La inestabilidad cambiaria en el país se acentúo en el primer trimestre del 2015, dentro de un contexto internacional de gran volatilidad de los mercados financieros globales, aunque con un nivel histórico de reservas internacionales que mitigaron dicha inestabilidad. Los dos indicadores cíclicos de México, registraron tendencias hacia el estancamiento de la economía, el PIB trimestral tan sólo creció 0.4%, persistiendo tendencias pesimistas en la confianza de consumidores y productores.
Cabe destacar el dinamismo de la industria automotriz por el lado de las ventas internas y las exportaciones, mezclado con una leve mejoría del mercado interno (aumento del consumo privado y reforzado por las remesas externas), pero combinado paradójicamente con un leve declive de la demanda manufacturera. En suma la caída de la producción, exportación y precios del petróleo mexicano repercutieron en las finanzas públicas del país.