La crisis global tiene impactos diferenciados a nivel regional, en función de la posición y el grado de inserción económica y financiera de cada país en el contexto internacional. La situación económica de América Latina no es comparable con la de Europa o Estados Unidos, pues presentan contextos muy disímiles entre sí. Para el caso argentino, es necesario analizar el impacto contradictorio de la crisis mundial y las grietas internas que presenta el modelo actual de desarrollo y crecimiento.
Una importante caída de la tasa de crecimiento económico, un repliegue de la industria y escasa creación de empleo, son los principales acontecimientos que han tenido lugar durante los últimos meses en Argentina; de este panorama, tres son los principales focos de atención que evidencian una crisis del modelo vigente:
Inflación. Primer problema para la economía argentina, de acuerdo con los índices provinciales, el aumento de los precios alcanza el 23% anual.
Fuga de capitales. Entre octubre de 2007 y octubre de 2011, el monto total de este tipo de retiros alcanzó los 800 000 millones de dólares, efecto que sólo pudo ser neutralizado por el superávit de comercio exterior.
Desequilibrio fiscal. El superávit fiscal primario desapareció, ahora el gobierno recurre a diversos instrumentos para atenuar la caída.
Mientras los empresarios abogan a favor del corte de la emisión, la devaluación y el re-endeudamiento; el gobierno se limita a intentar revertir la situación aplicando la misma política anti-cíclica que aplicó en 2009, sin tomar en cuenta que a diferencia de hoy, hace tres años existían amplios recursos fiscales y apenas comenzaba la fuga de capitales y el brote inflacionario.
La crisis por la que atraviesa Argentina es estructural: un modelo extractivista al servicio de la demanda del mercado mundial y un sector industrial con baja diversificación, alta concentración y continuada extranjerización, factores ambos que impiden cualquier redistribución real de los ingresos y el mejoramiento de la vida popular.
Ante el desprestigio del neoliberalismo, es la corriente neodesarrolista la que ha emergido como corriente dominante de la política económica en un gran número de países de América Latina, ciertamente con algunos logros importantes en material social.
Sin embargo, subordinó la industrialización a la producción de bienes con poco valor agregado, no ha canalizado los excedentes hacia el desarrollo de las empresas públicas, no ha logrado jerarquizar el mercado interno y finalmente, ha aceptado la inserción pasiva de América Latina como proveedor de minerales, alimentos y combustible.
Claudio Katz es contundente: ni neodesarrolismo, ni neoliberalismo. Sino el planteamiento de un modelo alternativo a favor del desarrollo del Sur, tan necesario en estos tiempos de crisis.
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