Desde finales de 2020 el mundo empezó a experimentar un incremento sostenido de la inflación que no ha parado. Cuando el estallido de la pandemia del COVID-19 empezó a atenuarse, el mundo experimentó un incremento sostenido de sus niveles de precios que no se ha detenido. La operación militar rusa en territorio ucraniano se ha convertido en una fuerza de empuje más para el alza de los precios a nivel global. Mientras varios países exportadores de materias primas ven en el incremento del precio de estas una oportunidad para mejorar sus balances económicos externos, tendrán que verse enfrentados también a la presión que los precios generarán en los mismos. La recuperación postpandemia se ve amenazada por la boyante incertidumbre en los precios y un más incierto desenlace del conflicto armado.
Luego de medio año de pandemia, la inflación en el mundo empezó a repuntar. De un grupo de 10 países latinoamericanos en octubre de 2021, Ecuador y Bolivia presentaban los niveles de inflación interanual más bajos – menor al 2% –; Argentina y Brasil los más altos – más del 10% -; y, en un rango intermedio se ubicaban Colombia, Perú, Chile, México, Uruguay y Paraguay – entre el 4% y el 8%. A la vez, EE.UU que se había mantenido con niveles inflacionarios prepandemia de alrededor del 2%, superó la barrera de 6 puntos porcentuales, España pasó el 5%, Alemania el 4%, y Francia el 2%. Con excepción de Bolivia y Uruguay, todo el resto de estos países vivieron una escalada de su índice de precios.
Mientras la pandemia se controlaba, la inflación acompañaba el rebote económico de la crisis del COVID-19 y con ello una preocupación más venía tomando forma. La cereza del pastel de este proceso inflacionario mundial la puso Rusia con la operación militar especial en territorio ucraniano perpetrada en febrero de 2022. Con la invasión militar los precios de las materias primas en los mercados globales tuvieron una reacción histérica debido a la incertidumbre que acarrea la misma. Al ser Rusia el segundo productor de petróleo crudo a nivel mundial, exportador clave de gas, aluminio, y junto con Ucrania de trigo, tanto el incremento del precio de la energía como el de los alimentos han sido las principales fuentes de la inflación en Europa. La inflación interanual acumulada a febrero de 2022 en la eurozona, y que aún no incluye completamente los efectos de la reciente guerra, llegó al 6.2% (Gráfico 1).
Al igual que en Europa la inflación en América Latina sigue en alza, aunque su condición frente al incremento de los precios de las materias primas derivado de la guerra sea diferente. Europa comercia directamente con Rusia y Ucrania, por lo que su dependencia energética y alimentaria se ve amenazada por el conflicto. Mientras Rusia exporta el 14% del crudo global, Ucrania exporta el 15% del total de granos en el mundo. Occidente tiene muy presente la importancia energética de Rusia, tanto que las sanciones económicas no han sido impuestas a este sector.
El caso de América Latina es distinto. La región no tiene a los países en guerra como principales socios comerciales. Además, los balances externos de la mayoría de sus países son altamente dependientes de materias primas cuyo precio ha incrementado a raíz de la invasión: petróleo, gas, carbón, soja, y minerales como el cobre son algunos de los commodities con mayor importancia en las exportaciones latinoamericanas.
A partir de los balances comerciales de los 6 países más grandes de la región clasificados por tres grupos de productos, sabemos que el incremento en el precio de los alimentos afectará negativamente en Colombia que es un importador neto de los mismos; que el incremento del precio de los combustibles afectarán a Argentina, Perú, Chile, y México; y que el incremento de los precios de los minerales será también para Colombia y Argentina un golpe a su balance comercial. Los seis países, sin embargo, mantienen un balance neto positivo de USD 95 mil millones en estos tres grupos de productos por lo que se verían mayoritariamente beneficiados por la inflación global impulsada por la guerra y la postpandemia.
A diferencia de Europa, Latinoamérica estaría a punto de experimentar un potencial crecimiento acompañado de inflación beneficiado por el conflicto armado, similar al ocurrido en la primera guerra mundial y en la década del 70. El crecimiento de las economías y el balance externo positivo serán atenuadores de los estragos de la inflación generalizada. Europa y EE. UU, por su lado, vivirá lento crecimiento y alta inflación, lo que hará de su recuperación un proceso más lento, al menos, hasta que la guerra llegue a su fin.