En 2019 Washington impuso sanciones al sector petrolero de Venezuela. Estados Unidos junto con más de 50 países, reconoció al líder opositor Juan Guaidó como presidente legítimo de Venezuela. Y animó a los militares venezolanos a derrocar a Maduro. La Unión Americana solía ser el comprador número uno de Venezuela.
Sin embargo, los intentos para la desestabilización venezolana por parte de la administración Trump y posteriormente Biden no han funcionado. El ejército continúa respaldando a Maduro, quien ha mantenido (apenas) a flote la economía de Venezuela vendiendo petróleo a China y otros aliados. Mientras que Guaidó ha perdido relevancia, los países con los que la nación sudamericana continúa comerciando reconocen a Maduro. En el contexto actual, la invasión a Ucrania, las prohibiciones al petróleo ruso y la crisis energética, han orillado a que Estados Unidos busque alternativas energéticas, entre ellas Venezuela.
La actual administración demócrata está planteando negociar con Venezuela la importación de petróleo venezolano hacia los Estados Unidos, por parte de la empresa Chevron, la cual operaría en pleno territorio bolivariano. Poner en marcha el sector petrolero ayudaría a reactivar la economía moribunda de Venezuela, así como, a reducir la salida de migrantes venezolanos. Asimismo, esto puede constituir un esfuerzo estadounidense por mitigar la creciente influencia sino-rusa en la república caribeña.