y medianas empresas - como en la creación y recuperación del empleo.
La crisis por COVID-19 no sólo ha hecho aún más evidentes las desigualdades ya existentes en el mundo, sino que incluso las ha profundizado. Las mujeres enfrentan una sobrecarga de trabajo no remunerado y de cuidados, pérdida de ingresos y empleos, además de estar sobrerrepresentadas en la pobreza. En este artículo se hablará del crecimiento de la brecha laboral entre los sexos y los efectos que ha tenido la pandemia sobre ésta misma en la región latinoamericana.
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ellas han sufrido pérdidas de empleo e ingresos. Los sectores más afectados por la pandemia son aquellos en donde tienen mayor representación y muchas de las empleadas trabajan en la primera línea de atención a la pandemia. Las mujeres realizan aún la mayor parte del trabajo de cuidado no remunerado y al mismo tiempo son las encargadas de sostener los sistemas de atención, los hogares y la economía doméstica.
Como podemos ver en el gráfico, el empleo decreció considerablemente para ambos sexos durante el primer año de la pandemia. La caída de la participación femenina fue mayor que la masculina, y se encuentra muy por debajo de la mitad del empleo total. Lo anterior se debe a que los encierros afectaron sectores como la maquila y los servicios donde se emplean más mujeres y donde a menudo están trabajando con arreglos de trabajo informales. Las brechas de sexo en el tiempo dedicado al trabajo de cuidado no remunerado, el acceso limitado a la protección social y el recrudecimiento de la violencia y el acoso, han dificultado que las mujeres conserven su empleo en comparación con los hombres.
La tasa de pérdida de empleo femenino en la región es de aproximadamente 6%, mientras que la masculina roza apenas el 3%. Datos del Observatorio Laboral COVID-19 del Banco Interamericano de Desarrollo señalan que la caída del empleo femenino y masculino tiene una diferencia de poco más del 5% en Argentina, Colombia, Costa Rica y República Dominicana. Si bien el peso de las mujeres dentro del mercado laboral es menor (eran el 46% de la población ocupada antes de la pandemia), el 58.5% de los empleos perdidos fueron precisamente aquellos desempeñados por la población femenina.
Las proyecciones de la OIT muestran perspectivas sombrías para las mujeres en la región, destacan que el crecimiento del empleo carece la intensidad necesaria para recuperar los niveles previos a la pandemia. Sin embargo, no solo la región latinoamericana sufrió estos cambios, sino que en todo el continente americano sucedió lo mismo. América fue la región que tuvo una mayor reducción en el número de mujeres empleadas por causa de la pandemia que se ha visto agravado por la automatización (cajeras en supermercados, ventanillas bancarias, entre otros).
Entre 2019 y 2020 el empleo de las mujeres en el continente americano disminuyó en 9.4% en comparación con una disminución del 7% en el empleo masculino. La caída del empleo femenino trastocó el progreso observado en los últimos 15 años, resultado de mejores oportunidades educativas para las mujeres, mayor disponibilidad de empleos formales en el sector servicios, migración de las zonas rurales a las urbanas y menor fecundidad.
Tan solo en Estados Unidos, datos de la Oficina del Censo basados en los registros salariales del seguro de desempleo del tercer trimestre de 2020, muestran que las mujeres ganaban aproximadamente 30% menos que los hombres y esa brecha salarial aumentaba con la edad. Si esto es cierto para América Latina, si bien las mujeres tienen una presencia cada vez mayor en las industrias mejor pagadas, como la información o los servicios profesionales, científicos y técnicos, todavía están sobrerrepresentadas en las industrias peor pagadas.
Durante la pandemia, las mujeres brindan trabajo importante en el sector salud y de trabajo social, así como en otras ocupaciones esenciales. Esto a menudo significa que ponen sus propias vidas en riesgo al enfrentar una doble carga: turnos más largos en el trabajo y trabajo de cuidado adicional en el hogar.
Si bien la pandemia significó un aumento en la demanda de cuidados para hombres y mujeres, ellas suelen ser quienes asumen la mayor parte de este trabajo. Esto ocasionó que las mujeres que permanecieron empleadas redujeran las horas laborales remuneradas o ampliaran la totalidad de las horas empleadas (remuneradas y no remuneradas) hasta niveles insostenibles para ellas.
Finalmente se constata que las mujeres están sobreempleadas, con turnos más largos en el empleo remunerado, mucho desempleo y mayor trabajo de cuidado en el hogar por el COVID-19. Con menores salarios aunados a menor empleo formal, la condición de la mujer se ha deteriorado en lo que va de la pandemia.
La tecnología puede facilitar el empoderamiento de las mujeres y las niñas en todo el mundo. La era digital ofrece una oportunidad sin precedentes para acabar con todas las formas de disparidad y desigualdad, incluyendo la existente entre hombres y mujeres.
Sin embargo, también hay una brecha de género en el acceso a la tecnología, la cual dificulta que las mujeres puedan beneficiarse al máximo de la transformación digital. Además, las mujeres y las niñas tienen 27 veces más probabilidades que los hombres de sufrir acoso o incitación al odio en internet, lo que refuerza esta brecha.
EL futuro es digital. Y solo un tercio de las personas que trabajan en las disciplinas de ciencias, tecnología e ingeniería son mujeres, lo que significa que el futuro está siendo diseñado por una mayoría de hombres. Las mujeres tienen un acceso restringido en la gobernanza del mundo digital y las que trabajan en el sector, muchas veces abandonan su puesto ante la ausencia de un entorno digital seguro, o porque se siguen haciendo cargo de la mayor parte del trabajo en el hogar.
Para llamar la atención sobre esta desigualdad, el Día Internacional de la Mujer este año tiene como lema Por un mundo digital inclusivo: innovación y tecnología para la igualdad de género.
“En 2050, el 75% de los puestos de trabajo estarán relacionados con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. Sin embargo, en la actualidad, sólo el 57% de las mujeres utiliza internet”, declara el presidente de la Asamblea General, Csaba Kőrösi.
Brecha digital, pérdida económica
La brecha digital también repercute de forma negativa en la economía. “Se calcula que la exclusión de las mujeres del mundo digital ha restado un billón de dólares al producto interior bruto (PIB) de los países de renta baja y media en la última década”, destaca el Secretario General de la ONU.
“Invertir en las mujeres mejora a todas las personas, comunidades y países. Trabajemos juntos, gobiernos, sector privado y sociedad civil, para construir un mundo más inclusivo, justo y próspero para las mujeres, las niñas, los hombres y los niños de todo el mundo”, dice António Guterres en un vídeo mensaje con motivo de este Día.
“Las sociedades que oprimen a las mujeres son subdesarrolladas y más propensas al conflicto y al caos, y esta correlación no es casual. Ninguna sociedad puede prosperar si reprime a la mitad de su población y ahoga a la mitad de sus talentos” añade el Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Volker Türk”.
La tecnología está moldeando el mundo en el que vivimos y facilita el acceso a una alimentación sana, a la educación y la integración en una nueva comunidad. También es una aliada en la lucha contra la crisis climática y la creación de nuevos puestos de trabajo. Es crucial que las mujeres y las niñas tengan acceso al mundo digital.
La seguridad alimentaria está en manos de las mujeres
La brecha digital tiene muchos ángulos, pero su rostro es siempre femenino. Por ejemplo, las distintas agencias de la ONU para la alimentación colaboran activamente para mejorar el acceso a la tecnología y educar a mujeres y niñas rurales. De esta forma, pueden contribuir a los sistemas agroalimentarios, liberar su potencial y reducir las desigualdades de género.
"La seguridad alimentaria de los hogares y las comunidades está en manos de las mujeres. Sólo a través de la capacitación de las mujeres podremos construir un mundo en el que nadie se vaya a dormir con hambre", afirmó la directora ejecutiva adjunta del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Valerie Guarnieri.
"Poner los recursos en manos de las mujeres es una obviedad, y con ello viene la transferencia de conocimientos y habilidades, incluida la alfabetización digital, para ayudar a estas mujeres a desarrollar todo su potencial. Ese es el tipo de cambio que todos podemos apoyar", añade Guarnieri.
Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el mismo Programa Mundial de Alimentos, coinciden en que, aunque hay un crecimiento continuo de herramientas y servicios digitales, las mujeres se enfrentan a barreras sistémicas y estructurales para acceder a las nuevas tecnologías y utilizarlas.
Además, en los países de ingresos bajos y medios, las mujeres tienen un 16% menos de probabilidades de utilizar internet móvil que los hombres. En las zonas rurales, el contraste es aún mayor, debido a limitaciones tales como el poder adquisitivo, conocimientos digitales y normas sociales discriminatorias y estereotipos de género.
El acceso a la tecnología es vital para las migrantes
La migración es otra cara de la brecha digital. Alrededor de 140 millones de mujeres han abandonado sus países de origen en busca de una vida mejor. Desgraciadamente, estas mujeres a menudo se enfrentan a una doble discriminación en sus países de destino, por ser mujeres y por ser migrantes.
A esto hay que añadirle, la brecha digital. Las mujeres que carecen de acceso a computadores o a internet, se enfrentan a una barrera que les impide obtener conocimientos, encontrar trabajo y establecer una nueva vida. Además, el uso eficaz de los teléfonos inteligentes y las redes sociales, puede ayudar a los colectivos de trabajadoras migrantes a promover y defender sus derechos.
El Comité de las Naciones Unidas para la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios (CMW) y el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) declaran que el acceso a las plataformas digitales es vital para la subsistencia de las mujeres migrantes. Sin embargo, el uso de herramientas tecnológicas requiere unos conocimientos que no siempre existe entre los trabajadores migrantes, lo que constituye una segunda brecha digital.
Ambos comités piden a los Estados que adopten estrategias de inclusión digital de las mujeres migrantes para evitar que la brecha digital aumente las desigualdades sociales y de género y, por el contrario, las proteja de la discriminación y la exclusión social. Además, la inclusión digital les puede permitir el acceso a mejores empleos, salarios más altos o mejores oportunidades educativas, contribuyendo a su inclusión social y a la igualdad de género.
Empleos verdes y cambio climático
Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en colaboración con el programa Euroclima+ de la Unión Europea, ha realizado una investigación que asesora cómo las políticas adecuadas de adaptación al cambio climático pueden contribuir a la igualdad de género mediante la creación de empleos verdes.
El informe Empleos verdes, una oportunidad para las mujeres en América Latina. Cambio climático, género y transición justa , destaca la necesidad de incorporar una dimensión de género a estas políticas y combatir las desventajas, analfabetismo digital, y menor acceso al capital, a la tierra y al financiamiento, a las que enfrentan las mujeres. Esto permitiría que la transición hacia una economía verde contribuyese, al mismo tiempo, a superar la desigualdad de género.
Asimismo, el documento constata que el cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos tienen un impacto desigual en hombres y mujeres. Los desastres naturales aumentan la carga de trabajo de las mujeres, que son las que llevan la carga de las tareas de cuidado en las familias. Este hecho se ve agravado por la falta de servicios básicos y cierre de escuelas, lo que lleva a que muchas mujeres se retiren del mercado de trabajo, perdiendo sus fuentes de ingreso y sus opciones de autonomía personal.
Un estudio previo de la OIT y el Banco Interamericano de Desarrollo estima que la transición hacia una economía más sostenible podría suponer la creación de hasta 22,5 millones de nuevos empleos en sectores como agricultura, silvicultura, energías renovables, construcción y manufacturas. Pero de nuevo, al igual que en el sector tecnológico, la mayoría de estos empleos serían ocupados por hombres.
“Si no se aplican las políticas apropiadas, se corre el riesgo de aumentar las brechas de desigualdad. La transición hacia un modelo económico más sostenible va a conllevar la creación de toda una nueva generación de empleos verdes. Se corre el riesgo de que las mujeres no puedan acceder a ello y, para evitarlo, es indispensable implementar medidas de formación y capacitación que ayuden a superar la brecha de género en este campo”, declara la secretaria general de la Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas (FIIAPP), una de las siete organizaciones que participan en el Programa Euroclima+.
The COVID-19 crisis has not only made the world's existing inequalities even more evident; it has even deepened them. Women face a heavy burden of unpaid and care work, loss of income and jobs, and make up a more significant portion of the poor. This article will discuss the growing gender gap in employment and the effects of the pandemic on the gender gap in the Latin American region.
According to the International Labour Organisation (ILO), women have suffered losses in employment and income. The sectors most affected by the pandemic are those most represented, and many of the female employees work on the front line of the pandemic. Women still do most of the unpaid care work and, at the same time, are responsible for sustaining care systems, households and the domestic economy.
As we can see from the graph, employment declined considerably for both sexes during the first year of the pandemic. The drop in female participation was more significant than male participation and is well below half of total employment. The lock-ins affected sectors such as maquila and services where more women are employed and often working in informal work arrangements. There exist sexual gaps in time spent on unpaid care work, limited access to social protection and the upsurge in violence and harassment. These have made it more difficult for women to retain employment than men.
The female job loss rate in the region is about 6 per cent, while the male rate is only about 3 per cent. Data from the COVID-19 Labour Observatory of the Inter-American Development Bank indicate that the drop in female and male employment differs by over 5% in Argentina, Colombia, Costa Rica and the Dominican Republic. Although women's weight in the labour market is lower (46% of the employed population before the pandemic), 58.5% of the jobs lost were precisely those performed by the female population.
ILO projections show bleak prospects for women in the region, noting that employment growth lacks the necessary intensity to recover pre-pandemic levels in 2022. However, the Latin American area suffered from these changes and the entire American continent. The Americas was the region with the most significant reduction in the number of women employed due to the pandemic, aggravated by automation (cashiers in supermarkets, bank counters, among others).
Between 2019 and 2020, women's employment in the Americas declined by 9.4% compared to a 7% decline in male employment. The decline in female employment reversed the progress observed over the past 15 years resulting from better educational opportunities for women, greater availability of formal jobs in the service sector, migration from rural to urban areas and lower fertility.
According to the US Census Bureau, in the United States alone, women earn about 30 per cent less than men. The wage gap increases with age. Suppose this were true for Latin America, while women are increasingly present in higher-paying industries, such as information or professional, scientific and technical services. In that case, they remain over-represented in lower-paying sectors.
During the pandemic, women provide essential work in the health and social work sector and other critical occupations. It often means that they put their own lives at risk by facing a double burden: longer shifts at work and additional care work at home.
While the pandemic meant an increased demand for care for men and women, women often take on the lion's share of this work. It caused women who remained employed to reduce their paid working hours or extend their total hours of employment (paid and unpaid) to unsustainable levels.
Finally, women are over-employed, with longer shifts in paid employment, high unemployment and increased care work in the home by COVID-19. With lower wages coupled with less formal employment, women's status has deteriorated so far in the pandemic.
