En los últimos años la informalidad en el empleo ha tenido un auge cada vez mayor en los países subdesarrollados, lo cual ha coadyuvado en cierta medida a problemas en la asignación de los recursos. Varios estudios en la materia han demostrado que existe una relación estrecha entre el sistema tributario y el creciente tamaño de la economía informal, debido a que si el desempeño institucional es pobre los incentivos para la informalidad se incrementan. Es importante resaltar esta relación debido a que los altos niveles de informalidad atentan contra el necesario cumplimiento tributario por parte de los contribuyentes, erosionando los recursos disponibles y distorsionando los efectos de la tributación sobre la equidad distributiva.
Los datos más recientes permiten comprobar que en la mayoría de los países de la región el ciclo de crecimiento económico sostenido durante gran parte de la última década ha estado acompañado por dos tendencias simultáneas: i) el aumento de la recaudación de los dos principales impuestos vigentes en los sistemas tributarios latinoamericanos, lo cual ha reforzado un proceso de concentración de la estructura tributaria a nivel regional, y ii) la disminución, lenta pero evidente, de los niveles de informalidad económica en todos los países de la región analizados, aún cuando algunos de ellos se encuentran actualmente entre los más informales del planeta.
La informalidad laboral, por su parte, ha mostrado un descenso alentador a partir de los avances logrados en materia de cobertura previsional, al menos en aquellos países de la región con sistemas de seguridad social más consolidados. Ante la gravedad manifiesta del problema de la informalidad, los países han venido implementando regímenes simplificados de tributación como una herramienta para atender tanto las necesidades de formalización de los pequeños contribuyentes como para combatir el elevado nivel de incumplimiento tributario que se advierte entre los mismos. No obstante ello, se indica que dichos sistemas especiales de imposición deben ser considerados como un punto de partida, pero no de llegada, en el tratamiento de la informalidad.