La crisis de los noventa del sudeste asiático permitió la ruptura con los esquemas neoliberales del desarrollo impuestos por el Consenso de Washington desde principios de la década de los ochenta.
A partir de ese momento, el conjunto de políticas aplicadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) sufrieron una crisis de legitimidad a tal punto, que el presupuesto del primero llegó a un mínimo histórico.
En 2009, tras la crisis de 2007/2008 Estados Unidos pretendió relanzar al FMI a nivel global con lo cual algunos países en desarrollo realizaron nuevos aportes a la institución multilateral al tiempo que ésta flexibilizaba sus condicionalidades.
No obstante, la “renovación” del FMI ha resultado insuficiente frente a la crisis, de ahí entonces la creciente influencia de organismos regionales y de una tendencia mayor hacia la multipolaridad.
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