[1] Obela, Faculty of Economics, UNAM
01 febrero 2012
El mundo empresarial está empezando a comprender lo que los expertos en desarrollo han sabido durante mucho tiempo: Invertir en la mujer rinde dividendos. La mujer suele utilizar sus ingresos para invertirlos en su comunidad, lo que redunda en la disminución del analfabetismo y las tasas de mortalidad y aumenta el PIB. En la actualidad se está produciendo una revolución empresarial, una revolución que trasciende la filantropía, que hace a la mujer socia en empresas de todos los niveles. Este fue un tema importante en el Foro Económico Mundial en Davos la semana pasada, donde se organizó una sesión plenaria titulada “La mujer como medio para avanzar” que trataba del posible impacto de la mujer en la economía mundial.
El 1 de febrero, algunas de las empresas más importantes de Estados Unidos (Accenture, Coca-Cola, Ernst and Young, Goldman Sachs, y otras) se sumaron a una campaña mundial cuyo objetivo es incorporar a la mujer en los aspectos principales de la economía. La coalición Pietra ha lanzado la Campaña de los Terceros Mil Millones (Third Billion Campaign). Esta coalición está integrada por empresas, gobiernos y organizaciones sin fines de lucro y hará posible que mil millones de mujeres participen en la economía mundial para 2025. El nombre de la campaña parte de la noción de que, durante la próxima década, el impacto de la mujer será al menos tan significativo como el de las poblaciones de China e India que superan cada una los mil millones de personas. Incorporar a la mujer en los negocios crea lo que Michael Porter y Mark Kramer de la Escuela de Negocios de Harvard denominan “valor compartido”, es decir que ayuda a las empresas al tiempo que ayuda a las comunidades. Las empresas de productos de consumo han entendido los beneficios rápidamente, por ejemplo saltándose la venta minorista y contratando a mujeres para crear canales de distribución de persona a persona para todo tipo de productos, desde cosméticos hasta bebidas.
En fechas más recientes, las empresas han concluido que este método es particularmente eficaz cuando el comprador tiene que recibir información sobre el producto que se vende, ya sea una maquina móvil para hacer ecografías, una linterna energética o un fogón de cocina. La mujer también puede ser la mejor innovadora de los productos que utiliza y vende, a veces llega ndo a transformar sus comunidades con algo tan mínimo como el conocimiento del mejor uso de la única luz eléctrica existente en una casa. Los beneficios son evidentes. Avon, por ejemplo, proporciona a más de 6 millones de mujeres en más de 100 países la oportunidad de montar sus propios negocios; estas emprendedoras sirven como el principal personal de ventas de Avon, lo que resulta en más de 10.000 millones de dólares en beneficios. Del mismo modo, Unilever ha invertido en 45.000 emprendedores desfavorecidos en India, en su mayoría mujeres, en más de 100.000 aldeas, por medio de la microfinanciación y capacitación, una estrategia que representa el 5 por ciento de los beneficios totales de la empresa en la India.En fechas recientes, Walmart ha prometido comprar más de 20.000 millones de dólares de empresas cuyas dueñas sean mujeres tan sólo en Estados Unidos, y Coca-Cola ha anunciado el programa “5 por 20” para apoyar a cinco millones de mujeres empresarias a nivel mundial para el año 2020.
Los beneficios de que la mujer ocupe cargos directivos también se han demostrado: una encuesta reciente de Catalyst concluyó que existe una fuerte correspondencia entre la mayor diversidad de género en los altos niveles de liderazgo de una empresa y su desempeño económico. La secretaria de Estado Hillary Clinton ha dicho: “No hay duda de que el aumento de la cantidad de mujeres en la economía […] ha contribuido a impulsar un crecimiento importante en todas partes, y las economías que están realizando los cambios más eficaz y rápidamente están superando drásticamente a las que no lo están haciendo”. Melanne Verveer es embajadora de Estados Unidos para Asuntos Mundiales de la Mujer. Kim Azzarelli es la presidenta de la Fundación para la Mujer en el Mundo y ha recibido el premio Ruth G. Shapiro 2012 del Colegio de Abogados del Estado de Nueva York).
Los migrantes mexicanos tienen el salario más bajo de entre todas las comunidades de trabajadores de origen extranjero en Estados Unidos, situación que está relacionada con su bajo nivel de escolaridad respecto de otras nacionalidades, reveló un estudio elaborado por BBVA Bancomer, el principal intermediario financiero de remesas en el país.
Entre los migrantes varones de origen mexicano la menor diferencia salarial es con los trabajadores de origen centroamericano, quienes en promedio ganan 1.2 veces más que los mexicanos; los sudamericanos ganan 1.5 veces más, los africanos 40 por ciento y los asiáticos perciben el doble que el promedio mexicano. La mayor diferencia se da con los canadienses, que en promedio ingresan 2.7 veces más. Las mujeres migrantes mexicanas también tienen el salario más bajo de todas las comunidades étnicas en Estados Unidos, abundó el estudio. La menor diferencia, al igual que los varones, es con las trabajadoras centroamericanas, que tienen un ingreso 1.4 veces mayor; las sudamericanas perciben el doble, al igual que las caribeñas y, prácticamente, también las africanas (93 por ciento más). La brecha más amplia es con las migrantes de origen europeo, que perciben un salario 2.7 veces superior.
Los migrantes mexicanos en Estados Unidos ganan menos que los ciudadanos de otras nacionalidades. A pesar de constituir la comunidad de migrantes más numerosa del mundo, los mexicanos en Estados Unidos tienen salarios bajos, expuso Adolfo Albo, economista en jefe para México de BBVA Research, el área de investigación económica global del grupo BBVA. Las diferencias son todavía más notorias si los salarios se comparan por sexo. Los varones de origen mexicano que trabajan en Estados Unidos tienen un salario promedio anual de 22 mil 550 dólares. En el caso de las mujeres mexicanas, el ingreso promedio apenas llega a 10 mil dólares anuales, de acuerdo con el estudio Situación migración México, presentado ayer. Una de las causas de la diferencia salarial entre la comunidad de migrantes de origen mexicano, respecto de los de otras nacionalidades, tiene que ver con el nivel de educación formal de quienes van a Estados Unidos en busca de empleo.
Entre los mexicanos migrantes de 15 a 64 años, 43 de cada 100 sólo tienen una instrucción formal menor a diez grados (básicamente primaria y secundaria). En contraste, 48 de cada 100 migrantes de origen asiático en Estados Unidos concluyeron estudios profesionales y de postgrado, explicó Albo. Flujo de migrantes no se detiene La migración de trabajadores mexicanos a Estados Unidos no se ha detenido. Por lo menos 300 mil personas siguen cruzando la frontera norte del país cada año, informó este miércoles José Luis Ávila, secretario general del Consejo Nacional de Población (Conapo).
El universo de mexicanos que emigra cada año a Estados Unidos es la mitad de los 600 mil que se reportaron en 2005, dijo Ávila, durante la presentación de la primera edición del Anuario sobre migración y remesas, elaborado con la participación del Conapo y de BBVA Bancomer. Mientras 300 mil mexicanos emigran a Estados Unidos, retornan 250 mil, también en el último año, informó Ávila. La migración de mexicanos hacia Estados Unidos es una realidad que va a continuar, expuso el secretario general del Conapo. Adolfo Albo, economista en jefe para México de BBVA Research, expuso que el número de migrantes en Estados Unidos nacidos en México se ha mantenido entre 11.8 y 11.9 millones en los últimos años, hecho que confirma que el flujo migratorio desde México no se ha detenido.
CIUDAD DE MÉXICO Lunes 09 enero 2012
En los últimos 25 años el papel de la mujer ha tenido una transformación relevante, pues constituye ahora más de 40% de la fuerza laboral, 43% de la mano de obra agrícola y más de la mitad de la matrícula universitaria del mundo. Además, hay más niñas y mujeres alfabetizadas que en ningún momento de la historia, aunque de acuerdo con el Informe sobre el Desarrollo Mundial 2012: Igualdad de género y desarrollo, elaborado por el Banco Mundial (BM), en algunos aspectos los progresos hacia la igualdad de género han sido limitados, incluso en los países desarrollados.
Las niñas y las mujeres pobres y las que viven en zonas remotas, sufren discapacidad o pertenecen a grupos minoritarios siguen rezagadas. El número de niñas y mujeres que mueren en la infancia y en la edad reproductiva todavía es excesivo, y las mujeres siguen quedando atrás en lo que respecta a ingresos y productividad, así como al peso que se otorga a su opinión en la sociedad.
Por ejemplo, la probabilidad de que una mujer muera durante el parto en África al sur del Sahara y en partes de Asia meridional todavía es comparable a la de Europa septentrional en el siglo XIX. El hijo de una familia rica de una zona urbana de Nigeria -tanto si es niño como niña- tendrá una escolarización media de 10 años, mientras que las niñas de zonas rurales pobres de la etnia hausa asistirán a la escuela menos de seis meses en promedio.
La tasa de mortalidad de las mujeres es superior a la de los hombres en los países de ingreso bajo y medio si se compara con la de los países de ingreso alto, especialmente en los años decisivos de la infancia y la primera niñez, así como en el periodo reproductivo. El divorcio o la viudez hacen que muchas mujeres se queden sin tierras y pierdan sus bienes. Las mujeres se siguen concentrando en sectores y ocupaciones considerados "femeninos", en muchos de los cuales reciben una remuneración inferior a la de los hombres.
De acuerdo con el informe del Banco Mundial, también hay más probabilidades de que las mujeres sean víctimas de violencia doméstica y sufran lesiones más graves. Y en casi todos los lugares la representación de las mujeres en la política y en puestos superiores de gestión en las empresas sigue siendo muy inferior a la de los hombres. La igualdad de género puede tener importantes efectos en la productividad.
Para que una economía aproveche todo su potencial, las habilidades y los talentos de las mujeres deben dedicarse a actividades que hagan un uso óptimo de esas capacidades. Sin embargo, esto no es siempre así, dice el informe del organismo financiero. Cuando hay una subutilización o una mala asignación de la fuerza de trabajo femenina -porque las mujeres se topan con discriminación en los mercados o en las instituciones de la sociedad, lo que les impide completar su educación, ingresar en determinadas ocupaciones y obtener la misma remuneración que los hombres- el resultado es una pérdida económica. En los últimos 25 años, muchas cosas han cambiado para mejor para las mujeres y las niñas de los países en desarrollo.
Por ejemplo, la esperanza de vida al nacer de las mujeres ha aumentado entre 20 y 25 años en la mayoría de regiones en los últimos 50 años, hasta alcanzar los 71 años en todo el mundo en 2007, en comparación con 67 años en el caso de los hombres. Los cambios han sido mucho más rápidos que cuando los países que hoy son ricos eran más pobres. Se necesitaron más de 100 años para que el número de hijas e hijos nacidos de una mujer en Estados Unidos disminuyera de 6 a 3; para la misma reducción se necesitaron poco más de 35 años en India y menos de 20 en Irán.
El mismo patrón puede observarse con respecto a la enseñanza primaria. En Estados Unidos se necesitaron 40 años (de 1870 hasta 1910) para aumentar de 57% a 88% la inscripción de las niñas de 6 a 12 años de edad; Marruecos consiguió un incremento similar para ese grupo de edad en poco más de una década (de 58% en 1997 a 88% en 2008).
En contraste con los ámbitos donde se han registrado grandes progresos, para muchas mujeres y niñas los cambios han sido lentos o no se han producido en absoluto respecto de muchas otras dimensiones de la igualdad de género. Las desventajas en materia de salud que se manifiestan en el exceso de mortalidad relativa de niñas y mujeres responden a esta categoría.
Las tasas de mortalidad de las niñas y mujeres en relación con las de los hombres son más elevadas en los países de ingreso bajo y medio que en los de ingreso alto. Para cuantificar este exceso de mortalidad femenina y descubrir las edades en que se produce, en el presente informe se cuantificó este exceso de mortalidad femenina para todas las edades y en todos los países en 1990, 2000 y 2008.
El exceso de mortalidad femenina en un año determinado representa el número de mujeres que no habrían fallecido en el año anterior si hubieran vivido en un país de ingreso alto, luego de considerar el entorno global de salud del país en que viven. A nivel mundial, el exceso de mortalidad femenina después del nacimiento y las niñas "de menos" al nacer representan anualmente casi 4 millones de mujeres menores de 60 años. Aproximadamente dos quintas partes de ellas no llegan a nacer, una quinta parte muere durante la infancia y la niñez y las dos quintas partes restantes lo hacen entre las edades de 15 y 59 años.
México. Lunes 10 de diciembre de 2012, p. 30
El gobierno federal pretende que el próximo año se incrementen 221 por ciento los subsidios para las industrias de alta tecnología, pero que se reduzca en 23.5 por ciento los destinados a mujeres rurales, y en 42 por ciento los aplicados para microempresarios a través de los programas de subsidios de la Secretaría de Economía (SE), de acuerdo con el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2013.
Creado en 1998 para fomentar las actividades productivas e impulsar el autoempleo de las mujeres en situación de pobreza, el Fondo de Microfinanciamiento a Mujeres Rurales (Fommur) contó este año con 258 millones 298 mil pesos, pero para 2013 sólo se prevé asignarle 197 millones 532 mil pesos, 23.5 por ciento menos. Un millón y medio de mujeres obtuvieron con Fommur un millón 958 mil créditos desde 2001 hasta septiembre de 2012, según cifras oficiales, y el gobierno anterior lo presentaba como un programa muy exitoso dado el compromiso de pago asumido por las beneficiarias y el mejoramiento en sus niveles de vida a partir del financiamiento y capacitación.
También el programa nacional de financiamiento al microempresario sufrirá un recorte presupuestal, al pasar de 269 mil 268 millones de pesos este año a 155 mil 492 millones para 2013, una reducción de 42 por ciento.
En cambio, se triplicarán los recursos para el programa para el desarrollo de las industrias de alta tecnología (Prodiat), por el que la SE otorga subsidios hasta de 4.5 millones de pesos a empresas que fabrican maquinaria, equipo y accesorios de computación, comunicación, medición, electrónica, de transporte o vehículos automotores para impulsar el crecimiento de las ventas, producción, empleo, valor agregado, productividad y competitividad de las industrias de alta tecnología mediante el apoyo de carácter temporal para la realización de proyectos que atiendan fallas de mercado.
