En la última década, el cambio climático ha pasado de ser una preocupación distante a ser una realidad que afecta en múltiples aspectos a todo el mundo. A medida que los fenómenos meteorológicos extremos se vuelven más frecuentes e intensos, se destaca un aspecto particularmente preocupante: el impacto en la salud de los trabajadores. Desde los agricultores que trabajan bajo el sol hasta los socorristas que enfrentan incendios forestales cada vez más potentes, los efectos del cambio climático se manifiestan de manera aguda en los entornos laborales. En este texto, se revisarán los diversos impactos sobre la salud.
La temperatura media de la superficie terrestre en 2023 fue la más cálida registrada hasta la fecha. Entre 2011 y 2020, la temperatura media de la superficie terrestre fue 1.1 °C más cálida que la temperatura media a finales del siglo XIX. Esto ha causado cambios generalizados y rápidos en la atmósfera, la tierra, los océanos y las regiones polares. El calentamiento global ha resultado en extremos climáticos en todos los continentes, como lo demuestra el aumento en la frecuencia y severidad de olas de calor, precipitaciones intensas, incendios forestales, sequías y ciclones tropicales.
Los desastres naturales potenciados por la crisis climática tienen profundos efectos en la salud humana y, por ende, en los sistemas de salud. Los impactos abarcan tanto las consecuencias directas como las indirectas de estos desastres, algunas de las cuales pueden manifestarse meses o incluso años después. Entre los impactos inmediatos se encuentran los fallecimientos, las lesiones físicas, la desnutrición, así como enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Además, la exposición a enfermedades infecciosas como el cólera, la disentería y la fiebre tifoidea, derivadas del consumo de agua o alimentos contaminados. Por otro lado, el estrés, el trauma y la pérdida del hogar ocasionados por los eventos naturales pueden contribuir al desarrollo de trastornos de salud mental como la ansiedad, la depresión y el trastorno de estrés postraumático.
Existen seis eventos climáticos que son reconocidos por su influencia en la salud, como el entorno físico de las personas, así como el bienestar social y económico. Dichos eventos son: inundaciones, sequías, olas de calor, tormentas tropicales, incendios forestales y aumento del nivel del mar. Actualmente, estos fenómenos tienen un efecto especialmente nocivo en la pureza del aire y del agua, así como en la disponibilidad de alimentos. Sus efectos a largo plazo podrían incluir el retraso en el crecimiento infantil debido a la desnutrición, así como enfermedades respiratorias o cardiovasculares desencadenadas por una mala calidad del aire a causa de incendios forestales u olas de calor prolongadas.
Los trabajadores, especialmente aquellos que realizan sus labores al aire libre, suelen ser los primeros en enfrentar las repercusiones del cambio climático, a menudo durante períodos más prolongados y con mayor intensidad que el resto de la población. Aproximadamente 1.2 mil millones de trabajadores están expuestos a la contaminación atmosférica, lo que resulta en más de 860,000 muertes anuales. Las políticas de seguridad y salud laboral han enfrentado dificultades para mantenerse al día, y los trabajadores siguen expuestos a una variedad de riesgos relacionados con el clima.
Los sectores que tienen una alta tasa de empleo también están entre los más susceptibles a los efectos del cambio climático. Los grupos de trabajadores vulnerables como los migrantes empleados en la construcción y la agricultura en sectores informales enfrentan riesgos particulares. Además, los profesionales de servicios de emergencia enfrentarán condiciones laborales cada vez más peligrosas a medida que los eventos climáticos extremos se vuelvan más frecuentes y severos. En la actualidad, alrededor de 1,200 millones de empleos dependen directamente de la gestión efectiva y la sostenibilidad de un entorno saludable, especialmente en sectores como la agricultura, la pesca y la silvicultura. Mientras que los ecosistemas se ven afectados y los recursos esenciales se vuelven más escasos, muchos empleos en estos y otros sectores están en riesgo.
Mantener una temperatura corporal alrededor de los 37°C es crucial para el funcionamiento adecuado del cuerpo humano. Si esta temperatura supera los 38°C, tanto las funciones físicas como cognitivas comienzan a deteriorarse. Cuando sobrepasa los 40.6°C, aumenta considerablemente el riesgo de daño a los órganos, pérdida de consciencia y, en casos extremos, la muerte. El estrés por calor en el trabajo se refiere al exceso de carga térmica a la que un trabajador puede estar expuesto debido a diversos factores que pueden actuar solos o en combinación. Estos factores incluyen las condiciones ambientales, como la temperatura y la humedad del aire, así como fuentes de calor en entornos industriales, como emisores de calor y maquinaria. La duración e intensidad del esfuerzo físico también son factores contributivos, al igual que los requisitos de seguridad y salud en el trabajo.
