El presente artículo es un análisis minucioso de la cooperación económica de Latinoamérica en las finanzas, infraestructura y comercio, así como el potencial positivo para todos sus miembros.
Así como se recomienda que haya una armonización con las instituciones de comercio internacionales, también se recomienda fortalecer las instituciones de integración regional y armonización de los mercados y sobre todo sus regulaciones.
El autor menciona un Fondo Monetario Regional que se institucionalice, como los existentes en cada región continental del mundo; así como los Bancos de Desarrollo Regionales que puedan administrar y regular los conflictos que pudiesen darse, que impulsarían a Latinoamérica como bloque.
En la actualidad, México, Brasil y Argentina, que son los países más fuertes de Latinoamérica, pero no han hecho un frente de intereses comunes en los Foros del G-20, en la Junta de Estabilidad Financiera o en el Comité de Supervisión Bancaria de Basel, y por lo tanto no han representado los intereses a gran escala de la región Latinoamericana.
La armonización financiera necesita mayor regulación en cuanto a las operaciones transfronterizas, así como en las reglas de contabilidad, y regulaciones micro prudenciales en los requisitos de capital, como en los requisitos líquidos, de provisiones y reservas.En cuanto a las legislaciones macro prudenciales también es necesario regular, en áreas como el capital contracíclico y restricciones de capital extranjero.
La regulación de los mercados básicos de capital beneficiaría de manera directa a los mercados de capital regionales, y sobre todo a las operaciones intra regionales.
Convertir al FLAR en una institución a nivel regional y fomentar la participación de los miembros de Latinoamérica, así como persuadir a naciones como México y Brasil de unirse, con el argumento de que obtendrían beneficios financieros y ganancias geopolíticas.
El ensayo pretende dar nuevos lineamientos para las instituciones internacionales, que fueron creadas con objetivos propios como evitar depresiones y crisis económicas, las cumplieron por muchos años. Los gobiernos de los países desarrollados tienen las influencias más fuertes en los organismos internacionales, con consecuencias menos que favorables para los países latinoamericanos. Sin embargo, las condiciones cambian y las actuales necesitan nuevos agentes que las puedan regular y llevar a buen cabo a las economías. El autor ve las bondades de una integración regional en la independencia de las nacionales latinoamericanas de dichas influencias, así como el establecimiento de objetivos comunes.