Hace unas semanas Argentina regresó a los mercados financieros internacionales para realizar una masiva colocación de deuda pública. Con una colocación de 16.500 millones de dólares a un plazo promedio de 10 años y tasa promedio del 7.2% anual, los gurúes de la city predijeron un aluvión de inversiones capaz de erradicar hacia fin de año los síntomas de recesión económica.
El equipo económico que hizo esta colocación admitió que no se acordó una reestructuración y se decidió pagar al contado a los buitres y demás holdouts con dinero prestado porque exigían tasas aún mayores a las obtenidas mediante la reciente emisión, este pago fue de 9,500 millones de dólares, pese a que se emitió deuda por 16,500 millones, por lo que sólo 7,000 ingresan a la economía mientras que el resto va directo a la cuenta de los fondos buitres y holdouts.
La tasa real sobre los 7,000 que nos quedan es más del doble,se tendrán que pagar anualmente 1,100 millones de intereses y 950 millones para amortizar el capital del pago a los buitres, es decir, 2,150 millones de dólares al año para un ingreso de 7,000 millones, que da un costo financiero implícito del 30% aproximadamente. Este elevado valor que dio acceso a los mercados de deuda puede diluirse en términos de tasa de fondeo a medida que crezca el endeudamiento, emisón que incrementó en un 30% la deuda externa de Argentina.
Esta colocación de deuda es presentada como una victoria, sin embargo no existe un regreso como tal a los mercados de deuda porque Argentina se endeudó en estos años, en el Gobierno de la CABA en 2010, con YPF y con la Provincia de Buenos Aires en vísperas del acuerdo con los holdouts. Es de señalarse que el logro es por los conceptos del monto colocado y un menor costo. Si bien esta operación no representa un monto insostenible de endeudamiento, se trata de un monto modesto frente a la gran renegociación concretada en 2005 y 2010 y el rescate de una parte del capital adeudado.
Siete años atrás el superávit externo permitía rescatar títulos y no aceptar las tasas abusivas que emergían de una eventual renovación del endeudamiento, en este momento ya no es más el caso, incrementar los pasivos externos en la coyuntura puede ser una forma de conservar el nivel de actividad económica, pero no se trata de algo sostenible en el largo plazo.Es un proceso que puede desembocar en una nueva reestructuración de la deuda en las actuales condiciones, esto si Argentina no logra salir del déficit en cuenta corriente “por sus propios medios”, es decir, sin recurrir a mayores pasivos externos.