En el siguiente artículo, se crítica la postura del FMI con respecto a sus investigaciones sobre la crisis en el campo de macroeconomía financiera. Solimano argumenta que si bien las investigaciones han sido buenas, pecan de una limitada gama de enfoques: las crisis financieras sólo han sido consideradas como acontecimientos fuera de lugar, endógenas de las economías de mercado que cuentan con sus sistemas financieros insuficientemente regulados. Así, a pesar de su riqueza en pruebas y evidencias, el FMI no consigue brindar una clara explicación de lo que acontece.
La siguiente presentación fue expuesta por el argentino Ruben Lamdany hace pocos días en el Seminario Fiscal Anual de Cepal (Santiago de Chile). En esta se muestra una evaluación a la producción intelectual del FMI, la cual si bien es grande, carece de calidad y contextualización tanto nacional como institucional. Sin embargo, según estos resultados elaborados en encuestas a distintos países el asunto más grave son los claros mensajes dirigidos por el FMI: la gran mayoria de los artículos se alinean a las recomendaciones y políticas impuestas por este organismo, como en una especie de presión, incluso hasta cuando el análisis va hacia otra dirección. Con ello, se le recomienda al FMI tener mayores controles de calidad, así como permitir la inclusión de visiones alternativas que complemente sus análisis teóricos.
La gran crisis internacional de Estados Unidos, y extendida a partir de 2008 a casi todo el mundo, dio pie a que la vieja y poco creíble institución del Fondo Monetario Internacional, tuviese cabida una vez más. Mientras que durante más de tres décadas fue el actor principal en los países de desarrollo, ahora su eje gira entorno de Europa. Sin embargo, a estas alturas, ya con bastante desacreditación por diversos desastres sociales causados por las políticas impuestas en el Sur, el FMI aprovechó la crisis para volver a recuperarse y generalizar en el Norte las mismas políticas nefastas. La misma lógica está siendo aplicada actualmente en el Norte: el FMI se convierte en acreedor de diversos países de Europa occidental y, más allá de las recomendaciones que prodigaba aquí y allá, ahora interviene directamente en las políticas económicas en el corazón del viejo continente. Lejos de servir al interés de las poblaciones afectadas por la crisis, el FMI actúa al servicio de las grandes potencias y de las empresas transnacionales, entre las cuales las grandes sociedades financieras privadas desempeñan un papel fundamental.