La construcción de la Unión Monetaria en Europa fue un proceso de tres etapas. Se inició con la liberalización de capitales y la coordinación de políticas económicas; de ahí se pasó a la siguiente etapa de creación del Instituto Monetario Europeo en 1994, y obligan a los países interesados a entrar a independizar sus bancos centrales del gobierno y financiar los déficits públicos. La tercera etapa fue sobre fijar los tipos de cambio de los países que aspiraran a la Unión, y todos adoptaron el Euro.
La soberanía del Estado sobre sus políticas monetarias es abolida totalmente, pues es ahora parte del ámbito supranacional y administrada como tal, pero sin contar con un federalismo fiscal que lo harían una unión monetaria óptima. El Banco Central Europeo tiene una autonomía que no se había visto antes, incluso superior a la de la Reserva Federal de Estados Unidos.
Europa se ha impuesto a si misma reformas de corte neoliberal, que van desde sus criterios de aplicación hasta sus objetivos, donde las necesidades de su sociedad se les ha ido adaptando las necesidades de mundialización.
Con el estallido de la crisis económica mundial de 2007, se tuvieron consecuencias funestas en Europa hasta 2010, donde las deudas públicas de los países se dispararon hasta el 85% del PIB. La situación no mejoró con las declaraciones públicas de los dirigentes europeos, las cuales eran contradictorias, implicando la falta de coordinación y consolidación de la Unión. Tampoco tenían mecanismos para prever que los problemas a nivel macro de un país pudieran afectar a toda la UE, o incluso afectar la viabilidad del Euro.
Se tuvieron que establecer Fondos de Estabilización y comprar deudas soberanas de los países más vulnerables o en la peor situación. En esta crisis, como en muchas de la historia, una vez más se pusieron a discusión los defensores de Hayek, y las de Keynes, cada uno argumentando sus propuestas para encontrar una solución.
Las políticas públicas se están sometiendo a una minoría que no fue electa democráticamente, que tiene influencia política y que tampoco se hace responsable ni es juzgada por medios legales. Que imponen la austeridad a las sociedades sin padecerla.