De un presupuesto de 51 millones 224 mil pesos que tuvo el Prodiat en 2012, para 2013 subirá a 164 millones 560 mil pesos, 221 por ciento más. En conjunto, a Fommur y al Programa Nacional de Financiamiento al Microempresario se les plantea quitar 174.5 millones de pesos y a Prodiat agregarle 113 millones. Este año la SE contó con 18 mil 622.8 millones de pesos para 11 diferentes programas y fondos de subsidios para pequeños productores y empresas, centrales de abasto e industrias de alta tecnología y software. Para 2013 las autoridades solicitan un incremento de 9.45 por ciento, para llegar a 20 mil 383.2 millones de pesos en subsidios.
De los 11 programas todavía existentes, se mantendrán nueve, se agrega como nuevo el Fondo Emprendedor, con 500 millones de pesos anunciado apenas el viernes pasado, y desaparecen dos: el programa de creación de empleo en zonas marginadas y el fondo sectorial de innovación, que este año tuvieron 410 mil 440 millones de pesos en conjunto. Los otros cinco programas que se mantienen como Fonaes, Fondo Pyme, el programa para el desarrollo de la industria del software, y el programa para impulsar la competitivad en zonas industriales tendrán un incremento de 3.7 por ciento al subir 37.5 millones de pesos en conjunto. Se reducen los de proyectos estratégicos para atraer inversión extranjera en 216 millones de pesos, 86.6 por ciento, y el de competitividad en logística y centrales de abasto en 216 millones, 134 por ciento.
Además, pese al incremento general del presupuesto para estos programas disminuye la proporción de subsidios en comparación con los recursos que se requieren para servicios personales, gastos de operación e inversión física. Así, este año los subsidios representaban 45.81 por ciento de los 18 mil 622.8 millones de pesos, pero para 2013 se prevé que sea 42.3 por ciento de los 20 mil 383.2 millones de pesos solicitados. En términos reales y excluyendo gastos de operación, servicios personales, de inversión y otros, los subsidios que aplica la SE sólo subirán 92 millones de pesos.
América Latina se caracteriza, también, por los contrastes en la situación de las mujeres frente a la de los varones, y de las mujeres entre sí. Profundos cambios demográficos (el aumento de la esperanza de vida, el descenso del número de hijos por mujer, y los cambios en las dinámicas familiares) han acompañado los progresos evidentes de las mujeres de la región en términos de acceso a la educación, de participación en el mercado de trabajo, y de participación política.
Las desigualdades existentes en la región no son aceptables y no se condicen con las condiciones materiales alcanzadas. Tampoco tienen justificación la mortalidad materna, el embarazo en adolescentes, el empleo precario o la desmesurada concentración del trabajo doméstico no remunerado en manos de las mujeres, y mucho menos la violencia de género.La participación laboral de las mujeres durante los últimos 50 años ha sido destacada como un factor decisivo en el desarrollo. Ha influido en el descenso de la fecundidad, lo que a su vez ha facilitado su acceso al mercado laboral. La educación también ha sido un factor de empoderamiento y de superación de la pobreza. Sin embargo, aún son muchas las mujeres pobres, e incluso las educadas siguen obteniendo menores ingresos que sus pares hombres. El aumento de la participación política de las mujeres ha cambiado el paisaje democrático, pero quienes llegan a los niveles más altos de representación aún deben enfrentar techos de cristal o barreras culturales y financieras que les impiden ejercer su ciudadanía política con más independencia y recursos.
Los indicadores de autonomía física del OIG revelan los obstáculos que enfrentan las mujeres en la región para decidir libremente acerca de su sexualidad y la reproducción, y para ejercer el derecho a vivir una vida libre de violencia.
Durante 2011, se registraron 466 muertes de mujeres ocasionadas por su pareja o expareja íntima en diez países de la región (Chile, Costa Rica, Colombia, El Salvador, Nicaragua, Paraguay, Puerto Rico, Perú, República Dominicana y Uruguay).
Ese mismo año, se registraron 1.139 homicidios por razones de género en ocho países de la región (Chile, Costa Rica, El Salvador, Nicaragua, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay).
Esto muestra que un 29,4% de los asesinatos de mujeres por razones de género, en este grupo de países, fueron provocados por sus novios o exnovios, esposos o exesposos, convivientes o exconvivientes.
Se constata así una leve disminución respecto del año anterior (30,9%) en la proporción de muertes de mujeres por su pareja o expareja íntima respecto de los homicidios de género.
El incremento de la presencia de las mujeres en la presidencia de los gobiernos de la región, el parlamento, el poder judicial y otros ámbitos de toma de decisiones es parte de la presencia y el reconocimiento de un nuevo sujeto de la política y de los cambios que experimentan las democracias de la región, lo que ha modificado la imagen y el hacer de los espacios de poder. En los últimos seis años, han sido electas presidentas seis mujeres en América Latina y el Caribe.
En cuanto a los indicadores de autonomía en la toma de decisiones, se tratan de la presencia de las mujeres en los espacios deliberativos de los distintos niveles de los poderes del Estado y a las medidas orientadas para promover su participación plena y en igualdad de condiciones
Estos indicadores del OIG señalan la evolución del acceso de las mujeres a los puestos de toma de decisiones en el más alto nivel de ese poder del Estado, la participación de las mujeres en los gabinetes a lo largo de los tres últimos períodos presidenciales de los que se dispone de información
Permite tener una aproximación a la decisión política de los gobiernos respecto de la participación de las mujeres en cargos de alto nivel en la toma de decisiones y observar el tipo de ministerios que se les asignan.
La representación parlamentaria de las mujeres en América Latina y el Caribe comienza a elevarse a partir de la década de 2000, como resultado de las leyes de cuotas. En la región, la cuota o la paridad para cargos de elección popular ha sido tipificada en 14 países, en la actualidad, 12 países la han implementado. La proporción de mujeres que integran los parlamentos nacionales, como promedio regional, de 23,2% en 2012, es superada por 10 de los 33 países. Entre ellos están la Argentina (37%), Costa Rica (39%), el Ecuador (32%), Bolivia (Estado Plurinacional de) (25%) y México (26%), todos los cuales cuentan con leyes de cuotas o de paridad implementadas. También se observan resultados significativos en Cuba (45%) y en Nicaragua, donde la proporción de mujeres en el parlamento aumentó casi al doble, del 21% al 40% en las últimas elecciones.
En la última década la participación de las mujeres en los máximos tribunales de justicia ha aumentado en forma considerable, desde un promedio del 10% en 2001 hasta el 22,6% en 2011.
En la mitad de los países de América Latina la presencia de mujeres en el máximo tribunal de justicia supera el promedio regional del 23%.
Las mujeres sufren de una diferencia en la calidad del empleo en comparación a los hombres. Empleo vulnerable, que comprende trabajadores familiares y trabajadores por cuenta propia (a diferencia de los asalariados). Las mujeres siguen enfrentándose a muchos obstáculos para entrar en los mercados de trabajo. Estas barreras no sólo contener las mujeres, sino que también frenan el crecimiento económico y el desarrollo en países con grandes brechas de género.
En 2012, hubo una brecha de género global de 2,3 puntos porcentuales, con una mayor proporción de mujeres con empleo vulnerable (50,4 por ciento de las mujeres empleadas, en comparación con el 48,1 por ciento de los hombres). Dentro de la categoría de vulnerable, una mayor proporción de hombres son trabajadores por cuenta propia, mientras que una mayor proporción de las mujeres son trabajadoras familiares auxiliares.
El porcentaje más alto de mujeres aportando mano de obra familiar hizo caso omiso de la mayor participación de los hombres en el trabajo por cuenta propia, dando como resultado la brecha de género en la vulnerabilidad. Entre 2002 y 2007, la brecha de género en el desempleo se mantuvo constante en alrededor de 0,5 puntos porcentuales, mayor es la tasa de desempleo femenino en el 5,8 por ciento, frente al desempleo masculino en el 5,3 por ciento (con 72 millones de mujeres desempleadas en comparación con el empleo mundial de 1,2 mil millones en 2007 y 98 millones de hombres desempleados en comparación con su empleo global de 1,8 millones de dólares).
La crisis planteó esta brecha de género en 0,7 puntos porcentuales para 2012 (la destrucción de 13 millones de empleos para las mujeres). El análisis de las tendencias regionales muestran que, durante 2002 y 2007, las mujeres tenían mayor las tasas de desempleo que los hombres en África, Asia meridional y sudoriental, y América Latina, mientras que en el Este de Asia, Europa Central y Oriental y, más recientemente, la economías avanzadas, había brechas negativas de género en las tasas de desempleo (tasa de desempleo masculino más altas que las femeninas).
La brecha global de género en la relación empleo-población, entre 2002 y 2007 avanzó hacia abajo, pero se mantuvo alto en 24,6 puntos. La reducción de la diferencia de 2002 a 2007 fue particularmente fuerte en América Latina y el Caribe, las economías avanzadas, África y Oriente Medio.
La diferencia de pre-crisis aumentó significativamente en una sola región, Europa Central y del Este. Esta reducción pre-crisis de la brecha de género en la relación empleo-población se basó en históricamente altas tasas de crecimiento de empleo para las mujeres del 1,8 por ciento, en comparación a los hombres en 1,6 por ciento, a partir de una base muy baja para las mujeres. Una vez más este lugar para todas las regiones. Sin embargo, el período de la crisis ha tenido un cambio históricamente alto en las tasas de crecimiento del empleo para las mujeres, disminuyendo por debajo de ellos los de los hombres en un 0,1 puntos porcentuales, y sin retorno proyectado a la tendencia anterior hasta el año 2017.
Este cambio en las tasas de crecimiento del empleo durante el período de la crisis, a su vez, invirtió la tendencia hacia la convergencia débil en la relación empleo-población que había sido en su lugar. Tres regiones aumentaron sus brechas de género en las tasas de población-empleo; Sur de Asia, Europa Central y del Este, Oriente Medio y marginalmente este de Asia.
En 2012 y a nivel mundial, un tercio de las mujeres estaban empleadas en la agricultura, cerca de medio de los servicios, y un sexto en la industria. En las últimas dos décadas la mayoría de las mujeres salieron de la agricultura y se insertaron directamente en los servicios, lo que ocurre principalmente en las economías en desarrollo. En las economías avanzadas, el empleo femenino en la industria se redujo a la mitad, acaparando más del 85 por ciento de ellas en los servicios, principalmente en educación y salud.
Informe Global Employment Trends for Women
El Informe de brecha de género mundial evalúa los países en función de su capacidad para cerrar la brecha de género en cuatro áreas fundamentales: acceso a atención médica, acceso a educación, participación política e igualdad económica. En los campos de salud y educación, si bien existen brechas críticas en algunos países como Pakistán, Etiopía, Yemen y Benín, el progreso ha sido marcado a nivel mundial con el cierre del 96% de las brechas de salud y el 93% de las brechas de educación en las 135 economías evaluadas en el informe.
El índice del Informe de la brecha de género mundial examina a 135 países, que representan más del 93% de la población mundial, sobre el modo en que se dividen los recursos y las oportunidades entre las poblaciones masculinas y femeninas. El informe mide el tamaño de la brecha de desigualdad de género en cuatro áreas:
Se ubica a los países nórdicos en los primeros puestos, dado que Islandia, Finlandia, Noruega y Suecia han cerrado cerca del 80% de sus brechas de género. En la parte inferior del ranking, algunos países todavía deben cerrar sus brechas cercanas al 50%, mientras que más de la mitad de esos países encuestados no pudieron cerrar su brecha económica de género en más del 5% durante los últimos siete años.
En comparación, la brecha económica de género mundial ahora se sitúa en el 60%, mientras que solo se cerró el 20% de la brecha en participación política. A largo plazo, esto refleja una mejora en la situación económica de las mujeres en un tercio de los 135 países encuestados, entre ellos, las cuatro economías más importantes del mundo: EE. UU., China, Japón y Alemania. No obstante, el progreso ha sido lento. Solo nueve países han mejorado en más del 10% durante los últimos siete años y 75 países han mejorado menos del 5%.
Europa domina el ranking anual de los 10 mejores, con Islandia en el primer puesto ya que cuenta con la mejor puntuación general en logros educativos y participación política, seguido por Finlandia, Noruega, Suecia e Irlanda, respectivamente. En los puestos siguientes se encuentran Dinamarca y Suiza. Italia, Grecia y Turquía están en los últimos puestos.
En América del Norte, Estados Unidos cayó cinco puestos y se ubica en la posición 22º debido a un porcentaje menor de mujeres en cargos para la toma de decisiones políticas. Mientras tanto, en Latinoamérica, Nicaragua ocupa el 9º puesto del ranking mundial. Brasil avanza 20 lugares gracias a las mejoras en la educación primaria y a la cantidad de mujeres en puestos ministeriales.
El país asiático mejor ubicado en el ranking es Filipinas, principalmente debido a su éxito en la participación en salud, educación y economía. China, que es el segundo país ubicado más bajo en el ranking según el subíndice de salud y supervivencia debido a una proporción de hombres y mujeres sesgada en el nacimiento, goza de una alta calificación en términos de participación de mano de obra femenina (74%). Japón y Corea del Sur se ubican entre las economías OECD con las calificaciones más bajas. India se encuentra en el último lugar del ranking de economías BRIC, mientras que Pakistán se ubica entre los 10 países con peor calificación con respecto a educación primaria, secundaria y alfabetización.
En el mundo árabe, Emiratos Árabes Unidos continúa en el primer lugar con una participación femenina en economía superior al promedio y paridad en educación. También se incluye una brecha de género inversa en la educación terciaria, donde las mujeres inscriptas triplican a los hombres. Siria, cuyos datos fueron recopilados antes del ataque de la guerra civil, cayó tres lugares y se ubica en el puesto 132, por detrás de Arabia Saudita, que mejoró aproximadamente un 10% con respecto a su puntuación en 2006. Yemen sigue ubicándose en la última posición entre los países árabes, a pesar de su avance desde 2006.
El país del continente africano subsahariano mejor ubicado es Lesoto. Descendió cinco lugares en igualdad salarial por trabajo similar e ingresos percibidos estimados, pero sigue siendo el único país de la región que ha cerrado su brecha de género en logros educativos y subíndices de salud y supervivencia. Forma parte de los 20 mejores con África del Sur, mientras que Mali, Costa de Marfil y Chad son los peor posicionados.
CIUDAD DE MÉXICO (09/MAY/2012)
En México, tres de cada 10 hogares son encabezados por mujeres, lo que refleja un aumento de la presencia de ese sector en la economía y el mercado laboral, informó María de Jesús López Amador, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.
La experta de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) refirió que en 1970, la participación de las mujeres era de 17 por ciento, y en 2010 aumentó hasta 39 por ciento, lo que significa que ahora cuentan con mayor autonomía, independencia e influencia en la vida pública.
Demuestra también, añadió en un comunicado, la capacidad de gestión, administración y solvencia económica para mantener a quienes de ellas dependen. La dinámica de la manutención y de la economía familiar funciona debido a estas directoras y conductoras del hogar.
