Fecha: Martes, Julio 26, 2016 - 11:30
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Janet Yellen, Presidente de la Reserva Federal de los EEUU, ha dicho sobre Christine Lagarde, Directora General del Fondo Monetario internacional, lo siguiente: “Ninguna organización es más crucial para la estabilidad de la economía global que el Fondo Monetario Internacional. Sus decisiones afectan a miles de millones de personas, de modo que quién encabeza el FMI debe ser un líder espectacular y eficaz. Christine Lagarde reúne esos altos estándares.”

Efectivamente, el FMI se especializa en “líderes espectaculares y eficaces”. Sus tres últimos Directores Generales han sido, en el orden, Rodrigo Rato, Dominique Strauss-Kahn y Christine Lagarde. La Justicia aún no ha concluido los procesos que se abatieron sobre los dos primeros, acusados de toma ilegal de interés, fraude fiscal, blanqueo de capitales, estafa, tráfico de influencias, prevaricación y abuso de bienes sociales, para no mencionar los pecadillos de acoso sexual, proxenetismo en banda organizada y violación, que afectan la eminente reputación de Strauss-Kahn. Christine Lagarde había sido la deus ex machina de una grosera estafa al fisco francés. Tal estafa permitió remunerar con más de 400 millones de euros los menudos servicios de Bernard Tapie.

Finalmente, la Corte de Apelaciones dictó una sentencia que parecía evidente: Bernard Tapie debe rembolsarle al Estado francés un dinero mal habido, y los diferentes involucrados en la estafa deben ser procesados, incluyendo a Christine Lagarde, la “líder espectacular y eficaz”. Atrás quedan las manipulaciones jurídicas que le habían evitado, hasta ahora, una inculpación.

Todo esto sería anecdótico sino fuese porque el FMI le da lecciones de buena gestión financiera a medio mundo, y le distribuye consejos a decenas de países obedientes que ni siquiera reparan en los desastres causados por tales instrucciones. Grecia, y la Unión Europea, no son sino las víctimas más recientes: después de haber impuesto brutales políticas económicas de austeridad, el FMI reveló haberse equivocado en sus cálculos.

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Fecha: Lunes, Julio 25, 2016 - 14:20

Los medios de comunicación norteamericanos han dado al voto británico contra la permanencia en la UE una cobertura cual si se tratara de populismo “trumpista”, un inarticulado sufragio derechista nacido de la ignorancia de quienes han sido dejados atrás por la política neoliberal de crecimiento económico. Lo que queda fuera de esa narrativa es que hay una buena razón para oponerse a la pertenencia a la UE. La capta bien la consigna de Nigel Farage: “Recuperemos el control”.

La cuestión es: ¿a quién hay que arrebatarle el control para recuperarlo? No sólo a los “burócratas”, sino también a las normas pro-bancos y anti-trabajo incorporadas en los tratados de Lisboa y de Masstricht que configuran la Eurozona.

El problema real no es sólo que los burócratas hagan las leyes, sino la clase de leyes que hacen: austeridad pro-banca y anti-trabajo. A los gobiernos nacionales se les ha arrebatado la política fiscal y de gasto público para dejarla en manos de las entidades bancarias. Lo que solía ser la izquierda socialista se ha mantenido en silencio ante el hecho de que hay muy buenas razones para que la gente diga que este no es el tipo de Europa de la que quieren formar parte. Se está convirtiendo en zona yerma. Y no puede ser “democratizada”, a menos que se cambien los tratados de Lisboa y de Maastricht en los que se funda y a menos que se elimine la oposición de Alemania a un gasto público que sería la única posibilidad de recuperación para España, Italia, Portugal o Grecia.

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