Desde hace un siglo la Argentina bascula entre el poder de los estancieros que exportan carne y trigo y los industrialistas. Esto ha llevado a una oscilación casi permanente entre políticas de crecimiento lideradas por las exportaciones y políticas de industrialización. Más recientemente han tenido un auge en las exportaciones primarias derivadas de las inversiones de China en minería y energía. Esto si bien ha servido para tapar los déficits externos es un desvío de la razón de ser del país, donde la idea es que sin industria no hay Argentina1.
Mientras tanto, con más del 80% del comercio exterior concentrado en Gran Bretaña, cuando éste perdió dinamismo en los años 50, la Argentina corrió la misma suerte. El declive del uno trajo consigo del declive del otro por la estructura del mercado externo y por la naturaleza del comercio. Tan recientemente como 1960, CEPAL consideraba a la Argentina como un país exportador de manufacturas junto con Brasil, distinto de los países primario exportadores del resto de Sudamérica. Desde entonces, se ha desmantelado la industria aeronáutica, la automotriz, la de computo; y la que está en cuestión ahora es la industria de medicina nuclear.
Las expresiones políticas del sector financiero son el PRO y la derecha peronista. Esta nueva elite desprendida de la tierra, ha peleado desde los años 80 por tomar el control de la economía, siempre con el mismo mal destino. Con una tecnocracia pro libre mercado no ha logrado consolidarse en el poder a pesar del apoyo irrestricto de Estados Unidos, del FMI, de la prensa económica y del capital financiero internacional, acabando con crisis cambiarias: 2001 y 2019.
Es posible que por esta crisis cambiaria y los problemas de deuda que regularmente aquejan al país, Axel Kiciloff, ex ministro de economía del gobierno de Cristina Kirchner, haya emprendido una gira por Estados Unidos para tranquilizar los ánimos de los mercados financieros. Lo cierto es que para los halcones neoconservadores del Departamento de Estado Kiciloff es una bete noire. Para la prensa económica internacional es un rebelde, y Cristina fue la luchadora principal contra los fondos buitres y en particular con el fondo Elliot. Elliot es un aportante significativo de recursos a lobbies del congreso para cambios de leyes financieras, incluyendo la Champerty que existía y que hubiera impedido el acuerdo al que llegó Elliot con el gobierno de Macri en el 2015.
La esencia del problema es que Argentina, al igual que Estados Unidos, México y Brasil, crecen por la dinámica del mercado interno y no por sus exportaciones. Los embates contra el salario real de los exportadores se tumban el mercado interno. Cuando esto se acompaña de aperturas irrestrictas de mercados lo normal es que la tasa de inversión privada se caiga junto con la caída de la actividad manufacturera. Todo esto antecede la caída del PIB por un semestre. Los estrangulamientos de balanza de pagos normalmente acompañan estas crisis por tipos de cambio sobrevaluados y salida de capitales.
Todo indica que el péndulo regresa en el 2019 hacia el lado de los industriales, después de un gobierno pro mercado exportador fracasado. Un nuevo gobierno pro Estado industrial hará que la tasa de inversión aumente, mejoren los salarios y con eso ocurra una reactivación. De esto habló Kiciloff en el Wilson Center el 10 de mayo pasado. La restricción externa se mantendrá, pero los obligará a exportar más. El peligro es que la estrecha relación con China pueda terminar derrotando su propósito productivo industrial.
Según "Inversiones de la República Popular China en Argentina", efectuado por Julio Calzada y Franco Ramseyer, analistas de la Bolsa de Comercio de Rosario, las inversiones mayores de China están en Ferrocarriles Belgrano y San Martín Cargas, y también en el “Corredor vial B del Programa de Participación Público Privada”. Desarrollan proyectos de parques eólicos, energía solar, centrales nucleares y represas hidroeléctricas. Esto genera una tensión porque si bien exportaciones manufactureras representan el grueso del total nacional históricamente, las materias primas aún representan 30% de sus exportaciones. El problema es que mientras el sector automotriz representa el 40% del comercio con Brasil, principal socio comercial; el comercio con China, segundo socio, está centrado 83% en alimentos, y petróleo crudo, según el Observatorio para la Complejidad Económica de MIT. El triunfo del Kirchnerismo será el triunfo de los intervencionistas, y podría no ser necesariamente de los industrialistas, viendo el nuevo papel de China en su economía. Frente al fracaso del mercado y la restricción externa tendrán que decidir con quién y por dónde.
Mientras tanto, Cristina enfrenta 10 juicios llevados por un juez que está recién operado de cáncer al cerebro. La Corte Suprema comenzará los procedimientos judiciales el 21 de mayo y se verá si puede o no ser candidata
1 Marcelo Rougier, Argentina será industrial o no cumplirá sus destinos, Imago Mundi, Buenos Aires, 2018