En el marco del Día de la Madre, que se conmemora el 10 de mayo, López Amador indicó que las entidades federativas que concentran el mayor número de estas familias son además del Distrito Federal, Morelos, Veracruz, Baja California, Guerrero y Colima, expulsores de mano de obra a Estados Unidos.
La también integrante de la Unidad de Investigación Economía del Trabajo y la Tecnología del IIEc, explicó que la jefatura femenina aumenta porque quedan solas debido a la migración de sus cónyuges y la situación económica las obliga a responsabilizarse de su familia.
Más de 60 por ciento de ese segmento, agregó, labora en el sector servicios: en el área social, como educadoras y enfermeras; en la administración pública, sector financiero, comercio, y como consultoras, asesoras y vendedoras por casa, además de empleos informales.
Recordó que la categoría jefatura de hogar refiere a la persona que lo dirige, y que mantiene económicamente a la familia. Siete de cada 10 mujeres con esa responsabilidad cuentan con una plaza laboral, formal o informal. De sus ingresos dependen, en promedio, entre tres y cinco personas, como hijos y personas de la tercera edad.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, (INEGI), en 2010 el promedio de ingresos nacional en zonas urbanas era de ocho mil 500 pesos, superado por las familias encabezadas por hombres, hasta llegar a 10 mil pesos.
Los núcleos dirigidos por mujeres alcanzaron retribuciones de entre seis mil y seis mil 500 pesos. En el medio rural, el promedio es de cuatro mil 500 en el primer caso, y de tres mil a tres mil 500 para el segundo. Estas diferencias salariales profundizan las brechas económicas y ocupacionales entre ambos géneros, subrayó.
Del total de hogares con jefatura femenina, cerca de 50 por ciento está en condiciones vulnerables. Esto refleja el nivel educativo de ellas, que explica los trabajos con bajos salarios que desempeñan, la falta de protección y seguridad social.
Tras el primer aniversario de ONU MUJERES, este informe tiene como fin manifestar cómo con una mayor participación y mayores oportunidades para las mujeres se puede lograr un mayor desarrollo de toda índole.
De acuerdo al Banco Mundial (BM), para 2012 se encontró que la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres en el empleo, prodría aumentar la productividad por trabajador/a hasta en un 40 por ciento.
Por su parte, la Organizacion de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que al brindarle a las agricultoras el mismo acceso que a los hombres respecto a los medios de trabajo, se incrementaría la productividad agrícola siendo capaz de alimentar entre 100 y 150 millones de personas.
A pesar de que en las últimas dos décadas el crecimiento económico mundial resultó excepcional con un aumento del 75%, no fue un crecimiento equitativo puesto que más de una de cada cuatro mujeres vive dentro de la pobreza extrema. A diferencia de lo que sucedes en paises con mayor igualdad ya que son mas competitivos y tienen un crecimiento más rápido.
Lo que se busca es una ampliaciín de la presencia en la política y asuntos municipales, eliminación de la violencia contra las mujeres, la ampliación en la incidencia de las mujeres en la paz y la seguridad, y la conversi´´on de la igualdad de género como el elemento central de los planes y presupuestos públicos.
El siguiente documentos hace un análisis de éstos temas abarcando todas las regiones del mundo y hace notar que a pesar de los grandes cambios y los avances al respecto aún sigue existiendo la discriminación de género que se trata en las barreras en cuanto a la toma de decisiones, en el mercado laboral, los servicios financieros, la educación, la capacitación entre otros.
En las últmas décadas, América Latina ha sido testigo del empoderamiento económico y social de las mujeres. Siendo que la participación femenina incrementó en un 15 por ciento, aunque ésta participación sigue siendo mucho menor que la masculina (83 por ciento).
La ocupación por segregación de género todavía prevalece con todo y que ahora participan más las mujeres en sectores dominadis por hombres. Sin embargo las mujeres tienden a concentrarse en sectores de baja remuneración y baja productividad. Lo cual puede explicarse por las diferencias en los niveles de experiendia laboral entre varones y féminas, ya que éstas últimas muchas veces tienden a interrumpir sus carreras o porque requieren balancear sus vida entre una formación profesional y el trabajo del hogar.
También se han reducido las brechas de género en téminos de educación, acceso a los servicios de salud y en la participación, como se mencionaba, de la fuerza tanto laboral como política.
Cabe mencionar que, aún con estas señales de progreso, sigue siendo significativa la existencia de dichas brechas de género y más en el medio rural, los hogares de bajos ingresos y algunos grupos étnicos. Además dentro de la región latinoamericana, la población inidígena tiende a presentar mayores índices de discriminación, extrema pobreza e inequidad de género, aunado a que las mujeres indígenas cuentan con una mayor desventaja tanto por su etnicidad como por su género femenino.
Por nombrar algunas cifras, una de cada ocho mujeres latinas trabaja en el servicio doméstico, que constituye el 12 por ciento del empleo urbano de mujeres y el 27 por ciento del sector de economía informal. La participación femenina dentro de este sector evidencia la prevalencia de las brechas de género puesto que son más altas.
A continuación, se presenta el informe del Banco Mundial que trata todos los asuntos de brechas de género dentro de la región de América Latina abarcando tanto el sector de la economía formal e informal.
El período posterior a la crisis financiera mundial ha estado marcada por el retroceso en el realización de los derechos sociales y económicos para muchas personas en muchos países. El fracaso de los gobiernos para implementar una regulación adecuada de los mercados financieros y las instituciones durante las tres décadas que condujo a la crisis es un fracaso para cumplir la obligación del estado de los derechos humanos para proteger los derechos de las acciones de terceros partes que pudieran amenazar los derechos.
Las políticas de austeridad fiscal que se han implementado en algunos países a raíz de la crisis han agravando más el impacto adverso de la crisis financiera en el disfrute de los derechos económicos y los derechos sociales. La crisis demuestra que la acción o falta de acción de un país puede afectar dramáticamente la realización de los derechos en otros lugares. En términos más generales, ya sea monetaria, fiscal, y las políticas de tipo de cambio están alineadas con las preocupaciones más urgentes de la vida social; justicia, derechos humanos y desarrollo sigue siendo un tema crítico.
Una perspectiva de los derechos humanos proporciona una comprensión mucho más rica de lo que hay por hacer. Por ejemplo, la realización del derecho a la alimentación requiere no sólo el final de la desnutrición sino la comprensión de las políticas agrícolas, acceso de las mujeres a la tierra, el impacto del comercio y el papel de la agroindustria en definir el acceso a la alimentación.
Dentro de los derechos humanos en el marco de desarrollo post 2015, las cuestiones de género deben abordarse en términos de los derechos de realización de la mujer (tal como se expone en el todos los tratados de derechos humanos, económicos, sociales y culturales, así como civiles y política), la igualdad de género debe ser abordada en relación con la Convención La eliminación de todas las formas de discriminación Contra la Mujer (CEDAW).
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) no tienen como objetivo "la realización de los derechos de la mujer", sino que de acuerdo al Objetivo 3 fue "promover la igualdad de género y empoderamiento "de las mujeres y en base a los indicadores siguientes:
En América Latina y el Caribe, entre el 8% y el 30% de las explotaciones están a cargo de una mujer, tendencia que ha venido en aumento en los últimos años. Lo cual demuestra que las mujeres están teniendo cada vez mayor autonomía económica, y que sus aportes a la seguridad alimentaria, la producción de alimentos y el bienestar social de la región son claves
Así se vislumbra una Feminización del campo, y que si bien existe heterogeneidad entre los países, se observan dos constantes en relación a las mujeres a cargo de explotaciones agrícolas: tienden a encabezar terrenos productivos de menor tamaño en comparación a los encabezados por hombres, y aquellos de menor calidad y potencial agrícola.
También existe una brecha significativa en contra de las mujeres en términos de asistencia técnica, capacitación y acceso al crédito. Para responder a ellos, la FAO señala la necesidad de que los programas de desarrollo rural tengan un tratamiento diferenciado en términos de género, especialmente en las políticas dirigidas a la agricultura familiar, puesto que éstas se adecúan más a su realidad (predios más pequeños, escasos recursos, tecnologías básicas, tierras de menor calidad, etc).
Por lo anterior, es necesario diseñar programas de apoyo que respondan simultáneamente a las necesidades de las mujeres como productoras y como integrantes de una familia.
Los enormes beneficios para la educación de las niñas incluyen:
Además, las niñas que reciben una educación tienden a casarse a una edad más avanzada y criar menos hijos que son más sanos, tienen mejores posibilidades de supervivencia y tienen más probabilidades de ir a la escuela.
A continuación se presentan tres documentos (en inglés) que ilustran cómo la inversión en mujeres promueve un desarrollo más óptimo de las familias. El empoderamiento de las mismas genera un efecto en cadena que conlleva a un inteligente sentido económico y a traer consigo cambios duraderos.
Tanto el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) como el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) muestran que las mujeres en la región latinoamericana ganan sustancialmente menos que sus pares masculinos. Según el estudio "Nuevo Siglo, Viejas Disparidades" del BID, las mujeres latinoamericanas ganan en promedio un 17% menos que los varones. Pero en algunos países esa diferencia es más pronunciada. Tal es el caso de Brasil y Chile, los dos países de América del Sur que históricamente han tenido una mayor brecha salarial entre hombres y mujeres. Pero mientras que el país de Dilma Rousseff ha logrado avances en este sentido en el último año (2012) Chile ha mostrado retrocesos, según revela el último ranking de Igualdad de Género elaborado anualmente por el WEF. De 135 países evaluados por la participación y oportunidades económicas que brindan a las mujeres, Chile ocupa el puesto número 110, una caída respecto al año anterior cuando se ubicaba en el lugar 106. Esto es porque la paridad salarial en este país es una de las peores del ranking: 127, entre los últimos diez medidos. En promedio, los hombres chilenos ganan más que el doble que sus pares femeninas. Pero si bien Chile es la nación sudamericana con peor brecha salarial, el problema no es exclusivo a este país, como demuestra la ubicación en el ranking de sus vecinos del Cono Sur: Argentina (91), Paraguay (100), Brasil (120), Bolivia (121) y Uruguay (122).
LOS PEORES EN AMÉRICA LATINA • Chile: 127 • Uruguay: 122 • Bolivia: 121 • Brasil: 120 • Paraguay: 100 • Argentina: 91 Fuente: Foro Económico Mundial
Hugo Ñopo, autor del estudio del BID, señaló que esto sucede porque muchas de las mujeres trabajan menos horas que sus compañeros hombres. "Un cuarto de las mujeres en la región trabaja medio tiempo comparado con sólo 1 de cada 10 hombres", indicó el especialista. El motivo es claro: para poder ocuparse de sus familias muchas madres están obligadas a trabajar menos horas. Por estas restricciones las mujeres que trabajan en relación de dependencia también tienen menos margen a la hora de negociar sus sueldos. A la vez, los años dedicados a la crianza de los niños hacen que las mujeres tengan menos experiencia laboral, lo cual impacta en sus salarios.
21/01/2013 - Guatemala
Guatemala da un paso adelante en la ratificación del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el que permite que las empleadas del hogar puedan tener derechos iguales a los de los demás trabajadores. Las representantes de la Asociación de Trabajadores del Hogar, a Domicilio y Maquila (Atrahdom) se reunieron con la Viceministra de Trabajo y acordaron que el 22 de febrero se realizará la consulta reglamentaria para ratificar el convenio. Se reunirán expertos del Ministerio, representantes del Cacif, como sector empleador, y las líderes de la asociación. Ese día deberán discutir sobre la viabilidad de implementarlo y los beneficios para el país, estarán acompañados por expertos de la OIT y de Naciones Unidas. Es el principio de un camino largo para que se ponga en práctica. Después de esa reunión y si los resultados son positivos, deberá trasladarse al Ministerio de Relaciones Exteriores. Cancillería debe enviarlo al Presidente de la República y él solicitar al Congreso que lo convierta en ley. “Sería un regalo para el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, que el Presidente lo pase al Congreso” dice Martiza Velázquez, directora de Atrahdom. El convenio reconoce, entre otras cosas, que las empleadas deben tener jornadas laborales de ocho horas diarias y vacaciones pagadas, también recibir el salario mínimo. La ley actual solo les permite seis horas de descanso el domingo. De momento las trabajadoras descartan denunciar al país ante la OIT, como lo habían sugerido la semana pasada.
A mediados de los 90s se planteaba que la pobreza se estaba "juvenilizando"[1], argumentos que señalaban las consecuencias que la pobreza y los déficits experimentados al inicio de la vida podían acarrear en el desarrollo futuro de la población infantil y su trayectoria por las etapas posteriores del ciclo de vida.
Desde la perspectiva económica, se considera conveniencia de reorientar las políticas públicas hacia este tipo de intervenciones, destacando que las políticas orientadas a la infancia son altamente rentables para las sociedades, resolviendo a la vez objetivos de equidad y eficiencia, debido a sus importantes efectos sobre las etapas posteriores del desarrollo de los individuos.
La desigualdad entre grupos nacidos en distintos momentos del tiempo, identifica no las diferencias que existen en el bienestar de distintos grupos de edad, sino en cómo el bienestar -o los déficits- se transmiten de una generación a la siguiente -lo que se asocia a la idea de reproducción intergeneracional de la pobreza- o en cómo evoluciona el acceso al bienestar de las generaciones a lo largo del ciclo de vida.
Para América Lartina, el tema empezó a sonar a mediados de los 90's, en ese momento, diversas investigaciones señalaban la relevancia de estudiar los déficits que se concentraban en los primeros años del ciclo vital y sus implicancias para las posibilidades de acceso al bienestar de la población en las décadas siguientes, que indicaban la fuerte asociación que existía entre pobreza y presencia de niños en los hogares, así como entre la pobreza entre niños y adolescentes y algunas configuraciones familiares.
A finales de la década e inicios de la siguiente, la preocupación por el bienestar de las generaciones más jóvenes dio un giro importante, alertando sobre la progresiva sobrerrepresentación de los niños, adolescentes y jóvenes en la pobreza por ingresos en la comparación con el conjunto de la población y con otros grupos etarios.[2]
El Panorama Social de América Latina publicado en el año 2000 , planteaba que la pobreza entre las generaciones más jóvenes era más alta que la del total de la población. Otro estudio regional publicado un año después llegaba a conclusiones similares dado que señalaba que la pobreza se había reducido mucho menos entre los hogares con presencia de niños y adolescentes, lo que implicaba una sobrerrepresentación progresiva de la población infantil y adolescente en las categorías de pobreza y confirmando, una vez más, que esta población seguía siendo la más afectada por la pobreza y la indigencia. Cierto es que no todos los países reflejaban la misma distribución etaria de la pobreza e idéntico nivel de avance en el llamado proceso de "infantilización de la pobreza".
