El cierre de la economía de 2014 fue insatisfactorio, el PIB real creció 2.1%, muy por debajo de las modestas expectativas iniciales del año, los indicadores del ciclo económico advierten ya del comienzo de un debilitamiento productivo, reflejado en un mercado interno débil que no acompaño el mayor dinamismo exportador, aunque paradójicamente la inversión anual fue alentadora y el sector externo también estuvo afectado por los indicadores petroleros.
Por otro lado, la masa salarial real siguió en picada, reflejo de empleos precarios y de una errónea política de contención salarial; el anuncio de una nueva política monetaria de los Estados Unidos causo volatilidad cambiaria, que impactó algo los mercados domésticos y el diseño mismo de la política hacendaria. Sumado a ello, la actividad económica y las expectativas estuvieron permeadas por el creciente clima de inseguridad pública y las protestas sociales por los hechos de Iguala.