América Latina ha experimentado una vigorosa dinámica de crecimiento durante la última década, impulsada principalmente por la acumulación de factores de producción y un aumento de la productividad total de los factores, no obstante se espera que se tenga una contracción en el ritmo de crecimiento a menos que la productividad mejore significativamente. Las reformas estructurales, entre ellas las orientadas a mejorar el clima de negocios, estimular la competencia e invertir en capital humano, podrían contribuir a lograr una mayor productividad.
El crecimiento del producto en América Latina y el Caribe se moderó al 3% 2012, a diferencia del 4.5% del 2011. Según datos del informe del FMI se proyecta que el crecimiento de América Latina se fortalezca y alcance alrededor del 3.5% en 2013 medio punto más que el año pasado y uno menos que el antepasado. En el Caribe, el crecimiento también tenderá a recobrar cierto impulso, en línea con el repunte gradual que se proyecta para la demanda externa.
Cabe destacar que la economía Latinoamericana depende en gran medida de su sector exportador, que en su mayor parte lo constituyen materias primas, por lo que se recomienda sacar fruto de estos productos y canalizar los ingresos de estos productos a otros sectores, así cómo será necesario aplicar políticas macroeconómicas más restrictivas para contener los crecientes desequilibrios externos y reducir la inflación, que se mantiene en niveles altos.
En casos especiales cómo Argentina, los controles generalizados sobre las operaciones cambiarias y las importaciones influyeron negativamente en la confianza y en el nivel de actividad. En el resto de América Latina se mantuvo un fuerte crecimiento, en la mayoría de los casos gracias a una demanda interna firme que contribuyó a contrarrestar en cierta medida la desaceleración de las exportaciones.
A que tener muy presente que las perspectivas de Estados Unidos afectan directamente el dinamismo de la región, sí a esto le sumamos la el alza en los precios del petróleo que podría ampliar los déficit en cuenta corriente ya que la mayoría de los países aplican subsidios a la energía. Es por esto que si bien algunos países están bien posicionados para resistir shocks significativos, para muchos otros sería conveniente reforzar su posición fiscal para poder mitigar los efectos de shocks más graves.
Entre las prioridades de los países Latinoamericanos en general se deben concentrar en fortalecer las finanzas públicas y proteger la estabilidad del sector financiero, es particularmente importante calibrar las políticas macroeconómicas sobre la base de una evaluación realista del potencial de oferta de la economía. Una política fiscal más prudente contribuiría a aliviar la presión sobre la capacidad interna y a mitigar el aumento de los déficits en cuenta corriente. Además, mantener la flexibilidad cambiaria ayudaría a desalentar una cuantiosa afluencia de capitales especulativos.