Se utilizan tres indicadores distintos para reflejar el fenómeno, en base al cálculo de pobreza absoluta: la razones o ratios entre i) la pobreza en niños y adolescentes y la pobreza en las edades típicamente activas - 18 a 64 años, ii) la pobreza en niños y adolescentes respecto a la pobreza total[3] iii) la pobreza en niños y adolescentes respecto a la pobreza en los adultos mayores de 65 años y más.
En algunos países -la Argentina, Chile, Panamá y el Brasil- la pauta de la desigualdad etaria ya se observaba con mayor fuerza. También en el Uruguay, el país que históricamente había mostrado menores niveles de pobreza y desigualdad, se registraba un comportamiento diferencial de la reducción de la pobreza entre distintos grupos etarios que dejaba a los niños y jóvenes sobrerrepresentados en esa categoría, lo que lo convirtió en un caso de especial atención para los investigadores. Un segundo grupo de países presentaba niveles "intermedios" de pobreza en la comparación regional y, al mismo tiempo, una proporción de pobreza más alta en las generaciones más jóvenes, con una tendencia a la baja en las edades típicamente activas y un nuevo repunte de pobreza en las edades más avanzadas. En algunos casos, como Colombia, este repunte era más leve, mientras que en otros, como México, Venezuela (República Bolivariana) y muy especialmente Costa Rica era muy marcado.
[1] Refiriéndose al aumento de la pobreza en población infantil.
[2]CEPAL, 2000; Kaztman y Filgueira, 2001.
[3] Kaztman y Filgueira, 2001
Hace demasiado poco tiempo que las mujeres luchan por su efectiva equiparación en todos los ámbitos de la sociedad; de hecho, el voto femenino se aceptó por primera vez en el mundo a principios del siglo XX. Aún hoy, existen muchas diferencias tangibles, tanto en la progresista cultura del primer mundo como en los países en desarrollo.
Tomar conciencia de que todas las personas somos iguales y valemos lo mismo es fundamental e indiscutible. Hoy por hoy, nos indignaríamos si comprobásemos diferencia de trato evidente entre dos hombres de distinta raza. Sin embargo, conocemos que la mujer cobra menos por hacer lo mismo, tiene el acceso a puestos de liderazgo inconscientemente restringido, no se le facilita educación en demasiados casos, es asesinada por motivos culturales…y, mientras, permitimos que siga ocurriendo.
Un repaso a las cifras puede que nos haga ser más conscientes de la realidad, para que no lleguemos a caer en el error de creer que todo esto ocurre en un mundo que no es el nuestro. Los objetivos que la ONU estableció en el “Proyecto del Milenio” en septiembre del año 2000, están justo en la mitad de su plazo de cumplimiento, marcado para 2015 (www.un.org/millennium/declaration). Esta Declaración pretende conseguir un mundo mejor, y en ella se han implicado y comprometido 191 gobiernos. No es casualidad que la tercera de sus ocho metas generales consista en promover la igualdad de géneros y el fortalecimiento del papel femenino en la sociedad, lo que implica igualdad en todos los niveles de la educación y en todos los ámbitos de trabajo, el control equitativo de los recursos y una representación igual en la vida pública y política. Es un dato determinante que la participación de las mujeres en los puestos de decisión política se encuentre en la actualidad en las cotas más altas conocidas y, sin embargo, aún suponga únicamente el 16.3 %.
Tal y como afirma la Asesora Especial de la ONU en cuestiones de género, Rachel Mayanja, “hay otros ámbitos donde las mujeres siguen siendo invisibles y sus voces siguen sin ser oídas”, como la empresa, la universidad, la sociedad civil y la justicia. De hecho, sólo uno de cada cinco empleadores en el mundo es mujer, igual que son mujeres dos tercios de las personas que trabajan sin remuneración, según la ONU. Del mismo modo, exclusivamente la tercera parte de los emprendedores del mundo son mujeres -según el estudio Global Entrepreneurship Monitor-, aunque es una cifra en aumento, sobre todo en países con niveles de renta baja. Así, comprobamos que en Perú, por ejemplo, este porcentaje es del 39.3 %, mientras que en España llega sólo al 5.7%. Esta diferencia se debe a que la motivación varía según el nivel económico de cada nación; efectivamente, mientras en el primer mundo iniciar una actividad empresarial se trata de una cuestión de “oportunidad” de negocio, en el resto lo que mueve a la mujer emprendedora es la “necesidad”, que explica su alto grado de implicación. No hay que olvidar el papel fundamental de los microcréditos para hacer posible la puesta en marcha de estas acciones. Podemos comprobar también cómo la mujer avanza en su incorporación al mundo laboral en el índice de natalidad.
En España, por ejemplo, este índice ha disminuido considerablemente en los últimos 30 años, situándose de 3.2 a 1.3 hijos por mujer fértil. La emigración femenina ha conseguido aumentar algo esta última cifra, constituyendo, además, un motor económico para los países en desarrollo que consigue un trasvase de riquezas real y efectivo, a nivel nacional. Son precisas, no obstante, medidas de apoyo a la maternidad para que una mujer pueda compatibilizar adecuadamente su vida laboral y personal. En este sentido, conviene fomentar actuaciones como la de la Fundación “+Familia”, que otorga desde 2005 un certificado de “empresas familiarmente responsables” a aquellas que cumplan una serie de condiciones favorables en este sentido como flexibilidad de horarios, facilidad en el cuidado de hijos, etc. Otro indicador significativo de la desigualdad entre géneros es el desempleo. Según datos del Observatorio Joven de Empleo en España, la tasa de paro juvenil femenino (entre 16 y 29 años) superó en casi cinco puntos la masculina durante el segundo trimestre del 2007. Se comprueba igualmente que las mujeres en esta franja de edad cobran un 16.89 % menos que los hombres. Ha crecido el peso de las trabajadoras en el total de la población activa, pasando del 35 al 45 por ciento en los últimos treinta años; sin embargo, se las sigue encontrando con más facilidad en puestos de baja responsabilidad. El coste que tiene el hecho de que mujeres con titulación universitaria abandonen la carrera profesional para atender a sus familias ha sido medido por la Cambra de Comerç de Barcelona, para la Comunidad Autónoma de Catalunya, resultando la cifra de mil millones de euros anuales. Un punto decisivo para que todos estos parámetros cambien hacia la verdadera falta de diferencia, a nivel social, entre hombres y mujeres, es la Educación; lo que pensamos y transmitimos sobre estos temas es de impresionante importancia. Eva de la Peña, de la Fundación Mujeres, incide en esta cuestión fundamental: “es necesario que quienes queremos realmente educar en igualdad, reflexionemos, en primer lugar, sobre el sexismo interiorizado que arrastramos; en segundo, lo identifiquemos y, por último, nos atrevamos a cuestionarlo, cambiarlo y transmitirlo”.
La situación de desigualdad más allá del primer mundo es responsable de buena parte del subdesarrollo económico mundial. Allí se encuentran las cifras más alarmantes: - Más del 70 % de los pobres del planeta son mujeres. - De los mil millones de adultos analfabetos del mundo, dos terceras partes son mujeres. - De entre los 100 millones de niños que hay en el mundo sin escolarizar, entre 6 y 11 años, el 70 % son niñas. - Las mujeres no poseen ni el 2 % de las tierras de los países en desarrollo y sólo se les aplica el 10 % de las facilidades de crédito. No tienen acceso a la propiedad, al conocimiento ni a las pequeñas tecnologías agrícolas, cuando resultan ser las grandes responsables de la manutención de los hogares. Las mujeres producen entre el 60 y el 80 por ciento de los alimentos de los países en desarrollo y la mitad de los de todo el mundo. Y, sin embargo, nadie las reconoce en este papel fundamental del que aún nos estamos dando cuenta. Todos estos datos inducen a pensar que algo se nos está escapando. El problema se agrava con el hecho de que el sida sigue causando estragos en la población femenina y persisten problemas como la entrega del salario a padres y esposos, el matrimonio concertado, el asesinato de mujeres acusadas de adulterio, el secuestro de niñas para la explotación sexual infantil, o las ablaciones. Aunque cerrar los oídos a todo esto sea nuestra primera reacción, lo único que consigue es asegurar su continuidad.
Existen soluciones clave para paliar y puede que terminar con esta situación: son el acceso a la educación, a los recursos económicos y a la planificación familiar y reproductiva, entre otras. Está estadísticamente comprobado que las sociedades que mejoran la igualdad entre hombres y mujeres avanzan de modo más rápido y estable. Se reduce la tasa de fertilidad (que supone menos bocas que alimentar y menos personas pobres), así como la de mortalidad de madres y niños. En lo que respecta a la planificación familiar, es preciso que las políticas nacionales inviertan en la mejora de la salud sexual, ya que tiene la consecuencia inmediata de reducir la pobreza. “El acceso a servicios de salud reproductiva puede salvar la vida de las mujeres, lo que a su vez hace que los niños y niñas, las familias y la sociedad entera viva con mayor seguridad”, explica Nils Daulaire, presidente del Consejo Mundial de la Salud (Global Health Council). Una madre que conoce cómo no enfermar de sida, o cómo no tener más hijos de los que puede alimentar, es un seguro de supervivencia y un aumento en la calidad de vida para todas las personas de su familia. Estas medidas aplicadas a todo un país suponen una mejora inevitable de su situación económica y social. En cuanto al acceso a los recursos, según explica Carmen María Gallardo, Presidenta de la Comisión del Estatus de la Mujer en la ONU, “la mujer, de alguna manera, tiene de forma innata la predisposición de ayudar, de crear riqueza para su familia y su entorno…es importante reconocer a nivel internacional que la exclusión de las mujeres empobrece a las sociedades y afecta a la estabilidad económica de un país”.
Asimismo, estudios de la FAO confirman que la mujer es el pilar de la subsistencia a pequeña escala y, sin embargo, encuentra mayores dificultades que el hombre para acceder a los recursos necesarios para ello. Cada vez es mayor el número de hogares encabezados por mujeres en áreas rurales, donde los hombres emigran por falta de empleo o mueren por guerras, en los países en desarrollo. El hecho de que la mujer no consiga acceder a la tecnología y la propiedad para trabajar la tierra, acaba afectando al tipo de alimentación -que será más pobre-, a la mayor implicación de los niños en tareas pesadas para mantener el hogar y, al final del proceso, va en detrimento del capital humano del país. La tercera herramienta clave es la educación de las niñas en particular, que resulta igualmente muy eficaz para combatir la pobreza. No sólo porque aportarán mejores ingresos a su familia sino, principalmente, porque una madre formada sabrá cómo alimentar mejor a sus hijos que crecerán más sanos. Los bebés nacidos de madres sin educación tienen el doble de riesgo de morir antes de los cinco años. Y, en cualquier caso, dejar al 50 % de la población fuera de las aulas hace que un país sea la mitad de competitivo. En definitiva, la escolarización de las niñas reduce costes médicos, disminuye la malnutrición, la pobreza, la mortalidad infantil y fomenta el crecimiento económico de un país.
http://www.mtas.es/mujer/mujeres/cifras/index.htm
http://www.sabiduriaaplicada.com/index.php
http://www.bancomujer.org/home.htm
RIAD, ARABIA SAUDITA (03/FEB/2013)
El ministro de Trabajo saudí, Adel Faqih, anunció que se va a permitir en breve a las mujeres trabajar en las farmacias, que hasta ahora solo emplean a hombres, informaron los medios de comunicación locales. Faqih explicó en un acto de una compañía privada que su ministerio trabaja para preparar un ambiente "seguro y adecuado" que garantice el empleo de las mujeres en las farmacias. El ministro, que no precisó cuándo entrará en vigor la nueva medida, reconoció que su departamento ha afrontado críticas por su programa destinado a ofrecer más oportunidades laborales a las saudíes. En enero del año pasado, las tiendas de productos femeninos de Arabia Saudí empezaron a contratar mujeres para sustituir a los dependientes masculinos, de acuerdo con una resolución del Ministerio de Trabajo. El pasado 11 de enero, además, el rey saudí, Abdalá bin Abdelaziz, decretó la entrada de treinta mujeres al Consejo Consultivo o "Shura", formado hasta ahora solo por hombres. Arabia Saudí es un reino ultraconservador wahabí -rama rigorista del islam- en el que últimamente se han tomado una serie de tímidas reformas aperturistas como la autorización en septiembre de 2011 a que la mujer participe como candidata y electora en las elecciones municipales que se celebran cada cuatro años.
Las mujeres nicaragüenses no solamente representan un poco más de la mitad de la población de Nicaragua, más aún, con el aporte de su trabajo, se han erigido como pilares fundamentales de la economía nacional. Sin embargo, este aporte ha estado invisible como resultado de la socialización patriarcal que les asignó roles socialmente construidos y marcadamente diferenciados al de los hombres. De esta manera, y sin ningún soporte material, se creyó en una división sexual del trabajo donde se ubicó a la mujer como responsable del trabajo doméstico y al hombre del trabajo productivo. Si bien es cierto, la mujer nicaragüense es la principal responsable del trabajo doméstico, también es cierto, y la historia económica de Nicaragua lo demuestra, que las mujeres nicaragüenses siempre han estado incorporadas al trabajo productivo.
Las investigaciones de FIDEG, a lo largo de la década recién pasada, muestran la real participación de las mujeres en la economía de Nicaragua. Los principales resultados de estas investigaciones muestran lo siguiente:
a) Las mujeres le dan mucha importancia a la alimentación, salud y educación de su familia y no les queda dinero para ahorrar. Como muchas mujeres afirman, cuando reciben su dinero ya lo deben en la pulpería o en la farmacia.
b) Las mujeres ganan mucho menos que los hombres y todo lo que perciben lo tienen que gastar
c) Las mujeres solas, jefas de hogar, no tiene nadie que les apoye en la manutención de sus familias, por lo tanto, les es imposible ahorrar.
d) Debido a la fuerte irresponsabilidad de muchos hombres, ellos entregan a las mujeres solamente una parte del dinero que ganan y se puede dar el lujo de ahorrar, invertirlo o despilfarrarlo. La mujer tiene que aportar todo su dinero para cubrir todas las necesidades del hogar. Es decir, que el hombro que las mujeres ponen les permite a los hombres ahorrar.
Estudios internacionales han demostrado que cuando se le da empleo a una mujer, se le está dando empleo a una familia, se está garantizando la sobrevivencia de un colectivo, lo cual ha sido corroborado por las investigaciones de FIDEG.
