La Fed sigue decidida en su política de subida de tipos de interés. En sus declaraciones muestra especial preocupación por un desequilibrio de su mercado laboral tras las políticas de protección social durante la pandemia en EE. UU. Los bancos centrales de los países periféricos en América Latina, que no pueden permitirse depreciar su moneda frente al dólar, siguen el mismo camino, pero con un escenario en cuanto a la distribución del ingreso y mercado laboral muy distintos. Así, la región se ve abocada hacia una recesión que, añadida a la crisis alimentaria y climática, puede agravar aún más la situación de la población con menores ingresos en esta parte del mundo. Al no contar con independencia respecto a sus políticas monetarias, los países periféricos estarán obligados a explorar alternativas si quieren desarrollar medidas protectoras en un ambiente de alta inflación y bajo o nulo crecimiento.
En la rueda de prensa del último anuncio de la FED, el 21 de septiembre, su presidente Powell declaraba cómo la institución seguía preocupada por los salarios en EE.UU.: “El aumento de los puestos de trabajo ha sido muy fuerte, con una media de 378.000 (nuevos) empleos al mes en los últimos tres meses. El mercado laboral sigue desequilibrado […] esperamos que las condiciones de la oferta y la demanda en el mercado laboral se equilibren mejor con el tiempo, lo que aliviará la presión al alza sobre los salarios y los precios”. Aunque la recuperación en EE. UU. ha sido impulsada principalmente por el empleo y no por el crecimiento salarial unitario, la pandemia y las políticas de protección generaron un efecto igualador por abajo, con ganancias significativas en la parte inferior de la distribución. Tras impuestos y las transferencias, la renta real disponible para el 50% inferior fue un 20% más alta en 2021 que en 2019.
En este contexto, EE. UU. vive una ola de sindicalización. Según una reciente encuesta de Gallup, aunque el nivel de sindicalización sigue relativamente bajo, el apoyo de los estadounidenses a los sindicatos es el más alto desde 1965. La National Labor Relations Board informó de un incremento del 57 % en las solicitudes de elecciones sindicales en los primeros seis meses de 2021. Desde diciembre de 2021 en Starbucks (9000 cafeterías en el país, con 220,000 trabajadores), casi 300 de estas tiendas han votado para sindicalizarse; En abril de 2021 se creó el primer sindicado independiente en el gigante del comercio minorista Amazon, segundo empleador del país con más de un millón de trabajadores. Lo mismo ha pasado en la cadena de supermercados Trader Joe’s (550 tiendas y 50.000 empleados), en sus establecimientos de Massachusetts y Minnesota, que ya han empujado a mejoras laborales para evitar su extensión. El pasado 27 de agosto, los trabajadores de la cadena de comida rápida Chipotle Mexican Grill en Lansing, Michigan, se convirtieron en los primeros de los 3.000 locales de la cadena, que emplea a casi 100.000 personas, en organizarse en un sindicato.
Estas circunstancias son diferentes en América Latina. En 2021 los salarios reales promedio de América Latina y el Caribe (promedio de 12 países) habían perdido un 6,8% del valor que tenían en 2019 según la CEPAL-OIT. En 10 de los 14 países, la tasa de empleo en el primer trimestre de 2022 aún no había recuperado los valores del mismo periodo de 2019, en la mitad de ellos, el desfase se situaba en torno al 5%. La recuperación del empleo además fue impulsada por el crecimiento de las ocupaciones informales, que han representado entre el 50% y el 80% del aumento neto de puestos de trabajo entre el tercer trimestre de 2020 y el primero de 2022. Lo más peligroso, el crecimiento del precio de los alimentos que es sostenido desde, al menos, febrero de 2020, impulsado por las sequías derivadas de la crisis climática y solo agravada por la guerra en Ucrania.
En este contexto, la subida de tipos de interés y una recesión en la región solo empeorará la situación, sin garantías de que se vaya a influir sobre las principales causas de la inflación. Grandes desigualdades también cuestionan la efectividad de la transmisión de la política monetaria. Los hogares de bajos ingresos, con menos acceso a bancos y mercados financieros, se suelen ver poco afectados directamente por las variaciones de tipos de interés, y son los que más sufren las subidas de los precios de los alimentos.
Las futuras subidas de tipos de interés de la Fed van a seguir guiadas por los problemas distributivos internos al mercado de trabajo estadounidense. Esto empujará las subidas del resto de bancos centrales, para mantener los tipos de cambio estables. Abocados hacia una recesión, la subordinación monetaria obliga a los países de América Latina a explorar opciones. Aunque las políticas de regulación como las de salarios mínimos o controles de precios son fundamentales, combinaciones virtuosas de políticas fiscales, sociales e industriales verdes, son una alternativa para guiar la política macroeconómica y estimular la demanda interna.