La reunión entre la potencia económica mundial y el gigante energético del Golfo se produce en un momento en que los lazos saudíes con Washington están tensos por las críticas estadounidenses al historial de derechos humanos de Riad y el apoyo saudí a los recortes de producción de petróleo antes de las elecciones de mitad de mandato de noviembre.
Se espera que el príncipe heredero Mohammed bin Salman ofrezca a Xi Jinping una lujosa bienvenida, en contraste con la discreta recepción del presidente estadounidense Joe Biden, cuya censura del gobernante de facto de Arabia Saudí fue el telón de fondo de una tensa reunión en julio.
El viaje de Xi incluye conversaciones directas con Arabia Saudí, una reunión más amplia con la alianza de seis países árabes del Golfo y una cumbre con líderes árabes que será "un hito histórico en el desarrollo de las relaciones entre China y Arabia Saudí", declaró Mao Ning, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Pekín espera que se haga una declaración firme sobre el fortalecimiento de "la unidad y la cooperación", añadió Mao Ning.
Para Arabia Saudí, frustrada por lo que considera una retirada gradual de Washington de Oriente Próximo y una lenta erosión de sus garantías de seguridad, China ofrece una oportunidad de obtener beneficios económicos sin las tensiones que han llegado a enturbiar la relación con Estados Unidos.
"Pekín no carga a sus socios con exigencias o expectativas políticas y se abstiene de interferir en sus asuntos internos", escribió el columnista saudí Abdulrahman Al-Rashed en el periódico de propiedad saudí Asharq Al-Awsat.
A diferencia de Washington, Pekín mantiene buenos lazos con Irán, rival regional de Riad y otro proveedor de petróleo de China, y ha mostrado poco interés en abordar las preocupaciones políticas o de seguridad saudíes en la región.
La creciente influencia china en Oriente Medio ha inquietado a Estados Unidos, para quien el gigante asiático es un rival económico.
Se espera que la delegación china firme esta semana acuerdos con Riad por valor de 30.000 millones de dólares (40.700 millones de dólares saudíes), según informó la agencia de noticias estatal saudí SPA, así como acuerdos con otros Estados árabes.
China, el mayor consumidor de energía del mundo, es uno de los principales socios comerciales de los productores de petróleo y gas del Golfo. Arabia Saudí es su principal proveedor de petróleo y la empresa estatal Saudi Aramco tiene acuerdos anuales de suministro con media docena de refinerías chinas.
Aunque los lazos económicos siguen anclados en los intereses energéticos, los vínculos bilaterales se han ampliado en el marco del impulso tecnológico y de infraestructuras del Golfo, parte de los planes de diversificación que han cobrado importancia a medida que el mundo se aleja de los combustibles fósiles.
Arabia Saudí y sus aliados del Golfo han afirmado que seguirán ampliando sus alianzas para servir a sus intereses económicos y de seguridad, a pesar de las reservas de Estados Unidos sobre sus vínculos tanto con Rusia como con China.
Estados Unidos, que durante décadas ha sido el principal garante de la seguridad de Arabia Saudí y sigue siendo su principal proveedor de defensa, ha expresado su preocupación por la creciente participación china en proyectos de infraestructuras sensibles en el Golfo.