La cascada de revisiones a la baja en el crecimiento económico previsto por el avance de la pandemia del coronavirus toma proporciones escalofriantes. El último organismo en sumarse ha sido, este jueves, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que prevé una caída del PIB de América Latina y el Caribe de entre un 1,8% y un 5,5% este año. La revisión del escenario económico base no se queda ahí: el organismo con sede en Washington augura una reducción total de entre seis y 14 puntos porcentuales sobre la expansión inicialmente prevista hasta 2022. “La región va a sufrir un choque de proporciones históricas”, subraya su economista jefe, Eric Parrado, que urge a los países de la región a “preservar el corazón productivo" con apoyos a los colectivos vulnerables que han perdido sus principales fuentes de ingresos e incentivos y liquidez a empresas para "aumentar las oportunidades de una recuperación rápida”.
En sus previsiones desveladas este jueves, los técnicos del BID contemplan cuatro escenarios en función de la magnitud del impacto económico que sufran los dos mayores socios comerciales de la región (China y Estados Unidos) y del seísmo de precios sobre los activos financieros a escala global: moderado (con una caída del PIB regional del 1,8% este año y de 6,3 puntos porcentuales sobre el escenario base para 2020, 2021 y 2022), fuerte (-3% y 9,6 puntos, respectivamente), severo (-3,9% y 12,3 puntos) y extremo (-5,5% y la friolera de 14,4 puntos). En todos los casos, el Banco contempla que la caída en los PIB chino y estadounidense se circunscriban al primer y segundo trimestre del año en curso, con una recuperación en el tramo final del ejercicio o principios de 2021.
El modelo parte de una estimación basada en datos históricos —aunque el ente reconoce que la economía vive hoy una situación “sin precedentes”— y dos características distintivas: que América Latina y el Caribe “suele tardar en recuperarse de choques fuertes aunque el resto del mundo se reponga con relativa rapidez” y que, “si bien puede haber cierto repunte en China o en las economías avanzadas y las tasas de crecimiento pueden superar la tendencia anterior durante algunos trimestres, esto no ocurre en ninguno de los escenarios” en el caso latinoamericano.
Por subregiones, el golpe será especialmente intenso en el cono sur (excluido Brasil), donde el desplome en la cotización de las materias primas y la caída en los volúmenes a exportar lastrarán y mucho su crecimiento en los próximos años. Tras él, México sufrirá por su estrecha vinculación con EE UU —está integrado en un número no menor de cadenas de valor de la todavía primera potencia mundial— y por el desplome del mercado petrolero en los últimos tiempos. A renglón seguido, Brasil y la región andina sufrirán una dentellada menor, y Centroamérica y el Caribe (muy poco dependientes de la venta de productos básicos) tendrán en los menores flujos de turismo y remesas los principales canales de contagio. El BID, sin embargo, apostilla que su análisis considera “únicamente” los choques externos y no los de oferta que puedan derivarse de los confinamientos y los cierres de empresas. “Seguramente habrá repercusiones adicionales”, augura.
En el plano de la respuesta política a la crisis, el Banco Interamericano aboga por, en esta primera fase, priorizar la inversión en salud para evitar que los sistemas sanitarios “se vean desbordados” y “proporcionar alivio” a los hogares más vulnerables a las medidas de distanciamiento social impuestas en la región para tratar de frenar el avance del virus. También apoyar a las empresas para “reducir al mínimo el aumento del desempleo” y “evitar la separación entre las empresas y sus empleados y las costosas quiebras y liquidaciones”.
Con todo, el prestamista regional reconoce que en el plano fiscal, a diferencia de las economías avanzadas —que tienen los tipos de interés en mínimos históricos y “pueden sostener sus economías durante un período prolongado con programas muy grandes y sin amenazas significativas a su estabilidad económica”—, el bloque emergente, al que pertenece América Latina, no está en una posición “tan privilegiada”. En esas circunstancias, añaden desde el BID, es “extremadamente importante” priorizar las medidas y asegurar que tienen el mayor rendimiento. “En este nuevo escenario, es fundamental mejorar la eficiencia del gasto, dirigiendo ese gasto de manera más precisa para beneficiar a los pobres, a los trabajadores informales y a los necesitados durante esta crisis”, zanjan los economistas del organismo. Vienen curvas en todo el mundo y la región está en una situación especialmente comprometida.