El clima caliente y seco: el calentamiento global en el 2025
El año 2024 rompió récord de temperaturas tanto terrestres como oceánicas, al ser el más cálido en los 175 años observables y en donde se rompió la barrera de 1.5°C que contempla el Acuerdo de París para contener los devastadores efectos del cambio climático. Todo apunta a que las tendencias de calor, contaminación y eventos climáticos extremos continuarán en el 2025. En el presente artículo se mencionarán las consecuencias del calentamiento global sobre la seguridad alimentaria y los precios de la comida en América Latina.
De acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial, el 2023 tuvo la concentración más alta de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso (los principales gases de efecto invernadero) de los últimos 800 mil años. Datos recientes muestran que durante el año 2024 se incrementó la emisión de estos gases.
Gráfica 1. Concentración de CO2 en la atmósfera (2000-febrero 2025) ppm
Como se observa en la gráfica, los primeros meses del 2025 muestran un aumento continuo de la concentración de CO2. Tanto el metano como el óxido nitroso siguen la tendencia del dióxido de carbono, por lo que se espera que se eleven sus emisiones de igual forma para el resto del año.
China, el principal emisor de gases de efecto invernadero, ha disminuido su demanda de combustible fósil desde el 2024. Según International Energy Agency el consumo combinado de gasolina, combustible para aviones y diésel fue menor por un 2.5% con respecto al 2021. La demanda china de estos tres combustibles es menor a la demanda estadounidense únicamente de gasolina. La agencia pronostica que el gigante asiático mantendrá a la baja su consumo de combustibles fósiles durante el 2025. De continuar con este patrón, llegarán a su pico de emisiones antes del 2030, a diferencia de otras naciones. Sin embargo, resulta insuficiente para hacerle frente al calentamiento global.
Cuadro 1. Sequías en América Latina en 2024
Fuente: Organización Meteorológica Mundial. |
El aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero (a pesar de los pequeños esfuerzos de China) aceleran el cambio climático y, por ende, a los eventos climatológicos extremos de los que vienen acompañados la debacle ambiental. Un ejemplo de ello fueron las sequías que azotaron con excepcionalidad el norte de México, partes de Centroamérica y el Caribe, la Amazonia y el Pantanal, así como el centro y norte de Argentina y Chile en el 2024.
Dichas condiciones secas ponen en riesgo la seguridad alimentaria de la región. Según la FAO, la producción global de cereales del 2024 se contrajo en un 0.5% con respecto al 2023. Si bien una mejora en las cosechas argentinas y brasileñas ayudaron a fortalecer los números latinoamericanos, la región se vio mermada por los bajos niveles de rendimiento de México y Centroamérica (a causa de la sequía).
Para México, la cosecha de maíz disminuyó por tercer año consecutivo a 23.7 millones de toneladas en 2024. Las condiciones secas del norte de México, especialmente en Sinaloa que es el principal productor de cereales, han provocado que sus proyecciones de producción bajen cerca de un 80%. La escasez de agua para riego debilitó las siembras de la época invernal. Aunado a ello, las regiones centrales del país tienen pronósticos de precipitaciones por debajo del promedio para el segundo trimestre de 2025.
Argentina está proyectada a tener pocos rendimientos de maíz debido a la sequía. La falta de lluvias, junto con la propagación de enfermedades bacterianas, disuadieron a los agricultores de sembrar como es usual, por lo que el área plantada se vio reducida en un 15%. En Perú, debido a las condiciones secas en las zonas de la costa, también tendrá bajas en su producción agrícola en los valles.
Brasil, por su parte, parece que recuperará terreno en la producción de arroz después de las pérdidas que tuvo en el 2024 por inundaciones en el sur del país. El precio del cereal subió que llevó al incremento del área cultivada. Las precipitaciones se pronostican como usuales en las zonas de producción. Colombia y Bolivia, también debido a la sequía, tendrán afectaciones a sus áreas cultivadas y por consiguiente a los rendimientos de sus cereales.
La presión que ejerce la falta de agua sobre las cosechas y, por tanto, los precios de los alimentos no es un problema distante. Un ejemplo de ello es el café, una de las bebidas más consumidas en el mundo y cuyo grano se encareció aproximadamente un 40%. El clima seco en regiones de Vietnam y Brasil (responsables del 50% de la producción mundial del grano) provocó que la producción se redujera considerablemente, 20% y 5.5% respectivamente.
La continuidad de los efectos del calentamiento global es insostenible y empeorarán conforme los gobiernos ignoran, como hasta ahora, los profundos efectos sobre la calidad de vida de todos los seres en el planeta. El cambio climático, de no ser atendido, agravará y universalizará la hambruna (que, hasta ahora, no figura como una amenaza próxima, pero está cada vez más latente). La necesidad de afrontar a la problemática ambiental es urgente.