Tres países vecinos están atravesando por un periodo de conflicto social violento y otro lo pasó el primer semestre del 2022. Brasil por unas elecciones consideradas fraudulentas, el Perú por un recambio presidencial considerado fraudulento, y Bolivia por el encarcelamiento de un político cruceño vinculado al golpe de 2019. Es un opositor virulento al gobierno del MAS. Entre el 13 de junio y el 30 de junio Ecuador protestas convulsionaron al país liderados por el movimiento indígena al que se sumó la sociedad civil. La represión en Brasil y Bolivia ha llevado a la detención de centenares de personas. En Ecuador hubo siete muertos, más de 500 heridos entre uniformados y civiles y unos 150 detenidos. En el Perú, a la muerte en 37 días de 50 personas y continúa. En los cuatro países la polarización política es extrema y se define entre comunista y anticomunista, términos que por anacrónicos y de la guerra fría no dejan de significar el pánico de unos frente a los otros.
Algunos elementos económicos en común de estos países se pueden apreciar en el cuadro debajo. El crecimiento económico de dos ha sido en promedio muy alto (Perú y Biolivia) y los otros dos (Brazil y Ecuador) en la media latinoamericana. Lo más saltante es que la pobreza se redujo en todos los países entre 1997 y 2020 si bien el 20% más pobre percibió el 4,1% del ingreso nacional en Ecuador, el 4,7% en Bolivia, el 4,5% en Brasil y el 4,8% (2020) en el Perú, según el Banco Mundial. Se redujo la pobreza en todos pero el 20% más pobre sigue siendo muy pobre. Al tercer y cuarto quintil les fue muy bien, y al 20% superior le afectó con una pérdida. El 20% más rico perdió participación en el ingreso nacional y percibió el 52,3% de este en Ecuador, el 49% en Bolivia, el 54,7% en Brasil y el 49,1% (2020) en el Perú. Esto representa una reducción entre 1999 y 2020 en la participación en el ingreso nacional de aproximadamente el 10% del quintil más alto en Ecuador, 15% del ingreso nacional en Bolivia; 13% en Brasil y 10% en el Perú, Es decir hay una mejora en la distribución del ingreso en todos, pero el 20% más pobre sigue miserable aunque el PIB haya crecido.
Salir de la pobreza para los jóvenes del campo ha implicado migrar a la ciudad y por tanto hay una reducción de la población rural en todos los países. Brasil tienen masas migratorias internas muy grandes, sobre 31% de la población rural. El Perú y Bolivia tienen menos migración urbana comparados a los otros con alrededor de 20% de reducción de población rural y Ecuador menos, 9,7%. La migración internacional es otra salida a la pobreza, pero tampoco es suficiente ni sostenible. Otra salida es a través de la economía ilegal, el narcotráfico, la delincuencia organizada, etc. La migración internacional entró en auge en la década[I1] de 1990.
El crecimiento económico relativamente alto de cuatro de los países, por encima de la media de América latina, no ha sido capaz de reducir los niveles de informalidad, como tampoco ha sido capaz de reducir la masa migratoria internacional. Brasil, que creció menos, tiene menos informalidad. Se entiende que son informales tanto los consultores profesionales y gente del mundo de la informática como los vendedores ambulantes y fabricantes fuera de registro. La informalidad aumenta porque el crecimiento es insuficiente para absorber a los trabajadores en el sector formal y darles al menos una protección social. El país con más informalidad es Bolivia, con 81,5% de la población y el 40% de la población tiene al menos una protección social. Le sigue Ecuador con 68,6% y 31,7% con protección social; el Perú con el 68,4% de la población y apenas 25% de la población con protección social y finalmente Brasil tiene el 39% de informales, pero al contrario 74,9% de la población tiene protección social. Esto indica que las protestas pueden surgir en Ecuador, Bolivia y el Perú de masas poblacionales informales que no tienen protección social, pero no en Brasil. Lo que tienen los cuatro en común es que el 20% más pobre es muy pobre y no ha mejorado su situación a pesar de las mejoras del PIB. El crecimiento del PIB hace que el piso económico haya subido, pero siguen 20% de los ciudadanos de los tres países percibiendo apenas el 5% del ingreso nacional de forma inamovible.
En suma, los cuatro países tienen crecimiento económico por encima del promedio. Este es insuficiente para absorber la mano de obra, lo que genera migración interna, internacional, y el crecimiento del sector informal. El sector informal no tiene protección social. Algún esfuerzo se hizo en Brasil y en Bolivia por darle protección social a una porción de la población, pero en el Perú esto no ha ocurrido. Lo que hay es una disparidad creciente en la calidad de vida de las personas y en sus expectativas de mejora. Los más pobres están estancados y desprotegidos aunque sean, en términos absolutos, menos pobres de lo que eran hace 20 años. A esto hay que agregar el nuevo desempleo derivado de la automatización donde son expectorados al sector informal personas de clase media ante la falta de seguro de desempleo y de generación de nuevos empleos. El modelo económico basado en exportar no sólo ha bajado los salarios en los cuatro países, sino dejado esta secuela de problemas. Las reformas deberían ser consideradas en cuanto complejizaciones de las exportaciones para ayudar a crear empleo preocupación central de la economía, en vez de la inflación y la tasa de interés. El mercado no solo no lo resuelve todo, sino que fabrica en parte los problemas observados en Ecuador, Bolivia, Brasil y Perú.
Un recurso que no resuelve el problema, pero lo contiene son las políticas de garantías de ingresos, como el que se aplica en México. El gobierno mexicano distribuye transferencias por valor de 1.9% del PIB a 50 millones de personas al año. Los problemas que se observan son una expresión de la disfunción del modelo liderado por exportaciones con baja de salarios y con reducción del Estado en la economía. Subir salarios, quitar aranceles a los bienes de capital y subir pequeños aranceles a los productos de consumo, colocar protección social universal y sostener presiones tributarias sobre 30% del PIB serían pasos adelante. De otro modo producir para exportar cuando las economías mas grandes se están cerrando parece un sinsentido y los resultados hasta ahora son socialmente insostenibles.