El cortísimo viaje a Taiwán de la presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU, Nancy Pelosi, fue una provocación evidente a China y un símbolo de los cambios políticos y económicos mundiales, en donde el país asiático ha dejado de ser el cocreador de la globalización para convertirse en el competidor al que hay que frenar y destruir.
Como todo en EEUU, la política internacional está dominada por la política local. En este caso, se trata de las elecciones de medio término en noviembre, en las que se renuevan la Cámara de Diputados y el Senado.
Para ello, la maquinaria del Partido Demócrata está tratando de adjudicar éxitos a un Joe Biden demacrado y atontado, que se pierde y olvida, para presentarlo como un hombre lleno de iniciativas y aciertos.
n este contexto se puede leer el asesinato de Ayman al-Zawahiri, el lider de Al Qaeda en Kabul el 31 de julio, violando la soberanía de Afganistán —país del cual EEUU se había retirado— sin ninguna justificación legal que lo avale, para indicar que Washington sigue siendo capaz de asesinar a cualquiera en cualquier lugar con un dron.
Lo mismo sucedió con la visita de Nancy Pelosi a Taiwán, una corta estadía en medio de la noche para hacer cosquillas a China, contradiciendo una política internacional respaldada por las Naciones Unidas y respetada por EEUU desde 1971 hasta ahora: que hay una sola China y que la cuestión de la independencia de Taiwán está fuera de discusión.
La desglobalización
Detrás de la visita de Pelosi salta la nueva tendencia a la desglobalización para ubicar las cadenas de valor en la cercanía de los centros de poder y así debilitar el poderío económico chino. El mismo poderío que EEUU se encargó de fomentar desde los años 90 para convertir al país asiático en un taller con sueldos miserables para los campesinos con el fin de inundar al mundo de productos baratos.
Ahora se trata de hacer el camino contrario, porque China se convirtió en su principal competidor económico, y retornar las tecnologías de punta a EEUU, en este caso particular, la fabricación de avanzados chips para toda la industria.
La Ley Chips y Ciencia, que Biden acaba de promulgar luego de ser aprobada por el Senado y la Cámara de Representantes que preside Pelosi, garantiza 52.000 millones de dólares de subsidios a las empresas que se radiquen en EEUU para fabricar chips con el fin de no depender más de China y Taiwán y 100.000 millones de dólares más para investigación y desarrollo en un plazo de cinco años.
En efecto, mientras EEUU manejaba cerca del 37% de la fabricación mundial de chips y semiconductores en 1990, bajó a 12% en 2020, de acuerdo a datos de la Asociación de la Industria de Semiconductores.
Los negocios del esposo de Nancy Pelosi
Mientras se discutía la ley, el esposo de Pelosi, Paul, sugestivamente compró en junio de este año acciones de NVIDIA, una de las grandes empresas de tecnología y circuitos integrados que será enormemente beneficiada por la nueva regulación, y las vendió días antes de la aprobación de la ley.
De acuerdo con Insider, el 17 de junio, Pelosi compró 20.000 acciones de NVIDIA valoradas entre 1 y 5 millones de dólares y el 26 de julio vendió 25.000 acciones valoradas entre 1 y 5 millones de dólares a un precio promedio de 165,00 dólares.
El monto exacto de la transacción no se conoce gracias a que, en EEUU, los miembros del Congreso solo deben dar el informe de sus transacciones comerciales en amplios márgenes.
El proyecto de ley fue presentado en el Congreso en enero de 2022, después de haber pasado por el Senado. Es decir que Pelosi compró las acciones de NVIDIA en pleno debate de la ley presidido por su esposa y con pleno conocimiento de los miles de millones de dólares que iban a venir gracias a su aprobación.
De acuerdo con el periodista Paul Gasparino de New York Post, la compra y venta de estas acciones mientras el Congreso aprobaba la ley hizo subir las acciones de NVIDIA cerca de un 10%. Por eso, el periodista estima que Pelosi habría ganado cerca de 500.000 dólares con la operación.
NVIDIA fue una de las empresas firmantes de una carta abierta al Congreso que, en junio de 2022, apoyó la legislación. El documento también incluía la firma de otras compañías como Alphabet (Google), Intel, IBM, Amazon, Microsoft, Cisco, Adobe, Xerox, Volvo, Samsung, entre otras.
"Nuestros competidores globales están invirtiendo en sus industrias, sus trabajadores y sus economías, y es imperativo que el Congreso actúe para garantizar la competitividad de EEUU. Llamamos al Congreso a actuar con prontitud y llegar a un acuerdo bipartidista que pueda ser aprobado y convertido en ley", dice la carta.
Curiosamente, desde 2021, Paul Pelosi invirtió en acciones de Alfphabet, Amazon, Apple, Microsoft, Tesla, Disney y Warner, varias de las firmantes de la misiva dirigida al Congreso que preside su esposa.
Según el sitio investigativo Opensecrets, Nancy Pelosi está entre los diez parlamentarios más ricos de EEUU. Su fortuna creció a 115 millones de dólares, más del doble de los 41 millones que tenía en 2004 y representa al Distrito 12 de California, uno de los más ricos del país, con una importante proporción de población afluente de origen asiático.
Taiwán beneficiada por la Ley de Chips
La Ley de CHIPS y Ciencia promulgada por Biden no solo no afectará a Taiwán, sino que lo favorecerá. La isla es uno de los mayores productores mundiales de chips y gracias a la ley podrán beneficiarse de subsidios para construir sus fábricas en EEUU, señaló el Ministerio de Asuntos Económicos desde Taipei.
La compañía taiwanesa TSMC, una de las mayores productoras de chips en el mundo, ya tiene planes para establecer fábricas en EEUU, que es el mayor socio comprador de los chips taiwaneses.
Según un investigador citado por la publicación Focustaiwan, la Ley CHIPS bajará la carga financiera de las firmas de semiconductores de Taiwán que piensan invertir en EEUU. TSMC ya destinó 12.000 millones de dólares para la construcción de una fábrica en Arizona que empezará a producir en 2024.
Lo mismo hará la fábrica taiwanesa GlobalWafers Co., el tercer productor mundial de obleas de silicio fundamentales para la producción de los chips, que está planeando invertir 5.000 millones de dólares para construir una planta en Texas, si recibe los subsidios de la Ley CHIPS.
De manera que Taiwán, la cuenta personal de Nancy y Paul Pelosi, y las grandes firmas tecnológicas de EEUU, todos tienen un interés común, que se inserta en la nueva estrategia antiglobalizadora de Washington y que tiene, como objetivo central, a China.