La financiarización ha empeorado la desigualdad a través de diversos canales, incluidas las políticas macroeconómicas. La flexibilización cuantitativa y los tipos de interés bajos, si no negativos, han alimentado las burbujas de los precios del crédito y los activos, mientras que los recortes del gasto fiscal han afectado negativamente a quienes dependen de la asistencia gubernamental.
La financiarización en los países de altos ingresos ha transformado la vida cotidiana con cada vez más productos financieros necesarios para hacer frente a las incertidumbres futuras que ya no son atenuadas por el Estado de bienestar. La financiarización es menos pronunciada en los países de menores ingresos, ya que menos personas tienen acceso al sistema financiero oficial.
Si la desigualdad contribuyó a la crisis financiera mundial de 2008, las respuestas de política monetaria "no convencionales" a la crisis, especialmente la flexibilización cuantitativa, también han exacerbado la desigualdad, ya que la flexibilización funciona aumentando los precios de los activos financieros.