Febrero 12, 13 y 14 de 2013
Instituto de investigaciones Económicas - UNAM
La migración es un fenómeno dinámico, es la movilidad de las personas; de los hombres. Por lo que se dice que dentro de este concepto la mujer es invisible, dada la ausencia de datos, estudios e información sobre de este fenómeno, que es tema central dentro de la problemática de la migración. Puede decirse entonces que por movilidad es lo masculino y la inmovilidad lo femenino. Esta movilidad es una consecuencia de la precariedad laboral o la falta de empleo.
Al pensar el tema de la migración como algo masculino, surge le pregunta sobre si la mujer gana o pierde su autonomía. Antes de migrar el hombre, la mujer no tiene presencia, una vez ocurrida la movilidad éste envía remesas para hacer acto simbólico de que sigue siendo el hombre del hogar y dejando encargada a su mujer con sus padres o su familia, para que ésta no se vaya a “portar mal”, capturando así su autonomía. Si se da el caso de que la mujer que se queda decide buscar trabajo para compensar la ausencia del hombre o para incrementar (aunque sea mínimo) su ingreso, y ella gana más dinero, no se redefine su posición en las relaciones sociales, eleva su condición económica pero desciende socialmente por el abandono del trabajo domestico.
De acuerdo a la OIT, la mitad de la migración mundial es de mujeres, con el dato de que en algunos países llega a ser hasta del 70%, debido a la feminización de la pobreza; de aquí se desprende la feminización de las migraciones. La emancipación económica, que se logra con la inserción y la fuerte demanda de trabajo por parte de las mujeres cuenta con una mayor participación en mano de obra (maquiladoras) de las mismas dada las transnacionalización de la economía. El mercado laboral, juega un papel preponderante en este proceso donde las mujeres asumen las desventajas del entorno socioeconómico y las propias del mercado laboral tales como: cuotas de sindicalización; participación; ingreso medio por hora y tiempo completo de trabajo.
El problema central de la feminización de las migraciones se encuentra en la violencia sexual y de género que sufren las mujeres al momento de movilizarse en busca de un algo mejor para ellas y sus familias. Renuncian a su cuerpo asumiendo la posibilidad de abuso como algo real o como moneda de cambio, a la explotación sexual o la trata de personas. Esto último se da principalmente porque cuando las mujeres deciden migrar muchas veces es porque las enganchan con el famoso “sueño americano” de una mejor calidad de vida y mejores ingresos, que resultan en fraude. Con certeza no se cuenta con información precisa acerca de las migraciones de las mujeres pues al enfrentar esta serie de problemas relacionados con abusos sexuales o de género no migran en el mismo transporte como el tren o el camión, ni en el mismo camino hacia el destino ya sea carretera, desierto etc, sino que en las vías alternas que utilizan como la sierra donde no se cuenta con autoridades que puedan detectarlas como en los caminos regulares y que ayude a tener un poco mas de información al respecto lo que conlleva a verse más expuestas y más vulnerables a peligros.
De aquí se desprenden la relación entre la migración y el tema del VIH, ya sea que ellas se encuentren directamente relacionadas, como en el caso de su movilidad se vean expuestas a asumir de abuso sexual por parte del “coyote”, de autoridades o de sus compañeros migrantes, o estén indirectamente relacionadas cuando es el hombre quien migra y en su camino por la soledad, la ansiedad, el consumo de alcohol y drogas, se vea implicado con sexo servidoras (en su mayoría migrantes mujeres también) y al no existir la costumbre del uso del condón exponen su salud y la de sus parejas. Por otra parte, en el tema de migración tanto de hombres como de mujeres además de existir desigualdades en cuanto al trato que se les da de acuerdo a su sexo, existen desigualdades entre los migrantes latinos a los estadunidenses o europeos. Tanto por la discriminación que persiste o la xenofobia.
En el caso de México – Estados Unidos, es evidente el gran número de mexicanos que migra hacia territorio estadunidense, se cuenta con 40 millones de mexicanos, de los cuales 12 millones son migrantes, el 45% son mujeres y 7 millones son indocumentados . El maltrato que sufren al no ser reconocidos como ciudadanos por ser indocumentados en su mayoría y por ende no pueden tener goce de sus derechos humanos. Sufren de superexplotación pues trabajan jornadas extensas, en condiciones efímeras, con los salarios más bajos y muchas veces abusando de sus capacidades por lo mismo de no estar legalizados en el país. Entre los migrantes varones de origen mexicano la menor diferencia salarial es con los trabajadores de origen centroamericano, quienes en promedio ganan 1.2 veces más que los mexicanos; los sudamericanos ganan 1.5 veces más, los africanos 40 por ciento y los asiáticos perciben el doble que el promedio mexicano. Las mujeres migrantes mexicanas también tienen el salario más bajo de todas las comunidades étnicas en Estados Unidos. Haciendo hincapié que los migrantes hombres mexicanos que trabajan en Estados Unidos tienen un salario promedio anual de 22 mil 550 dólares, y en el caso de las mujeres mexicanas, el ingreso promedio apenas llega a 10 mil dólares anuales.
En el contexto del pensamiento antihegemónico, el pensamiento feminista ha producido una teoría crítica que demuestra que los rostros de la dominación son múltiples, y por lo tanto deben ser diversas las formas y los agentes de resistencia a ellos. Sacar a la luz la experiencia de las mujeres, sus aportes y su estar en el mundo, es por sí mismo un proceso constructor y ampliador de la emancipación. La histórica discriminación-opresión-explotación de las mujeres como conjunto subalterno, cruza de manera percibida como natural todas las formas de dominación. Por este motivo, la opresión de género es naturalizada incluso dentro de movimientos y pensamientos emancipatorios. En los trabajos que componen el presente volumen se desarrollan las miradas feministas sobre los cambios que han venido produciéndose y están en acción en América Latina. Los enfoques son muy diversos, el Grupo de Trabajo está conformado por investigadoras feministas que provienen de distintos países y con formaciones disciplinarias diferentes, que aportan miradas nacionales y bagajes teóricos, metodológicos y experienciales variados. No cabe duda de los lazos que van y vuelven entre las ideas, luchas y participación de las mujeres y los cambios en América Latina y el Caribe, nuevas y renovadas las utopías feministas, buscan espacios y repercusión, hacen análisis y visibilizan aspectos de nuestra América posible. Esto es lo que se ha pretendido exponer y debatir en el presente libro.
Este conjunto de textos de diversas autoras componen un trabajo donde se platea un análisis de la crisis económica-financiera vista desde la diferencia de género, se revisa el papel del trabajo no remunerado de las mujeres, previo, en y post crisis.
Se hace hincapié en la desigualdad que viene de la discriminación hacia la mujer, para llamar la atención sobre el impacto de la crisis en el mercado de trabajo según el género; tomando la información de crísis previas en Argentina, Brasil, Chile, México y Uruguay, se busca identificar las vías de transmisión de esta crisis y sus efectos diferenciados en hombres y mujeres medido desde la pobreza, el empleo y el trabajo no remunerado.
En los siguientes artículos encontrarán algunas propuestas sobre la construcción de un nuevo campo del conocimiento conocido como economía de género y economía feminista.
LA ECONOMÍA FEMINISTA: UNA APUESTA POR OTRA ECONOMÍA
Cristina Carrasco
Tomado de: América Latina genera (www.americalatinagenera.org)
¿HACIA UNA ECONOMÍA FEMINISTA DE LA SOSPECHA?
Amaia Pérez Orozco
Tomado de: Ciudad de Mujeres (www.ciudaddemujeres.com)
Accumulation, Reproduction, and Women´s Role in Economic Development: Boserup Revisited
Gita Sen & Lourdes Benería
UN WOMEN - "Michelle Bachelet welcomes the appointment of Mary Robinson as Special Envoy of the Secretary-General for the Great Lakes region of Africa" - (26 de marzo 2013)
Suyapa Martínez - "El sueño americano nos ha costado demasiado aquí y allá" - (18 de marzo 2013)
CIMAC - "Preocupante para DH de mujeres elección de nuevo Papa: CDD" - (13 de marzo 2013)
LaRioja.com - "Las mujeres reclaman su espacio laboral" - (10 marzo 2013)
CIMAC - "Muerte de Hugo Chávez pospone decreto de ley antiviolencia" - (8 de marzo 2013)
Portafolio.co - "Así está la situación salarial de las mujeres en el mundo" - (8 de marzo 2013)
AWID.org - "Mensaje por el 8 de Marzo" - (8 de marzo 2013)
AWID.org - "Mujeres Luchan Por Un Espacio Político En El Pacífico" - (6 de marzo 2013)
En la actualidad las mujeres cuentan con una mayor libertad que hace aproximadamente medio siglo. Se cuenta con el derecho al voto, son libres de decidir y elegir a sus parejas, el número de hijos, de ser partícipes dentro del mercado laboral, de hacer economía, política, derecho, ejercer cualquier profesión, son muchas veces jefas de familia, juegan el rol de madre y padre para los hijos, llegan a tener un gran poder a nivel público (presidentas, mandatarias, ministras, directoras de organismos internacionales etc.) pero sobre todo tienen más voz que antes.
Claro está que no en todos los lugares del mundo sucede lo anterior, lo más probable es que dependa del nivel de desarrollo de cada nación, de la cultura, de los usos y costumbres, y de la religión, lo que permita o no la “libertad plena” de las mujeres. Existen casos tan extremos ya sea en términos de libertad de la mujer sobre su cuerpo, sobre su persona y la represión brutal y arcaica que termina en muchos casos con la muerte de las mismas.
Por ello y con motivo de la conmemoración y celebración del Día Internacional de la Mujer (8 de marzo) se sale a las calles para exigir la igualdad de género que aún es un problema actual, ya sea por la diferencia salarial entre hombres y mujeres, la desigualdad de oportunidades, la NO violencia a las mujeres, ya sea violencia sexual (abuso sexual) y la violencia de genero (abuso doméstico y golpes) hacia las mismas, libre elección sobre su vida en todos los planos, goce pleno de sus derechos sexuales y reproductivos, libertad de expresión en espacio público como privado, la NO discriminación por el simple hecho de ser mujer. Hoy se sigue pidiendo la defensa y el respeto de sus derechos humanos y laborales, especialmente en la denuncia y fortalecimiento de la lucha por erradicar la violencia contra las mujeres, siendo que ésta última constituye una violación de los derechos humanos en los ámbitos público, privado y laboral; destruye familias, comunidades y dificulta el desarrollo de nuestros países.
La crisis económica que se enfrenta, ha provocado un aumento en el desempleo, la pobreza y el mínimo acceso a los sistemas de protección social haciendo a las mujeres más vulnerables a la explotación o la violencia.
Además, se constata un alto porcentaje de violencia contra las mujeres en el lugar de trabajo y específicamente en sectores como las trabajadoras del hogar e inmigrantes. El problema se mantiene por la inexistencia de un tratado internacional en materia de derechos humanos que prohíba de manera explícita la violencia contra las mujeres, y la cuestión sigue estando mal definida y comprendida en el marco del derecho internacional relativo a los derechos humanos.
Con lo cual la mujer sigue siendo un ser inferior a comparación del hombre, aún cuando puedan ir a denunciar cualquier acto de violencia o abuso en su contra con las autoridades correspondientes, las mujeres siguen sintiendo intimidación y miedo por perder su trabajo, su fuente de ingreso, porque muchas veces se les termina viendo como las creadoras del conflicto (por su forma de vestir o actuar son provocadoras) o porque prefieren omitirlo y ser tachadas en la sociedad, aun cuando sean libre de exigir su derecho al respeto.
Cada 8 de marzo que ha pasado a lo largo de la historia no solo es motivo de festejo y conmemoración, es motivo de preocupación pues se siguen exigiendo derechos que den seguridad, igualdad y protección a las féminas, se sigue pidiendo mismas oportunidades de participación (económica y social) dentro del mercado laboral, se pide respeto, libertad de elección y libertad en términos iguales con sus compañeros varones. Políticas y prácticas contra la discriminación y la violencia, a fin de desarrollar mecanismos de denuncia y erradicación de todo tipo de violencia contra las mujeres.
Mensaje del Director General de la OIT
28 de Marzo de 2013
En una entrevista con Caroline Usikpedo, Presidenta Nacional del Movimiento de Mujeres del Delta del Níger por la Paz y el Desarrollo (NDWPD), para tener una perspectiva de derechos de las mujeres sobre la lucha en curso contra el gigante petrolero respecto al reciente dictamen del tribunal neerlandés que fue resultado de años de lucha (desde 2008) por parte de las comunidades en áreas de producción petrolera, con ayuda de la organización ambientalista Amigos por la Tierra, se le preguntó cómo las mujeres estaban alzando sus voces contra la empresa petrolera contaminante, Usikpedo explica que, a criterio de las mujeres, “la calidad y sostenibilidad del medio ambiente son fundamentales para su bienestar y desarrollo generales [porque] la gente en la región depende del ambiente natural como su principal o única fuente de alimentos. Lo usan para agricultura, pesca y recolección de productos forestales. La contaminación y el daño al medio ambiente plantean riesgos significativos para los derechos humanos”.
UN WOMEN - Dar es Salaam meeting brings women to the table on extractive industries - 4 Abril 2013
AWID - Los Derechos Económicos, Sociales Y Culturales Son Centrales Para El Trabajo De Las Defensoras De Los Derechos Humanos - 5 Abril 2013
AWID - Colombia: Empleadas Del Servicio Doméstico De Origen Afro Crean Sindicato En Medellín - 9 Abril 2013
e-mujeres.net - Merkel bloquea la cuota femenina en la dirección de las empresas alemanas - 19 abril 2013
Huff Post - Want Real Disruption? 3 Reasons to Invest in Women - 29 abril 2013
e-mujeres.net - La Justicia Incumple la Ley de Igualdad - 30 abril 2013
IPSnoticias.net - Mujeres fuerzan su espacio en sindicalismo latinoamericano
IPSnoticias.net - Cada vez hay mas mujeres migrantes en el mundo - 30 abril 2013
4 abril 2013
Los ODM son el esfuerzo internacional más grande y fructífero contra la pobreza de la historia. Los ocho ODM abordan, con plazos específicos, la pobreza y el hambre, la educación, la igualdad de género, la mortalidad infantil, la salud materna, el combate contra el VIH/SIDA, la malaria y otras enfermedades, la sostenibilidad medioambiental y una asociación mundial para el desarrollo.
A partir del 5 de abril, la fecha de este hito, y hasta el viernes 12 de abril, las oficinas de las Naciones Unidas en todo el mundo estarán trabajando junto con los gobiernos, la sociedad civil y los asociados internacionales para seguir Impulsando los ODM: 1.000 días para actuar.
