Treinta años después de la crisis de deuda externa en América Latina, es importante reflexionar de nueva cuenta sobre la forma en que ha evolucionado el acceso al financiamiento externo, las lecciones aprendidas y lo largo del período y los desafíos, antiguos y nuevos que enfrenta. En especial en el mercado de bonos.
Ya en la década del nuevo milenio, la composición de las emisiones de deuda había cambiado y el mayor peso había pasado de la deuda soberana a la deuda corporativa y a los mercados locales; la deuda se emitía en un espectro de divisas más amplio, había mejorado considerablemente la calidad de crédito, y la deuda externa de América Latina y el Caribe atraía a una mayor y más diversificada base de inversores.
Finalmente y sin embargo, los avances económicos y financieros de los últimos treinta años, no han producido cambios en la estructura productiva de la región. Los cambios estructurales deben estar en el centro de un proceso de crecimiento a largo plazo para que la igualdad sea una realidad.