Con una tasa de paro superior al 8%, quién crea más empleos es el tema principal de la contienda por la presidencia de Estados Unidos, programada para noviembre próximo. Como al parecer uno de los candidatos está ligado al outsourcing, el tema amerita una revisión especial.
Cuando las compañías estadunidenses señalan que "defenderán sus puestos de trabajo a cualquier costo", lo que en realidad quieren decir es que "se esforzarán por aumentar los dividendos de sus accionistas". Situación que no excluye el escoger de diferentes países, aquél que imponga los menores costos de producción (incluido el de la fuerza laboral). Al final de cuentas, el mundo requiere de puestos de trabajo.
Hace apenas unas décadas, la oferta de productos de China y de sus vecinos (Corea del Sur por ejemplo) era muy menor si se le compara con la sostenida por Estados Unidos. Al cabo de los años la situación se revirtió, consiguiendo mayor presencia en el comercio internacional, en detrimento de Estados Unidos.
Sin embargo, en los últimos años Pekín ha venido incrementando de manera importante el nivel de ingresos de su población, otorgando a Estados Unidos la oportunidad ya no sólo para exportar barato hacia su propio territorio, sino de colocar su propia producción en el mercado chino.
A la larga, serán otros los países que ejercerán presiones sobre China y sus vecinos por su mano de obra barata: África y Medio Oriente serán los mercados por excelencia. De ahí que la reducción de los costos del mercado de trabajo no debiera formar parte de la batalla entre los políticos estadunidenses para ganar la elección.
El verdadero campo de batalla estará en lograr crear generaciones de jóvenes altamente calificados, trabajos que generen alto valor agregado e incrementar el papel de las industrias "verdes". Si Estados Unidos desea preservar su posición en la economía mundial tendrá que enfocarse en la energía solar, la energía eólica, en reducir la dependencia del uso de combustibles fósiles de su sector transportista, en lograr avances tecnológicos para la salud, y en otras áreas de vanguardia.
China por su parte, desea pasar del "made in" al "create in", por lo cual ha venido incrementando el nivel de vida de su población e invirtiendo en ciencia y tecnología: se perfila como líder en la generación de energía solar y eólica, y es hoy el principal competidor de Estados Unidos en industrias emergentes.
El replanteamiento de la relación de Estados Unidos con China que tenga por objetivo ganar-ganar puede que aparezca hasta terminada la campaña electoral, en la actualidad, el fracaso de la política interior se limita a señalar las causas de los males en el exterior.
Texto en inglés completo da clíck aquí