La Cuarta etapa de la Crisis que inició en 2007 actualmente en una fase de problemas fiscales, afecta en primer lugar a los países de la periferia europea, sin embargo, y a pesar de los recientes anuncios de rescate por parte del Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, persisten los riesgos de contagio mundial.
Debido a las demoras en la concertación de la ayuda financiera y las políticas exigidas a Grecia, se vuelve a cuestionar la intervención del FMI y su papel de asegurar la estabilidad financiera internacional.
Las circunstancias actuales dan oportunidad de plantear nuevamente las propuestas necesarias de la Arquitectura Financiera Internacional, cuestiones como el papel de las Instituciones Financieras Internacionales, su conformación interna, la necesidad de nuevos organismos y el establecimiento de un código financiero internacional, sin los cuales no existen perspectivas para evitar que futuras crisis se presenten.
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Las circunstancias económicas y políticas que dieron pie al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial (BM) en 1944 han cambiado drásticamente a lo largo de casi setenta años.
El objeto para fundar el FMI fue mantener la estabilidad de la economía mundial para que no se repitiera una crisis como la de 1929. Sin embargo tras las crisis en Asia en 1997, Rusia en 1998, Argentina en el 2001-2002, y la estadounidense a partir del 2007, ¿para qué sirve el FMI ante una crisis?
La evidencia es que los ajustes en el Sur global promovidos por el FMI generaron mucho malestar y empobrecieron a la gente. La ruta convergente de crecimiento que llevaban América Latina y África hacia los niveles de Estados Unidos hasta 1982 terminó con la llamada crisis de la deuda y nunca se recuperó. Sin embargo dicha institución no tiene capacidad de actuación frente a la economía mayor del mundo. Estados Unidos maneja el peor déficit comercial registrado en su historia y absorbe los recursos financieros del resto del mundo generados por las políticas de superávit fiscal que el FMI considera prudentes.
Hay dos raseros: prudencia fiscal para el Sur global y ojo ausente para la economía mayor. La situación actual es que los países pobres financian el consumo de la economía más grande del mundo, lo que es un contrasentido teórico y ético y niega el principio del multilateralismo.
El efecto es que muchos gobiernos desde 2003 optaron por devolverle su dinero a fin de prescindir de las condiciones antes impuestas por la institución; así les va mucho mejor que con la aplicación de las condiciones. De la misma manera, todas las economías que no necesitaron asistencia del FMI han crecido mucho más rápido que las que requirieron de su ayuda. Hay una crisis de credibilidad, de legitimidad y de presupuesto a resultas de sus errores.
Si bien es cierto que la aplicación de políticas keynesianas evitó que Estados Unidos cayera en una recesión en 2003 y revirtió la tendencia de los mercados internacionales, también lo es que han transcurrido cuatro años de una política monetaria y fiscal expansiva, acompañadas primero de tasas de interés cercanas a 0% en términos reales, que luego subieron y que en 2007 volvieron a descender a cero producto de ambas políticas. Esto surtió efecto sobre el mercado inmobiliario e hipotecario de dicho país, y las consecuencias se reflejaron en los mercados financieros y en el precio de la divisa estadounidense.
Los daños parecen ser irreversibles y la debilidad de Estados Unidos en la economía global se ha vuelto evidente cuando se transformó en el mayor deudor del mundo durante la primera década del siglo XXI. Hay auge de precios en dólares, en un mundo donde el dólar estadounidense se ha devaluado en relación con el euro, el oro, la libra esterlina, el yen, y la unidad monetaria asiática, la sudamericana y la africana. Es evidente que diversas regiones del mundo están optando por diseñar piezas de la arquitectura financiera internacional a su medida.
El objetivo del siguiente breviario publicado en 2010 por el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México es describir el papel del FMI desde su creación en 1944 en las conferencias de Bretton Woods, describiendo la ruptura del patrón dólar-oro a inicios de la década de 1970, la crisis de la deuda en América Latina en 1980 además de las crisis de los noventa en México, Argentina, Rusia y Asia además de Estados Unidos en 2001 y 2007, priorizando el papel privilegiado que el gobierno de Estados Unidos mantiene con la institución, definido por Celso Furtado como el brazo extendido del Tesoro estadounidense.
La investigación culmina la descripción del papel de la banca internacional con respecto a las crisis promovidas por el FMI, destacando la importancia de los tratados de Basilea I y II, además de contemplar la posibilidad de una nueva arquitectura financiera internacional destacando la experiencia asiática y africana en la creación de fondos monetarios regionales.
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