En la última década, América Latina ha experimentado un largo periodo de bonanza económica, caracterizado por bajas tasas de interés internacionales, alta liquidez global, altos términos de intercambio y elevados precios de las materias primas.
El anuncio realizado el 22 de mayo de este año por la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, respecto a la posible reducción de sus compras de bonos en el transcurso de este año generó un cambio significativo en la percepción de los mercados financieros sobre los mercados emergentes. Esto podría traducirse en salidas sistémicas de capitales, la combinación de una baja valoración de los activos con una incipiente recuperación en Europa y Estados Unidos podría contribuir a la retirada de inversionistas en los mercados emergentes.
Se consideran cuatro riesgos importantes para los mercados emergentes: 1) el asociado con un marcado deterioro de la cuenta corriente de varias economías; una posible disminución sustancial en el crecimiento económico; 3) el asociado a una valoración errónea del riesgo en el sistema bancario y 4) el riesgo de una política (fiscal) que pueda desestabilizar aún más la situación.
De acuerdo con el Comité, los países emergentes se enfrentarán a cuatro grandes desafíos 1) la necesidad de identificar las fuentes de las deudas ocultas; 2) una evaluación para determinar si el nivel actual de reservas internacional es suficiente; 3) un importante dilema entre empleo y desigualdad de ingresos y finalmente 4) el grado de efectividad de las respuestas políticas, principalmente sobre la estabilidad de la inversión.