Las mujeres y las niñas frecuentemente encabezan los problemas que los ODM atienden, desde enfrentar el embate de la pobreza y el hambre hasta la falta de servicios de salud, de educación, de agua y de saneamiento, así como la falta de igualdad. Los estudios muestran que el empoderamiento de las mujeres y la igualdad de género son fundamentales para el logro de los objetivos de desarrollo; en los últimos mil días hay que volver a centrarse en las dimensiones de igualdad de género de todos los ODM para asegurar su impacto en el terreno y marcar el camino hacia un marco de desarrollo Post-2015.
A continuación la noticia completa:
womensnews.org - Workers' Day in Lebanon Targets 'Kefala' System - 1 Mayo 2013
ElMundo.com - Mujeres ejecutivas con techo bajo y peor pagadas que los hombres. - 2 Mayo 2013
WOMENTHRIVE.org - Quality Education for Girls - 5 Mayo 2013
APEDE.org - La economía de las Mujeres: ¿Por qué tener más mujeres líderes es crítico para la competitividad de las empresa en el siglo 21 en América Latina? - 9 Mayo 2013
AWID - Algunos Avances Legales Para Las/os Trabajadores Domésticos En América Latina - 10 Mayo 2013
AWID - Declaración De Las Y Los Participantes Del Seminario Internacional ¨Incidencia En Red: El Desafío Que Los Estados Cumplan Con Los Derechos Humanos De Las Mujeres¨ - 16 Mayo 2013
WOMENTHRIVE.org - International Affairs Budget at Work for Women and Girls - 14 Mayo 2013
womensenews.org - Pollution Risks Worse for Developing World Women - 20 Mayo 2013
WOMENTHRIVE.org - Working with mento end viiolence against Women - 25 Mayo 2013
IPS.net - El nexo entre mujeres y desarrollo - 27 Mayo 2013
GINEBRA (8 de mayo de 2013) - Un grupo de expertos de derechos humanos de la ONU urgió a los gobiernos del mundo a ratificar un importante instrumento internacional que permite a los individuos y grupos a quienes se les han negado sus derechos económicos, sociales y culturales presentar denuncias que serán revisadas directamente por un comité de expertos de la ONU.
El Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que acaba de entrar en vigor, ha sido ratificado hasta el momento por diez Estados pioneros: Argentina, Bolivia, Bosnia y Herzegovina, Ecuador, El Salvador, Mongolia, Portugal, Eslovaquia, España y Uruguay, quienes han formado así un "club por la justicia social".
"Este nuevo procedimiento faculta a individuos y grupos, sin importar su nacionalidad o estatus migratorio, para que invoquen, entre otros, su derecho a la alimentación, al agua, a la salud, a la educación, a la vivienda, al trabajo y a la seguridad social, ante el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU," dijeron los expertos.
Los expertos independientes subrayaron que el Protocolo Facultativo representa "un gran paso en la protección y realización de los derechos económicos, sociales y culturales, y una poderosa confirmación de que son tan importantes como los derechos civiles y políticos, con los que se encuentran fundamentalmente interrelacionados y son interdependientes."
Este nuevo mecanismo, añadieron, da esperanza ante la latente regresión inherente a las llamadas ‘medidas de austeridad.' "Dicha regresión es incompatible con el artículo 5to del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales," declararon.
"La jurisprudencia es un derecho vivo que le da nombre y rostro a las víctimas" apuntaron los expertos. "Es dinámica y está orientada al futuro, crea precedentes que sirven para tres propósitos: proveer una reparación adecuada a situaciones específicas; establecer un significado concreto de las normas para facilitar su comprensión por parte de los servidores públicos y su cumplimiento por parte de las cortes nacionales; y finalmente, contribuir a la prevención de violaciones de derechos humanos," añadieron los expertos.
"El ‘club por la justicia social' seguramente crecerá, como fue el caso con el Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que desde su entrada en vigor en 1976 ha permitido al Comité de Derechos Humanos registrar y examinar miles de casos, lo cual ha derivado en la adopción de criterios judiciales vanguardistas y reparaciones concretas para las víctimas," dijeron los expertos.
"Instamos a los gobiernos del mundo a unirse a este ‘club por la justicia social', y hacemos un llamado a los defensores de derechos humanos, a las instituciones nacionales de derechos humanos y a la sociedad civil en general, para que difundan este nuevo procedimiento de peticiones en un esfuerzo coordinado para lograr la ratificación del Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, y de esta manera avanzar hacia una membresía universal," concluyeron los expertos independientes de la ONU.
El Grupo de Alto Nivel sobre la Agenda de Desarrollo Post-2015 lanzó el día 30 de mayo de 2013 "Una nueva asociación global: Erradicar la pobreza y transformar las economías mediante el desarrollo sostenible", un informe en el que se establece un programa universal a la erradicación de la extrema pobreza de la faz de la tierra en 2030, y cumplir con la promesa de un desarrollo sostenible. El informe hace un llamamiento al mundo para reunir en torno a una nueva asociación mundial que ofrece esperanza y un papel a cada persona en el mundo.
Se busca darle un enfoque de derecho humanos a los procesos de desarrollo sostenible mediante un mayor reconocimiento de las obligaciones del Estado de respetar, proteger y cumplir los derechos humanos de las mujeres y la igualdad de género. Así, establece a través de 12 objetivos principales y 52 metas orientadas a acabar con la pobreza en todas sus formas:
A su vez, hace un llamado al cambio de las políticas actuales de instituciones internacionales que sirven para afianzar las desigualdades por medio de reformas neoliberales.
Los cinco cambios transformativos pueden crear las condiciones y servir como impulso para satirfacer las ambiciones establecidas:
Caracas, 6 may (IPS) - Misoginia es la palabra que brota de las sindicalistas latinoamericanas a la hora de definir aquello contra lo que luchan para conquistar espacios de dirección en las organizaciones de trabajadores y trabajadoras de la región.
"Los problemas para las mujeres trabajadoras se recrudecen en mucho por actitudes misóginas que obstaculizan aún más el avance a sus derechos e imposibilitan la participación en puestos de decisión de quienes trabajan por modificar la cultura existente en el sindicalismo", dijo la mexicana Martha Heredia.
"La participación de las trabajadoras latinoamericanas en cargos sindicales no corresponde en porcentaje al número de mujeres insertadas en el mundo laboral", recalcó la presidenta del Comité de Mujeres Trabajadoras de la Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas (CSA).
Heredia y las demás lideresas sindicales entrevistadas por IPS recuerdan que solo una latinoamericana logró presidir una confederación de sindicatos. Es la chilena Bárbara Figueroa, que desde 2012 encabeza la Central Unitaria de Trabajadores, la mayor del país, con más de medio millón de afiliados.
Ellos defienden más papel para ellas
Algo está cambiando, pese a todo, en los sindicatos. Un ejemplo es la viva defensa del liderazgo sindical femenino de dirigentes venezolanos dirigidos por Marcela Máspero.
Luis Chaparro, coordinador nacional de la Alianza de Trabajadores Cementeros, dijo: "La mujer está mal representada..., nos sigue dominando el machismo, pero cuando ellas dirigen nos encontramos que son más organizadoras, luchadoras, frontales, honestas, y que su participación en la dirección nos ayuda incluso a organizarnos mejor".
"Falta muchísimo para que los espacios sindicales sean ocupados de manera compartida con las mujeres, pero hay un avance palpable, siento que indetenible, y eso, ahora que comparto con coordinadoras nacionales en varios sectores y sé cómo trabajan, me pone contento", añadió.
Edgard Jiménez, secretario de organización de una de las federaciones de salud, aseguró: "Antes pensábamos que las mujeres no darían la talla como dirigentes. Pero nos han demostrado que son muy capaces. No les cedimos los espacios, pero los pelearon y se los ganaron".
"Compartir tareas de dirección sindical con mujeres nos ha hecho cambiar en muchos planos nuestra visión sobre la mujer, con las parejas, con las hijas, con las trabajadoras. Ahora entendemos mejor sus demandas y su situación", reconoció.
Alexandra Arguedas, responsable del programa de género de la CSA, explicó que para forzar la participación femenina, la confederación demandó a sus centrales afiliadas, durante su II Congreso Ordinario de 2012, que establecieran una cuota de 40 por ciento para las mujeres en sus estructuras directivas.
La CSA nació en 2008 de la fusión de todas las confederaciones continentales, aglutina a más de 50 millones de afiliados de 53 organizaciones en 23 países e integra la Confederación Sindical Internacional (CSI), fundada dos años antes con la convergencia de la decena de centrales que hasta entonces fragmentaban el sindicalismo mundial.
Arguedas detalló desde la oficina centroamericana de la CSA en Costa Rica que la mayor participación y representación de las trabajadoras es, además, un pilar de la autorreforma sindical, el proceso de renovación y adaptación a las nuevas realidades económicas y sociales de las estructuras, tareas y planteamientos del movimiento sindical.
En esa autorreforma, argumentó, comienzan a aplicarse "auditorías participativas de género, un instrumento clave para tener una verdadera transversalidad de la perspectiva de género en toda la organización sindical". También se impulsa la capacitación femenina y se fuerzan delegaciones paritarias en todas las actividades.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 55 por ciento de las mujeres participan en el mercado laboral de la región, mientras los hombres lo hacen en 79 por ciento. Pero la brecha se acorta en forma notoria y entre 1990 y 2006, la tasa de participación femenina creció en 11 puntos porcentuales, mientras que la masculina cayó un punto.
La brasileña Didice Godinho, fundadora en 1987 de una de las primeras comisiones de la mujer dentro de una central sindical de la región, destacó que esa creciente inserción laboral es la que fuerza a incorporar los temas de género en la agenda sindical, junto con la presión incansable de militantes sindicales y feministas.
La investigadora social, quien coordinó hasta 1993 la entonces comisión y ahora secretaría de la mujer en la Central Única de Trabajadores de Brasil, la mayor del país y con más de 23 millones de afiliados, sintetizó los retos de la paridad en el estudio "Sindicalismo latinoamericano y políticas de género", de 2009.
Además de la cultura patriarcal, especialmente anidada en el sindicalismo con independencia de su orientación ideológica, Godinho recordó que hay trabas para la plena participación de las mujeres en la vida sindical, como su papel reproductivo, a las que el movimiento debe dar respuesta.
La especialista aplaudió que la CSA tenga entre sus propuestas fundacionales que "el movimiento sindical sea inclusivo" y que promueva la paridad en sus órganos directivos y en todas sus actividades. Pero subrayó que llevar los postulados de igualdad a la práctica "es un desafío pendiente".
Eso lo sabe Marcela Máspero, la mayor exponente femenina del sindicalismo venezolano, para quien "es muy complicado ser mujer y sindicalista en un ambiente donde se ha arrocado (atrincherado) la misoginia, donde se desconfía que tengamos no ya iguales cualidades, sino igual voluntad, compromiso, disposición y capacidad".
Máspero, coordinadora de la Unión Nacional de Trabajadores (Únete) y vicepresidenta de la Federación Sindical Mundial, consideró que políticas de género como las impulsadas desde la Organización Internacional del Trabajo ayudan a la formación y la normalización de las mujeres en las labores sindicales.
Pero la lideresa de Únete, con 1,5 millones de afiliados del sector público y privado, duda de las cuotas como instrumento para la participación que corresponde a las mujeres en los cargos sindicales.
"El espacio lo ganamos en la batalla, codo a codo con el hombre, contra el adversario común: el patrono, el capital, la burocracia, y en esa batalla no necesitamos concesiones, porque la mujer tiene los mismos valores y capacidades que el hombre para participar y dirigir", afirmó.
Únete y Máspero apoyan decididamente el Socialismo del Siglo XXI que impulsó el hoy fallecido presidente venezolano Hugo Chávez (1999-2013), pero ella es una figura incómoda para el poder "porque mi trinchera es la lucha por los trabajadores" y "la confrontación con la tecno-burocracia profundiza la autonomía".
Las sindicalistas, recordó, deben compatibilizar compromisos como "ser madres, esposas cuando lo son, sostenes de hogar, trabajadoras y activistas sindicales o políticas". Así que las cuotas "se quedan en un maquillaje si no se las ayuda en forma práctica a compaginar esas funciones".
Máspero destacó que el movimiento sindical latinoamericano está predominantemente en manos de la izquierda, "pero tiene un comportamiento retrógrado en materia de género, está aún dominado por la cultura patriarcal y machista".
"No veo mujeres dirigiendo el movimiento sindical en Cuba, en Argentina, en Brasil, solo en Chile los discursos se han traducido en práctica", afirmó.
Heredia, que también integra la dirección del Sindicato de Telefonistas de México y ostenta funciones sobre políticas de género en su país y la CSI, consideró que las lideresas sindicales tienen como reto "impulsar el papel que corresponde a las trabajadoras no solo en el ámbito sindical sino en las negociaciones colectivas".
"Debemos ser vanguardia en reivindicar los derechos de las mujeres, en especial el del trabajo digno, que incluya salario remunerador, seguridad social, negociación bilateral y tenga como eje transversal la perspectiva de género", concluyó.
UN WOMEN - Lakshmi Puri: "Priority is to power on." - 7 Junio 2013
IPS (Inter Press Service) - Las mujeres son las más afectadas por las medidas de austeridad. - 10 Junio 2013
Portafolio.co - La clave de América Latina está en sus mujeres. - 12 Junio 2013
UN WOMEN - Domestic workers' rights move closer to becoming reality worldwide - 13 Junio 2013
UN WOMEN - Domestic workers in the Southern Cone push for rights with ILO Convention on their side - 13 Junio 2013
AWID - Algunas reacciones al Informe del GAN sobre la Agenda post 2015 desde una perspectiva de derechos de las mujeres - 21 Junio 2013
La participación de las mujeres en puestos de mando puede cambiar notablemente la actitud de la opinión pública ya que se observan cambio drásticos acerca de que las mujeres pueden ser líderes competentes y que puede acelerar el cambio, moldeando las opiniones de padres e hijos sobre lo que puede lograr una mujer.
En el informe "ONU Mujeres" (2011) se señaló que en 2011, solo 19% de los parlamentarios en todo el mundo eran mujeres, y en solamente 19 países una mujer lideraba el gobierno. Las cifras son incluso más bajas en las grandes empresas: en la lista de empresas Fortune 500 2012, las mujeres ocupaban 4,2% de los puestos de director general.
Women Thrive - How Coffee is Empowering Women in Marcala, Honduras
Women Thrive - Spotlighting Women's Equality in Honduras and Nicaragua
Women Thrive - Perspective Matters: Gender Focus in Aid Makes a Difference
Womensenews.org - Two Female CEOs Revamp for Climate Change
The Guardian - Phumzile Mlambo-Ngcuka: we have to become smarter on women's issues
Las más de veinte mil entrevistas individuales realizadas en 20 países, que cubren una población entre los 15 y los 29 años, nos dan hoy un panorama claro de las principales percepciones y expectativas de las nuevas generaciones. El objetivo de la encuesta fue recoger las percepciones y opiniones de los jóvenes de la región preguntándoles acerca de diversas temáticas (educación, seguridad, instituciones, drogas, familia) y pidiéndoles que valoren sus situaciones actuales y a futuro (cinco años) de sus trayectorias personales y las de sus países.