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo, cada año se registran alrededor de 23 millones de lesiones laborales y 18,970 muertes debido a la exposición a las altas temperaturas en el trabajo. Además, se estima que, en 2020, unas 26.2 millones de personas padecían enfermedad renal crónica atribuible a esta misma exposición al calor durante sus horas de trabajo. Los trabajadores de todas las edades son susceptibles a los efectos nocivos del calor excesivo, incluso los más jóvenes. Sin embargo, los adultos mayores se ven especialmente afectados debido a una menor tolerancia a las altas temperaturas y una capacidad aeróbica más deficiente.
El impacto del calor extremo varía según el sector, pero los que corren mayor riesgo son los empleados al aire libre que ejercen trabajos físicamente exigentes y los que laboran en interiores, en lugares mal ventilados donde la temperatura no está regulada. Estos trabajos se encuentran típicamente en la agricultura, los bienes y servicios ambientales (gestión de recursos naturales), la construcción, la manufactura, la recolección de basura, los trabajos de reparación de emergencia, el transporte, el turismo y los deportes; así como una gran parte del sector informal como la venta ambulante.
Se han asociado diferentes impactos adversos para la salud debido al estrés por calor en el lugar de trabajo. Los efectos agudos varían de leves a graves e incluyen insolación, agotamiento, calambres, sarpullidos, rabdomiólisis (ruptura de los tejidos musculares que libera una proteína dañina en la sangre) e incluso la muerte. Los impactos a largo plazo de la exposición a altas temperaturas incluyen enfermedades cardiovasculares, lesiones renales agudas y enfermedades renales crónicas, todas las cuales están asociadas con ambientes de trabajo calurosos. El calor extremo también puede aumentar el riesgo de accidentes y lesiones en el lugar de trabajo debido a problemas como manos sudorosas, gafas de seguridad empañadas, mareos y disminución de la función cerebral. De igual manera, es posible que agrave estos riesgos al causar desorientación, juicio alterado, pérdida de concentración, disminución del estado de alerta y fatiga.
El cambio climático pone en peligro los ecosistemas y, con ello, los 1.200 millones de empleos que dependen de ellos, como los de la agricultura, la silvicultura y la pesca. Regiones enteras podrían volverse improductivas y muchos lugares de trabajo serán demasiado calurosos para realizar labores. En otras áreas, los desastres naturales destruirán infraestructuras críticas en los lugares de trabajo y ocasionarán pérdidas de vidas. Esto resultará en un aumento de la migración inducida por el clima, un incremento del trabajo informal y un alza en el desempleo. Por ejemplo, si la temperatura global sube 2 grados centígrados para finales de siglo, se espera que las solicitudes de asilo a la Unión Europea (UE) se dupliquen.
Como podemos observar en el cuadro, los efectos provocados por los eventos climáticos requieren de determinantes específicos para afectar el entorno natural, la salud y la economía. Además de los impactos directos en la salud humana ya mencionados (que son tanto físicos como mentales), los fenómenos del clima también tienen repercusiones económicas severas. El daño a cosechas y la inseguridad alimentaria resultante provocan un aumento en los precios de los bienes primarios, lo que contribuye a la inflación y a una inestabilidad económica generalizada. Esta cadena de repercusiones culmina en un aumento de la pobreza y la vulnerabilidad de las poblaciones afectadas, que exacerba las desigualdades sociales y económicas existentes.
El cambio climático, con su aumento de temperaturas y fenómenos meteorológicos extremos, afecta significativamente la salud de los trabajadores que se ven obligados a laborar bajo las altas temperaturas que ya son la nueva normalidad. Cada año, miles de millones de trabajadores enfrentan riesgos aumentados debido al cambio climático, y es probable que estas cifras continúen en aumento en el futuro cercano si no se toman las medidas correspondientes. Los peligros a los que se ven expuestos exigen una actualización de las políticas de seguridad y salud laboral para proteger a la fuerza de trabajo, sin embargo, lo verdaderamente urgente es bajar la emisión de gases de efecto invernadero para detener el rápido avance del deterioro climático. La adaptación y mitigación de estos efectos se vuelve crucial para preservar la salud y la vida de millones de trabajadores en todo el mundo.