Febrero 12, 13 y 14 de 2013
Instituto de investigaciones Económicas - UNAM
La migración es un fenómeno dinámico, es la movilidad de las personas; de los hombres. Por lo que se dice que dentro de este concepto la mujer es invisible, dada la ausencia de datos, estudios e información sobre de este fenómeno, que es tema central dentro de la problemática de la migración. Puede decirse entonces que por movilidad es lo masculino y la inmovilidad lo femenino. Esta movilidad es una consecuencia de la precariedad laboral o la falta de empleo.
Al pensar el tema de la migración como algo masculino, surge le pregunta sobre si la mujer gana o pierde su autonomía. Antes de migrar el hombre, la mujer no tiene presencia, una vez ocurrida la movilidad éste envía remesas para hacer acto simbólico de que sigue siendo el hombre del hogar y dejando encargada a su mujer con sus padres o su familia, para que ésta no se vaya a “portar mal”, capturando así su autonomía. Si se da el caso de que la mujer que se queda decide buscar trabajo para compensar la ausencia del hombre o para incrementar (aunque sea mínimo) su ingreso, y ella gana más dinero, no se redefine su posición en las relaciones sociales, eleva su condición económica pero desciende socialmente por el abandono del trabajo domestico.
De acuerdo a la OIT, la mitad de la migración mundial es de mujeres, con el dato de que en algunos países llega a ser hasta del 70%, debido a la feminización de la pobreza; de aquí se desprende la feminización de las migraciones. La emancipación económica, que se logra con la inserción y la fuerte demanda de trabajo por parte de las mujeres cuenta con una mayor participación en mano de obra (maquiladoras) de las mismas dada las transnacionalización de la economía. El mercado laboral, juega un papel preponderante en este proceso donde las mujeres asumen las desventajas del entorno socioeconómico y las propias del mercado laboral tales como: cuotas de sindicalización; participación; ingreso medio por hora y tiempo completo de trabajo.
El problema central de la feminización de las migraciones se encuentra en la violencia sexual y de género que sufren las mujeres al momento de movilizarse en busca de un algo mejor para ellas y sus familias. Renuncian a su cuerpo asumiendo la posibilidad de abuso como algo real o como moneda de cambio, a la explotación sexual o la trata de personas. Esto último se da principalmente porque cuando las mujeres deciden migrar muchas veces es porque las enganchan con el famoso “sueño americano” de una mejor calidad de vida y mejores ingresos, que resultan en fraude. Con certeza no se cuenta con información precisa acerca de las migraciones de las mujeres pues al enfrentar esta serie de problemas relacionados con abusos sexuales o de género no migran en el mismo transporte como el tren o el camión, ni en el mismo camino hacia el destino ya sea carretera, desierto etc, sino que en las vías alternas que utilizan como la sierra donde no se cuenta con autoridades que puedan detectarlas como en los caminos regulares y que ayude a tener un poco mas de información al respecto lo que conlleva a verse más expuestas y más vulnerables a peligros.
De aquí se desprenden la relación entre la migración y el tema del VIH, ya sea que ellas se encuentren directamente relacionadas, como en el caso de su movilidad se vean expuestas a asumir de abuso sexual por parte del “coyote”, de autoridades o de sus compañeros migrantes, o estén indirectamente relacionadas cuando es el hombre quien migra y en su camino por la soledad, la ansiedad, el consumo de alcohol y drogas, se vea implicado con sexo servidoras (en su mayoría migrantes mujeres también) y al no existir la costumbre del uso del condón exponen su salud y la de sus parejas. Por otra parte, en el tema de migración tanto de hombres como de mujeres además de existir desigualdades en cuanto al trato que se les da de acuerdo a su sexo, existen desigualdades entre los migrantes latinos a los estadunidenses o europeos. Tanto por la discriminación que persiste o la xenofobia.
En el caso de México – Estados Unidos, es evidente el gran número de mexicanos que migra hacia territorio estadunidense, se cuenta con 40 millones de mexicanos, de los cuales 12 millones son migrantes, el 45% son mujeres y 7 millones son indocumentados . El maltrato que sufren al no ser reconocidos como ciudadanos por ser indocumentados en su mayoría y por ende no pueden tener goce de sus derechos humanos. Sufren de superexplotación pues trabajan jornadas extensas, en condiciones efímeras, con los salarios más bajos y muchas veces abusando de sus capacidades por lo mismo de no estar legalizados en el país. Entre los migrantes varones de origen mexicano la menor diferencia salarial es con los trabajadores de origen centroamericano, quienes en promedio ganan 1.2 veces más que los mexicanos; los sudamericanos ganan 1.5 veces más, los africanos 40 por ciento y los asiáticos perciben el doble que el promedio mexicano. Las mujeres migrantes mexicanas también tienen el salario más bajo de todas las comunidades étnicas en Estados Unidos. Haciendo hincapié que los migrantes hombres mexicanos que trabajan en Estados Unidos tienen un salario promedio anual de 22 mil 550 dólares, y en el caso de las mujeres mexicanas, el ingreso promedio apenas llega a 10 mil dólares anuales.