China impone nuevos aranceles sobre bienes de EE UU valorados en 75.000 millones de dólares
Pekín responde con más imposiciones a las tasas aduaneras adicionales que prevé establecer Washington en septiembre
La guerra comercial entre China y Estados Unidos ha dado este viernes un paso más. Pekín ha anunciado la imposición de nuevos aranceles, que pasarán del 5% al 10%, sobre importaciones de EE UU —valoradas en 75.000 millones de dólares (67.700 millones de euros)—. Las nuevas tasas, la respuesta de Pekín a la decisión de Washington de aumentar sus aranceles sobre 300.000 millones de dólares de productos chinos, entrarán en vigor en dos tramos, el 1 de septiembre y el 15 de diciembre. Son las mismas fechas en las que está previsto que se pongan en marcha las penalizaciones estadounidenses.
Además, Pekín ha optado por echar marcha atrás en su decisión de no penalizar las importaciones de vehículos estadounidenses, adoptada como gesto de buena fe tras la reunión del pasado diciembre entre los presidentes de ambos países, Donald Trump y Xi Jinping, en Argentina. Después del anuncio de Donald Trump el 15 de agosto sobre gravámenes a los productos chinos, el Gobierno de Xi ha anunciado que, además, elevará al 25% sus aranceles a vehículos estadounidenses y que los recambios se cargarán con una tasa del 5%, ambas medidas a partir del 15 de diciembre.
“Las medidas de EEUU han conducido a la continua escalada de las fricciones económicas y comerciales entre China y Estados Unidos, que han perjudicado gravemente los intereses de China, EEUU y otros países, y también amenazan seriamente al sistema de comercio multilateral y el principio del libre comercio”, apunta un comunicado del Ministerio de Finanzas, divulgado a última hora de la tarde en Pekín. El anuncio se ha dado a conocer poco antes de la inauguración de la cumbre del G7, el selecto grupo de las economías más potentes del sistema occidental, en Biarritz (Francia).
El jueves, el Ministerio de Comercio en Pekín ya había adelantado que se vería obligado a responder a la subida estadounidense de tasas con medidas similares.
Entre los bienes que sancionará Pekín -prácticamente todas las exportaciones de EEUU a China que aún no habían visto aumentar sus aranceles en la agria pelea entre las dos grandes potencias económicas- se encuentran el petróleo crudo, avionetas, y numerosos productos alimenticios (diversos frutos secos, el cerdo congelado, varios tipos de pescado y marisco, la ternera, la soja y la miel); en la segunda ronda se incluyen también importaciones de algunos textiles, insecticidas, productos químicos o papel fotográfico. En total, 5.078 tipos de importaciones verán subir sus aranceles.
Trump había anunciado el 1 de agosto la imposición de nuevos aranceles sobre 300.000 millones de dólares en productos chinos. Ponía así fin a la tregua alcanzada, al menos aparentemente, en su reunión con Xi tras la cumbre del G20 en Osaka (Japón) el 29 de junio, en la que acordaron retomar las negociaciones comerciales. El 15 de agosto anunció un aplazamiento de tres meses para ciertos productos, incluidos los juguetes o los productos electrónicos de consumo, hasta el 15 de diciembre.
El inquilino de la Casa Blanca justificó entonces esa marcha atrás como un intento de no perjudicar al sector de las ventas al por menor, que en Estados Unidos logra su mayor facturación en torno a esas fechas. Otros productos, según anunció entonces el representante estadounidense de Comercio Exterior, Robert Lightnizer, quedarán completamente exentos por razones de "riqueza, salud y seguridad nacional, entre otras cuestiones”.
Desde la tregua pactada en Osaka, los equipos negociadores de los dos países, encabezados por Lightnizer en el lado estadounidense y el viceprimer ministro Liu He en el chino, han conversado por teléfono en varias ocasiones. La única reunión cara a cara ha tenido lugar en Shanghái el 30 de julio, aunque sin aparentes progresos. Se espera que el próximo encuentro personal se celebre en septiembre en Washington.
La decisión arancelaria china, anunciada justo antes del comienzo del fin de semana en Pekín, causó de inmediato una bajada en las bolsas estadounidenses. Poco después de su apertura, el índice Dow Jones retrocedía un 0,46%, mientras que el tecnológico Nasdaq perdía un 0,60%.