América Latina posee desigualdades en cuanto a estructuras productivas, sociales, regionales y políticas se refiere. La desigualdad de los ingresos ha obstaculizado la reducción de la pobreza y con ello, la cohesión social, con los impactos negativos para el crecimiento económico y la creación de empleo.
Dentro de los rasgos estructurales de la región están la antigua existencia de sociedades coloniales y las pautas de las economías post-independencia y los sistemas políticos, que en gran medida impidieron medidas encaminadas a la redistribución del ingreso. Hoy en día esta desigualdad se refleja en la distribución de los activos - físico, financiero, humano y social -, el cual incide en el desempeño distributivo de los mercados de trabajo, que a su vez incide en la mala distribución del ingreso.
La generación de empleo productivo debe ser el punto de partida de una estrategia que busque reducir las desigualdades en el mercado laboral, sin que se excluyan la política salarial y los subsidios a hogares de bajos recursos como instrumentos complementarios. Importante es tomar en cuenta los aspectos relacionados con el acceso desigual a los empleos y la distribución de los frutos del mismo.
Asimismo, es preciso recalcar que la generación de empleo es una condición necesaria, más no suficiente para que se pueda mejorar la distribución del ingreso por medio del mercado laboral.
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