¿Caída del comercio: tendencia temporal o nueva normalidad?
Uno de los “hechos estilizados” de las últimas seis décadas es que el comercio internacional ha crecido más rápido que los ingresos y la producción mundial. Esto contrasta fuertemente con periodos anteriores, cuando la elasticidad del comercio con respecto a la salida fue mucho menor (Irwin, 2002). De hecho, la historia de la posguerra ha visto crecimiento sin precedentes del comercio mundial respecto del ingreso global. Esto fue impulsado por una mezcla de cambio tecnológico, innovación empresarial y las reformas políticas alrededor del mundo – por no hablar de la reintegración de China en la economía mundial-.
La relación entre el comercio y el producto no es una constante. Ha habido períodos en la historia donde la proporción del comercio de la producción crece rápidamente, y períodos en que el comercio se ha movido mucho más en forma de tendencia.
El período entre mediados de las décadas de 1980 y 2000 fue un caso aislado al alza muy importante y vinculado a dos factores determinantes, uno que tiene que ver con la geo-política y otro relacionado a la economía global:
1. La caída del muro de Berlín y la reintegración de las naciones europeas centrales y del este con Europa occidental;
2. La reintegración de China en la economía mundial, tras la adopción de una estrategia de crecimiento orientada a la exportación que culminó con la adhesión de China en la OMC; lo que trajo una gran expansión en el supuesto uso global de cadenas de valor por grandes fabricantes y minoristas.
El trabajo escrito por Hoekman deja claro que una combinación de factores cíclicos y estructurales está impactando negativamente el desempeño del crecimiento del comercio mundial, pues el efecto de la situación macroeconómica crisis post-2008 – en particular la debilidad en la demanda agregada, en la que se incluye la demanda de bienes duraderos y bienes de inversión –, y el reequilibrio gradual de la economía China de un modelo impulsado por las exportaciones hacia una mayor dependencia de absorción interna, son algunos de los elementos que se encuentran vinculados a la debilidad de la eurozona, y que además repercuten en otras economías emergentes.
Hay pruebas claras de que el incremento en el comercio empezó a frenarse antes de que estallase la crisis de 2008, de tal manera que el crecimiento del comercio mundial en relación con el PIB era en parte, una consecuencia de la reintegración de China, los países de Europa central y los países orientales en la economía mundial, lo cual fue facilitado por el rápido aumento en la participación del cadenas globales de valor asociadas a los flujos de inversión extranjera directa.
Finalmente, este proceso, por su naturaleza, era una transición que generaba tasas altas de crecimiento en el comercio. Sin embargo, una vez que el ajuste asociado a la reintegración cumple su curso, el crecimiento inevitablemente disminuye.