Tras el colapso financiero de 2008, se vuelve a cuestionar el papel de los flujos internacionales de capital, cuyas consecuencias pueden ser tanto positivas como potencialmente devastadoras. Los países que sufrieron los envites más graves de la crisis fueron los que contaban con políticas más liberales y desreguladas en lo que respecta a los flujos financieros entrantes. El presente informe explica las consecuencias negativas, sobre todo para el desarrollo, de las políticas para desregular el movimiento de dinero a través de las fronteras y sugiere un nuevo enfoque pragmático para la regulación de los flujos financieros que garantice la estabilidad y el desarrollo.
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