El curso actual del capitalismo y las perspectivas para la sociedad humana civilizada
Una fase específica de la historia económica y social sudamericana ha llegado a su fin. Esta fase fue testigo de la exportación de materias primas o productos semiprocesados en gran cantidad y a altos precios, que permitieron a sus economías tener tasas de crecimiento considerables y a sus gobiernos financiar una serie de programas sociales sin cambiar la distribución de la riqueza. El “modelo”, como así se lo llamó, dependía de la tasa de crecimiento y la demanda de commodities en otras partes de la economía mundial, especialmente en China.
La crisis de 2007 comenzó como una crisis financiera, tras la cual se puso al descubierto una profunda crisis de sobreacumulación y sobreproducción, compuesta por una tasa decreciente de ganancias. La crisis estaba en ciernes desde la segunda mitad de la década de 1990, y se demoró por la creación masiva de crédito y la plena incorporación de China a la economía mundial. El crac que comenzó a fines de 2008 fue de naturaleza global y no sólo una “Gran Recesión” norteamericana, golpeando inicialmente a las economías industrializadas. Los países emergentes, que pensaron que permanecerían mayormente inmunes a sus efectos, más tarde perderían esta ilusión.
La duración de la crisis mundial y la ausencia en la burguesía de un horizonte económico que no sea el de cortas recuperaciones cíclicas anuncian la convergencia y en última instancia la fusión de los efectos económicos y sociales de una prolongada crisis económica con los efectos, de dimensiones portentosas del cambio climático.