Más de 150 millones de iberoamericanos son jóvenes, es decir, uno de cada cuatro, tiene entre 15 y 29 años. La mitad de ellos viven en Brasil y México. Del total de jóvenes iberoamericanos, el 80% se concentra en el sector urbano. En los países centroamericanos el porcentaje de población urbana joven es menor que el de los países andinos y del Cono Sur.
La encuesta fue elaborada por la Organización Iberoamericana de Juventud (OIJ), con el apoyo de los principales bancos de desarrollo de América Latina (BID y CAF), del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), entre otros socios.
El principal reto que este valioso trabajo presenta para los organismos internacionales, los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil, es el de interpretar los mensajes y crear respuestas institucionales efectivas.
Por ejemplo, el hecho que el 33% de los jóvenes encuestados hayan expresado que la delincuencia y la violencia es su mayor preocupación, seguida por la drogadicción y el alcoholismo, con el 20%, y el desempleo, con el 16%, nos obliga a examinar las prioridades de nuestras políticas públicas.
El PNUD ha desarrollado el Índice de Expectativas Juveniles para la Encuesta, un ranking que mide el grado de expectativa positiva o negativa que tienen los jóvenes de cada país respecto del futuro, a partir de una serie de variables.
El Índice de Expectativas Juveniles reveló que: dos tercios de los jóvenes de Iberoamérica ven el futuro con una mirada optimista; las expectativas sobre el futuro son más optimistas que las evaluaciones sobre el presente y que los jóvenes expresan más confianza en las capacidades propias que en el entorno en el que se desarrollan. El Índice ha revelado también que los climas de "crisis nacional" no parecen tener una relación lineal con las expectativas de los jóvenes (por ejemplo, España no muestra niveles bajos de expectativas en el futuro). Además, las mayores expectativas están ligadas a mejoras esperadas en medio ambiente, educación, corrupción y desigualdad.
Medir las expectativas juveniles es fundamental para la región, especialmente en este momento en que América Latina vive muchas protestas callejeras, que son movilizaciones de las juventudes, de los que aspiran a más y exigen servicios públicos de calidad y trato digno.
Mujeres & cia - Heidi Crebo-Rediker: Más mujeres para fortalecer la economía - 5 Agosto 2013
The Africa Report - African Women and the fight for the equality - 6 Agosto 2013
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UN Women - International Day of the World's Indigenous People - 8 Agosto 2013
Womensenews.org - Yellen Hangs Glass Ceiling Over Wall Street Battle - 21 Agosto 2013
Un concepto clave dentro del tema ecologista es el de "Desarrollo Sostenible", que propone integrar la ecología, la economía y la sociedad. Aunque el término en sí no cuestiona el crecimiento económico, sino únicamente sus sostenibilidad desde el punto de vista social y ambiental, por lo que actualmente y por medio de modificaciones al mismo, postula una transformación global de la sociedad ya que además de satisfacer las necesidades humanas y respetar las capacidades de sustento del planeta, la nueva visión incorpora a la tecnología y las instituciones, también busca la incorporación de valores esenciales como la ecoeficiencia, solidaridad y activismo social que consecuentemente conlleva a explorar las sinergias con las propuestas feminstas en la búsqueda de una concepción integral de la sostenibilidad.
De otro modo, la perspectiva feminista y el ecofeminismo en sus diferentes concepciones señalan que el desarrollo técnico de Occidente es fuente de violencia contra la mujer y la naturaleza, lo que hace que se apueste por un modelo ambientalmente sostenible basado en la concepción ontológica de lo femenino como principio transgenérico y en la continuidad indisoluble entre sociedad y naturaleza.
Otro aspecto relevante que comparte las diversas vertientes del ecofeminismo es el de "invisibilidad" de la mujer y la naturaleza dada su desvalorización por los sistemas de conocimiento científico y el poder económico destinado por los hombres. Además, si se considera que sólo el trabajo remunerado es "productivo". vuelve invisibles desde el punto de vista económico, el trabajo reproductivo y doméstico que desempeñan mayoritariamente las mujeres. Por tanto, las políticas y los programas socioeconómicos diseñados desde esa óptica son ineficaces para corregir las inequidades de género
La sinergia se encuentra en el punto en el cual al no asignarse un valor económico al trabajo no remunerado se cae en una subestimación general de la contribución de la mujer al desarrollo. Haciendo que se requieran iniciativas que den prioridad a temas ambientales y de género dentro de las políticas públicas.
Es entonces como ambas corrientes, tanto ecologistas como feministas, piden el reconocimiento y la valorización del Otro (la mujer o la naturaleza) que debería traducirse en igualdad de tratamiento, de derechos y oportunidades para desarrollar capacidades, cuestionando así al modelo económico prevalenciente que se caracteriza por no incluir ninguna de ambas demandas.
La International Development Association (IDA por sus siglas en inglés) en el siguiente informe menciona que la igualdad de género es una prioridad clave para combatir la pobreza.
En los países más pobres las mujeres cuentan con voz en sus hogares, en las comunidades, el gobierno ni acceso a los recursos.
Así el empoderamiento de las mujeres y niñas no solo es lo correcto y justo, sino que también en el sentido económico el progreso en la equidad de género beneficia a todos. Las economías prosperan, mujeres y hombres, niñas y niños tienen acceso e igualdad de oportunidades, y las comunidades prosperan cuando mujres y hombres tienen igualdad de empoderamiento.
La IDA trabaja para revertir y terminar con la discriminación de género por lograr que las niñas asistan a la escuela, ayudar a las mujeres a tener acceso a los títulos de propiedad y fianciamiento para iniciar pequeños negocios, ya por último ayuda a mejorar las perspectivas económicas de las familias y las comunicaciones.
Óscar Ugarteche[1]
Valentina Ballesté[2]
Sin prisa, pero sin pausa, de acuerdo al informe Panorama Laboral 2012 de la OIT, la participación de las mujeres en el mercado laboral viene experimentando un acelerado crecimiento desde la década de los 70’s. Se observa un gradual cierre de las diferencias de participación entre hombres y mujeres en la fuerza de trabajo. La tasa de participación femenina en la región latinoamericana a 2012 fue de 49.8%, la de ocupación de 40.2% y la de desempleo 7.7%; mientras que la masculina presentó una tasa de participación de 71.4%, de ocupación de 59.8% y de desempleo de 5.6%.[3]
Mujeres que antes pertenecían a la población clasificada como inactiva ahora están ocupadas o en busca de un trabajo remunerado. Sin embargo, la capacidad de respuesta del mercado laboral es insuficiente ante estas demandas crecientes, lo que se refleja en que el empleo informal sea mayor y las tasas de desempleo femenino sean mayores a las masculinas.
En Latinoamérica desde la década de los 70 se han incorporado al mercado de trabajo alrededor de 80 millones de mujeres, sin embargo la PEA sigue siendo predominantemente masculina con 138 millones de varones. Cabe notar que en la actualidad hay 1.4 hombres por cada mujer activa aunque se prevé que disminuirá a 1.2 en 2030. También, la OIT estima que entre 2005 y 2020 se insertarán 1.3 mujeres al mercado laboral por cada hombre.
De otro lado, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), referidos a las zonas urbanas de la región, las mujeres tuvieron un salario ponderado anual equivalente al 68% del ingreso laboral masculino en 2011. Medido por horas trabajadas las mujeres ganaron el equivalente al 72% del ingreso de los varones siendo la brecha menor para las mujeres con mayor educación ya que percibieron el equivalente del 83% del ingreso laboral masculino por hora.[4]
Las féminas con mayor grado de escolarización, en efecto tienen más participación económica, en cambio los hombres independientemente del nivel de instrucción alcanzado mantienen esta tendencia alta. Además CEPAL señala que mientras el 5.2 por ciento de los trabajadores varones llega a puestos directivos, apenas lo hacen 3.9 por ciento de las mujeres, observándose un cierre de la brecha desde los años 70, en que no habían mujeres en puestos directivos.
Las mujeres en América Latina se pueden agrupar en tres grandes categorías: 1) el 53% pertenece a la población económicamente activa; 2) 31% están dedicadas a los quehaceres domésticos; 3) y el 16% estudia. En el promedio urbano regional, se observa una diferencia aproximada de siete horas semanales en las horas trabajadas por hombres y mujeres. Las mayores brechas entre la jornada remunerada femenina y la masculina son las que existen en Argentina, Costa Rica y Perú, países en los que difieren cerca de 10 horas, muchas veces a consecuencia del número de mujeres jefas de familia monoparentales que deben proveer a sus hogares.
Debe señalarse que, si bien las mujeres trabajan más que los hombres, el número de horas que ellas destinan al trabajo remunerado desciende a medida que aumenta el número de hijos/as menores de cinco años en el hogar. Luego se reincorporan a tiempo completo.
Esto conlleva una alta presencia de mujeres en trabajos informales que suelen ser más flexibles y les permiten conciliar su vida laboral con la familiar, aunque implique, en muchos casos, someterse a esquemas de subcontratación, condiciones de trabajo inestables y bajos salarios.
Dos ejemplos de lo señalado son México y la Argentina. México casi triplica a Argentina en población pero en lo que se refiere a la PEA femenina, el país más sudamericano tiene una participación más alta que México en las décadas analizadas. Esto sucede porque en México las mujeres están mayoritariamente ubicadas en el sector informal, como reflejo de la creciente informalidad de la economía en su conjunto y no están incluidas en la PEA. También debe tomarse en cuenta la alta tasa de fecundidad mexicana en contraste con la baja tasa argentina. Finalmente, el nivel educativo de las mujeres en Argentina es en promedio mayor que en México.
Visto así, es de notar que siguen habiendo desigualdades al momento de entrar al mercado laboral, lo que se explica por la persistencia de los estereotipos sexo-genéricos que conllevan a las inequidades de género al momento de contratación y asignación de actividades. Lo que esto parece indicar es una falta de estrategia y política de conciliación trabajo-familia de parte del Estado. Tampoco hay en América Latina políticas de equidad de género que sirvan para evaluar el proceso de convergencia en curso.
Finalmente se aprecia que hay una participación femenina creciente en el medio económico, social y político en América Latina desde los años 70. Hay evidencia de más mujeres en el mercado de trabajo y de una sobreexplotación mayor medida en horas de trabajo y salario, donde trabajan más y ganan menos que los hombres, como regla. De otro lado, se constata que a mayor nivel educativo se están cerrando las brechas. Por último está puesto de manifiesto la falta de políticas públicas específicas para atender los niveles de discriminación a los que son sometidas las mujeres tanto en el medio de trabajo como en la vida política.
[1] Economista peruano, trabaja en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, México. Miembro del SNI/Conacyt. Coordinador del Observatorio Económico de América Latina (OBELA) www.obela.org y presidente de ALAI www.alainet.org
[2] Miembro del proyecto OBELA, IIEC-UNAM.
[3] OIT en base a encuestas de los países. http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---americas/---ro-lima/documents/publication/wcms_195884.pdf
[4] CEPAL 2012. http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---americas/---ro-lima/documents/publication/wcms_195884.pdf
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Si bien ha habido avances significativos en la mejora de acceso de las niñas a la educación en las últimas dos décadas, muchas niñas, especialmente las más marginadas, siguen estando privadas de este derecho fundamental. Las niñas de muchos países siguen sin poder asistir a la escuela ni terminar sus estudios debido a obstáculos relacionados con la seguridad, la financiación, las instituciones y la cultura. Incluso cuando las niñas van a la escuela, la percepción de un rendimiento insuficiente debido a la mala calidad de la educación, las aspiraciones reducidas, o las tareas domésticas y otras responsabilidades, les impiden asistir a la escuela o lograr resultados adecuados en materia de aprendizaje.
A raíz de esto en 2011 la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el 11 de Octubre como el Día Internacional de la Niña para reconocer los derechos de las niñas y los desafíos excepcionales que confrontan las niñas de todo el mundo.
También en Julio de 2011 ONU Mujeres en colaboración con WAGGGS (World Association of Girl Guides and Girl Scouts) lanzaron una campaña llamada "Alto a la violencia; hablemos claro de los derechos de las niñas" dado que las diversas maneras de violencia afectan a 7 de cada 10 niñas y mujeres alrededor del mundo. Esta colaboración dio como resultado que este año se publicara un manual de educación llamado "Voices Against Violence" que promueve herramientas claves para las todos los miembros de las sociedades para educar sin violencia y educar para evitar la violencia ya que la educación puede desempeñar un papel clave en la eliminación de la violencia, en la ruptura de los estereotipos de género y sirve para lograr como se mencionaba un cambio social.
A pesar de la creciente incorporación de las mujeres dentro de la fuerza de trabajo, aún siguen existiendo desigualdades dentro de su participación en el mercado laboral, a continuación la CEPAL y su Observatorio de Igualdad de Género con base a datos precisos demuestran lo anterior para la región latinoamericana.
Tras la XII Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, representantes de los Estados Miembro y asociados se centraron en la relación entre la autonomía económica y los derechos de las mujeres, particularmente en el marco de la economía digital. El objetivo es impulsar la iguladad de oportunidades a través de las TIC.
Se establecieron medidas en relación con el rol de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) en la igualdad de género y la autonomía de las mujeres en sus diferentes dimensiones con un enfoque específico en el marco de la economía digital. Las TIC son herramientas que podrían mejorar las condiciones de vida y el acceso al empleo, a los ingresos y a los servicios de educación y salud.
El conjuto de la economía, el bienestar y la tecnología son clave para el desarrollo de políticas públicas de igualdad de género, por ello es fundamental la incorporación de las mujeres en los procesos de cambio y desarrollo sostenible de los países.
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AWID - Voces que denuncian: Día Internacional de las Defensoras de los Derechos Humanos - 5 Dciembre 2013
AWID: Asociación para los derechos de la Mujer y el Desarrollo.
DAWN: Alternativas de Desarrollo con Mujeres para una Nueva Era.
Red-DESC: Red Internacional para los Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
UNWOMEN/UNIFEM: ONU Mujeres.
REPEM: Rede de Educación Popular entre Mujeres de Latinoamérica y el Caribe.
FMS: Fondo de Mujeres del Sur.
International Feminist Journal of Politics
Objectif Égalité Jóvenes en la sociedad y economía
IAFFE - International Association for Femenist Economics
GEM-LAC - Grupo Género y Macroeconomía en América Latina