Alberto Graña encuentra “señales preocupantes que apuntan hacia un escenario de mayor riesgo deflacionario en los países del centro que, para variar, afectarán negativamente al mundo y a América Latina. Comprobamos empíricamente que la tendencia al estancamiento productivo, del empleo, y a la formación de capital de largo plazo del modelo neoclásico acumulados en las últimas décadas de globalización neoliberal, resultan pesados fardos que explicarían el peligroso sendero emprendido por los bancos centrales al aplicar políticas de facilitación monetaria (QE), en sus intentos por frenar una espiral deflacionaria de mayor escala. Felizmente, si bien este proceso aún no ha llegado a constituirse en una espiral generalizada en Estados Unidos, sí parece haber contagiado su virus a determinados países de la periferia de Europa y recientemente también a China.
A los indicadores de estancamiento productivo, empleo e inversión estructurales, Graña menciona, el inédito exceso de liquidez nunca antes observado de las Instituciones Financieras Sistémicas, depositados, más por razones de precaución que de solo atesoramiento, en las bóvedas de la Reserva Federal y del Banco Central Europeo BCE, debido a la incertidumbre y riesgos de una interrupción abrupta de la liquidez mundial o de una modificación sustantiva de la QE. O de ambas”.