Sin previo aviso y a través de las redes sociales, el presidente Donald Trump decidió este lunes restablecer con carácter inmediato los aranceles a las importaciones de acero y aluminio de Brasil y Argentina, por devaluar sus monedas. El republicano aprovechó el anuncio para volver a cargar contra la estrategia de la Reserva Federal, que tiene previsto dejar este mes los tipos de interés intactos tras haber realizado tres recortes consecutivos.
El presidente de EEUU acudió a Twitter para acusar a los dos países latinoamericanos de haber realizado “una devaluación masiva de sus divisas, lo que no es bueno para nuestros agricultores”. Trump añadió en un segundo mensaje que los países están sacando provecho de la fortaleza del dólar, “lo que hace muy difícil para nuestra industria manufacturera y nuestros granjeros exportar sus productos”.
Brasil y Argentina lograron una exención de los aranceles cuando entraron en vigor en junio de 2018. Ambos países alegaron para evitarlos que las cadenas de producción eran complementarias. El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, dijo este lunes que hablará directamente con Donald Trump. Los dos mandatarios se consideran firmes aliados.
El real brasileño tocó la semana pasada un nuevo mínimo frente al dólar, tras perder cerca del 10% de su valor este año. En el caso de la divisa argentina la depreciación es próxima al 60%. Las dos economías atraviesan dificultades y la argentina afronta una crisis cambiaria que ha disparado la inflación. Sus agricultores, sin embargo, se benefician de la confrontación entre EEUU y China.
Los aranceles están destinados a proteger la industria, afectada por una avalancha de importaciones baratas. Trump prometió que si llegaba a presidente recuperaría el empleo perdido y que reduciría el déficit comercial, imponiéndolos a los países con los que tiene la brecha más grande. Ahora, además, es una medida para presionar a su banco central.
La Casa Blanca no ofreció más detalles sobre el alcance de la medida proteccionista. En el doble mensaje, el presidente se limita a decir que la Reserva Federal debería actuar en consecuencia para que estos países no sigan tomando una ventaja competitiva devaluando sus monedas. La próxima reunión de la Fed está prevista para el 10 y 11 de diciembre. Los miembros que se han pronunciado hasta ahora se decantan por la pausa.
Trump se reunió recientemente con el presidente de la Fed, Jerome Powell, solo unos días después de atacarle durante un discurso en el Economic Club of New York. En esa intervención dijo que EEUU compite con países que tienen intereses negativos, en referencia a la zona euro. “Nuestra Reserva Federal no nos deja hacerlo”, lamentó. Los tipos están actualmente en una banda entre el 1,5% y el 1,75%.
Otros frentes
Trump decidió en marzo del año pasado aplicar aranceles del 25% a las importaciones de acero y del 10% al aluminio procedentes de la Unión Europea, Canadá y México entre otros países, que finalmente se activaron ese verano al tiempo que escalaba la batalla comercial con China. Invocó la seguridad nacional para justificar la medida. Es el mismo argumento con el que se dispone a gravar las importaciones de vehículos.
El presidente de EEUU debía haber adoptado una decisión el pasado 13 de noviembre, pero el plazo pasó sin anuncio. La Comisión Europea y los fabricantes esperaban que se mantuviera la tregua durante seis meses más, mientras se negocia un acuerdo comercial más amplio. La duda en este momento es si Trump sigue teniendo autoridad para imponer el arancel o si debería recurrir a otro instrumento de presión.
En menos de dos semanas, además, está previsto que entre en vigor la extensión de los aranceles a bienes importados desde China por valor de 160.000 millones de dólares. Washington podría suspenderla si finalmente se cierra un acuerdo en la primera fase de la negociación comercial. Pekín, sin embargo, espera que la entrada en la nueva fase vaya acompañada por una reducción del impuesto aduanero. Pero Trump quiere ver antes resultados.
El anuncio de los aranceles a los metales de Brasil y Argentina sorprende porque el mensaje que estaba lanzado la Casa Blanca durante las últimas semanas era el de un relajamiento de la confrontación con sus adversarios comerciales. La Administración de Trump está cerrando en paralelo los últimos flecos con los demócratas en el Congreso para poder ratificar el nuevo tratado de libre cambio con México y Canadá, que se firmó hace un año.